Yo iba para químico y era joven. La radio se cruzó entonces en mi camino y me dijo: ¡ven! Lo dejé todo y la seguí. No sé quien puso más, pero cuando después de casi treinta años, un tercero hizo que se nos rompiera el amor, me miré al espejo y vi que ya tenía canas.
La vida es un bolero, regida por el primer principio de la termodinámica: la materia ni se crea ni se destruye, sólo se transforma: me hice coach; alguien que pregunta para que otros encuentren respuestas.
La primera vez que me presenté a un concurso de relatos, gané el 2º Premio. Fue la suerte del principiante y mi perdición. Desde entonces, sigo imaginando historias, que no son otra cosa que la combinación aleatoria y mágica de miles de átomos —las palabras—, para formar millones de moléculas de estructuras cambiantes y maravillosas, que inviten al lector a preguntarse sobre sí mismo.