Imágenes e inconsciente en la creación de historias

 

Imágenes e inconsciente forman un binomio inseparable, sin el que no es posible la creación de historias. Y lo mejor para explicar algo que sea complejo —o lo pueda parecer— es contar una historia.

Un sábado, andaba yo de canal en canal buscando una película con la que amenizar la tarde lluviosa. Me detuve en una serie italiana, ya comenzada. La trama me sonaba vagamente. Entonces hizo su aparición en escena el comisario Montalbano. Soy ferviente lector de las aventuras de Salvo Montalbano, un policía siciliano tan socarrón como su padre literario, Andrea Camilleri. De ahí que la historia me resultara familiar.

Creí desfallecer: el policía estaba completamente rapado. No era el personaje que yo había imaginado. Andrea Camilleri nunca lo describió físicamente, y yo me había creado una imagen de él. Mía, de nadie más. Mi comisario tenía pelo.

Ya no soy capaz de leer las novelas de Montalbano sin que en mi mente aparezca la imagen del actor completamente rapado. Su imagen ha sustituido, sin que yo pueda evitarlo, a la que yo me había creado durante años de lectura.

Imágenes e inconsciente

 

Contaba Antonio Muñoz Molina en un Taller de Escritura haber tenido un sueño para él incomprensible. Dijo haber soñado una noche que su hijo —entonces desempleado— era porteador del Papa.

Esta anécdota me lleva a dos reflexiones, que, sin embargo, tienen conexión.

    • La primera de ellas es que los seres humanos imaginamos, recordamos y pensamos en imágenes. Lo ha demostrado la neurociencia. Podíamos pensar que tienen razón aquellos que afirman que una imagen vale más que mil palabras. No es del todo cierto, al menos en el caso de los escritores.

Quienes escribimos  ficción hemos de crear imágenes en la mente del lector. Estas imágenes creadas serán únicas. No habrá otro ser humano que disponga de esa imagen en su mente. Las fotografías —o las imágenes de los personajes de las series— son, sin embargo, iguales para todos las que las ven. No hay misterio, ni duda alguna.

    • La segunda reflexión a la que aludía, hace referencia a la juguetona y caprichosa manera en que nuestro inconsciente almacena  y —en un determinado momento —hace que afloren a nuestra mente consciente determinadas imágenes

El psicoterapeuta Milton Erickson afirmaba que el inconsciente era un depósito en el que se almacenan nuestras experiencias vividas. Erickson, creador de lo que se conoce como hipnosis ericksoniana, trabajaba con el inconsciente de sus pacientes. Confiaba el terapeuta en que las experiencias vividas aflorarían cuando las necesitáramos.

Es por eso que el único material del que disponemos para escribir, somos nosotros mismos: todo aquello que hemos vivido. Imagénes e inconsciente son un binomio inseparable.

Imágenes e inconsciente en la creación de historias

 

¿Cómo salen estas imágenes almacenadas en el inconscientes a la superficie consciente?

La manera en que se almacenan y afloran estas imágenes, lo comparo con el  juego del dominó.

Antes de comenzar la partida, uno de los jugadores mueve de manera desordenada las veintiocho fichas para mezclarlas. Las fichas están entonces boca abajo: solo vemos la parte trasera, negra. Es una manera juguetona de mezclarlas. Posteriormente, cada jugador tomará siete fichas. Lo hace de manera igualmente caprichosa.

La partida comienza cuando uno de los jugadores coloca la primera de las fichas. Los demás tendrán que ir casando los números.

Al cabo de nuestra vida se cuelan en nuestro inconsciente palabras, recuerdos, conversaciones, etc., que vamos acumulando en forma de imágenes. Una mano invisible las mueve y las coloca de manera juguetona en el inconsciente.

Caprichosamente, irán aflorando cuando haya algo que nos remite a ese recuerdo. Y se irán casando unas imágenes con otras. O no, porque, igual que en el dominó, se pasa la mano a otro jugador, si no disponemos de la ficha adecuada. O, aparecerán en un sueño de forma involuntaria—incontrolable, por tanto—, como le ocurrió a Muñoz Molina.

Así ocurre en la vida y así ocurre cuando escribimos una historia. Es el mismo proceso que se sigue en el storytelling, entendido este como el proceso de crear historias, no solo contarlas. Nos afloran pensamientos, recuerdos  en forma de imágenes: imágenes e inconsciente van unidos, indisolublemente.

Un enigma casi policíaco

 

La imagen de un Papa antiguo porteado sobre una silla gestatoria es una imagen que impresionó a Muñoz Molina, quizás cuando era un niño. Los Papas se trasladan hoy en vehículos blindados. Ya no hay porteadores, solo los miembros del servicio de seguridad del Pontífice.

Al escuchar la historia, la primera imagen que apareció en mi cabeza fue la de Juan XXIII, avanzando en su silla, por el pasillo central de la Basílica de San Pedro. La había visto en un documental, o en alguna fotografía. No puedo recordarlo. Pero ahí estaba.

Cómo he saltado de la imagen del Papa Juan XXIII a la calvicie televisiva del comisario Montalbano, es para mí un enigma. «Y también para el comisario Montalbano», diría Andrea Camilleri.

Tengo más de 30 años de experiencia en comunicación. He convertido mi pasión, el Storytelling, en mi trabajo. Ayudo, por eso, a empresarios, emprendedores y profesionales a definir su Identidad, descubriendo su historia. Soy Coach de Storytelling y Marca Personal. Soy un infatigable lector. Me apasionan la novela negra, el jazz y la ópera.

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