Emprendedores y Marca Personal

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El lenguaje es acción. De acuerdo a las palabras que utilicemos formamos nuestro pensamiento. Desde diferentes ámbitos y estamentos de la sociedad, se intenta conformar nuestro pensamiento a través del lenguaje. La crisis económica ha traído a la palestra dos palabras que no formaban parte de nuestro habitual vocabulario, porque definían conceptos alejados del imaginario colectivo español. Se pronuncian casi con veneración: emprendedor y emprendimiento.

Si busco entre mis recuerdos, no consigo encontrar un momento de nuestra historia reciente en que se haya hablado tanto de emprendedores como en la última década. Comoquiera que ésta puede ser una apreciación subjetiva, apunto algunos hechos.

  • La palabra emprendimiento no se ha incorporado al DRAE hasta la 23ª edición, que se publicará en octubre de 2014.
  • Diferentes planes de estudios en escuelas de negocios y másteres han incorporado el emprendimiento como asignatura, y proliferan cursos y programas especiales dirigidos, mayoritariamente, a jóvenes que quieran emprender.
  • Se organizan Ferias y Congresos dedicados exclusivamente al emprendimiento.
  • Cada año se publica un considerable número de libros sobre esta materia.
  • Se mantiene en el mercado la revista Emprendedores, en unos momentos en que han desaparecido de los kioscos numerosas publicaciones.
  • Los medios de comunicación ofrecen y, particularmente la publicidad, numerosas historias de emprendedores. En mi percepción, se ofrece una visión en exceso romántica del emprendimiento y los actores son, en la inmensa mayoría, jóvenes guapos, fotografiados en ambientes pastel. La campaña que creo que más se acerca a la realidad es la que ha lanzado el Banco Sabadell. En ella aparecen consagrados emprendedores recordando sus comienzos. Son personas de verdad.

CREADORES DE RIQUEZA

No es este el lugar para analizar ni las medidas propuestas por el gobierno de turno, ni las razones por las que éstas se formulan, pero parece claro que la crisis económica (la coyuntura) está favoreciendo la creación de un ambiente (el contexto) en el que el emprendimiento ha comenzado a verse con ojos muy diferentes.

Y es en este punto donde el lenguaje hace, de nuevo, su aparición (¿de manera perversa?) en escena: es cada vez más frecuente el uso indistinto de los términos “autónomo” y “emprendedor”, cuando no son utilizados de manera errónea.

El historiador argentino y profesor de Historia Económica e Historia de las Empresas, Alejandro Gómez, publicó un excelente ensayo titulado Creadores de riqueza. Emprendedores que cambiaron nuestras vidas (Unión Editorial, 2012). Este libro es un detallado y documentado recorrido por la historia empresarial mundial, desde los mercaderes medievales a los emprendedores tecnológicos. Me permito destacar tres ideas apuntadas por el profesor argentino.

  1. Para este autor, el término emprendedor es sinónimo de empresario.
  2. Acercándose a la tradicional línea anglosajona, abre un camino en la literatura empresarial hispanohablante, considerando al empresario-emprendedor como un innovador imprescindible para el progreso, y no exclusivamente como alguien que sólo busca su propio beneficio. El autor reconoce la mala prensa que tienen los empresarios en el ámbito hispanoparlante. Mientras que el empresario es el villano de la película, el emprendedor es el héroe.
  3. Se contextualiza el surgimiento y la evolución del emprendimiento en su momento histórico correspondiente.

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CONTEXTO NO ES LO MISMO QUE COYUNTURA

Es muy importante para el emprendimiento que se produzca en un determinado contexto, es decir, en función de factores externos que no dependen exclusivamente del emprendedor. Ha de existir un caldo de cultivo, una cultura emprendedora, más allá de la coyuntural (espero y deseo) crisis económica. En España no existe una gran cultura emprendedora, por no decir que es escasa. Ni nuestras actitudes ni nuestros comportamientos son iguales dependiendo del marco en que se produzca un hecho.

Circunstancias coyunturales tales como un despido, un expediente de regulación de empleo o una crisis económica, propician la aparición de un posible emprendedor, el emprendedor obligado. Digo posible, porque no siempre éste, hasta entonces trabajador por cuenta ajena, se convierta en emprendedor, bien porque ha sido despedido, bien porque la empresa para la que trabajaba ha decidido cambiar el tipo de relación laboral. Este trabajador se ve obligado a hacerse autónomo, o si lo prefiere, a autoemplearse. No es realmente un emprendedor, aunque en las estadísticas cuente como tal.

Aunque en España se tienda a asimilar en todos los casos, autónomo a emprendedor, en puridad, no creo que pueda considerarse a un autónomo como un emprendedor. La condición de autónomo no convierte a nadie necesariamente en emprendedor, aunque –de entrada– deba correr riesgos como aquel que emprende. El autónomo o autoempleado se convertiría en emprendedor obligado, sólo en el caso de que decida aprovechar los conocimientos adquiridos y constituir una empresa.

Aquí se inicia el fascinante proceso de la construcción de la Marca Personal.

 

 

 

 

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