Rojo

RELATO

 

Kore, sore, are, dore. Repasaba los pronombres demostrativos cuando recibí la llamada de papá.

Franco Chiaravalotti, Veinte mil

 

ROJO

 

Kore, sore, are, dore. Papá me llamó. No le hice caso y seguí con los demostrativos japoneses. Vino a mi cuarto y me gritó. Le dije que mis amigas tienen extraescolares y aprender japonés es la mía, aunque la haga por mi cuenta. Cogió algunos ejemplares de mi colección de manga y los metió en una bolsa. Y dio un portazo. Mamá piensa de mí que soy una friki y se ríe. A papá, sin embargo, no le gusta que me pinte los labios como si fuera una geisha y que coma con palillos. Mamá le dijo a papá que qué iba a hacer con la bolsa y él dijo que la iba a tirar, y mamá dijo que eso estaba mal. Y se gritaron. Me tapé con la almohada. Kore, sore, are, dore. Por la noche bajé al contenedor, como una ladrona: encapuchada. Vi como caían mis comics en el camión de la basura, junto con unos briks de leche. Mis vecinos no saben reciclar. ¡Crash! ¡Crash!, y ya está. Kore, sore, are, dore. Voy a pintarme los labios de rojo para ir al instituto.

Tengo más de 30 años de experiencia en comunicación. He convertido mi pasión, el Storytelling, en mi trabajo. Ayudo, por eso, a empresarios, emprendedores y profesionales a definir su Identidad, descubriendo su historia. Soy Coach de Storytelling y Marca Personal. Soy un infatigable lector. Me apasionan la novela negra, el jazz y la ópera.

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