Programación Neurolingüistica, o cómo reprogramar tu mente

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El reto de la PNL es hacer que la persona tome conciencia de su evolución cognitiva y que se dé cuenta de que sus imágenes, sus voces y sus sentimientos internos le pertenecen y que puede manipularlos de la misma manera que utiliza sus dedos para girar el pomo de una puerta. Richard Bandler

PILOTO AUTOMÁTICO

Un día, salí del trabajo, subí al coche y me dirigí a mi casa. Cuando estaba llegando, me di cuenta que ya no vivía allí. Me había mudado hacía un mes. No era la primera vez que equivocaba el camino. Simplemente, había puesto el piloto automático.

¿Cuántas veces ponemos el piloto automático en tantas acciones de nuestra vida?

Nuestra mente es un sistema de archivo. No tiene la función de borrado. Por eso hay que aprender nuevos caminos, y no sólo el que te lleva a una nueva casa. Para incorporar un nuevo itinerario, el truco está en volver a un punto anterior, a cuando ha surgido el problema y construir una nueva ruta, o sea, “reprogramar” la mente.

No se trata de olvidar los problemas, esconderlos, sino de enfocarlos de una manera más útil, más beneficiosa para nosotros. No importa cómo haya sido tu pasado. Siempre puedes tener un nuevo futuro.

Y es aquí donde aparece en nuestro auxilio la PNL, un acróstico formado por las iniciales de tres términos:

  1. Programación. Nuestro cerebro sigue determinados programas para operar.
  2. Neuro. Esos programas se ejecutan a través de conexiones neurológicas.
  3. Lingüística.  La actividad de nuestro cerebro se exterioriza a través del lenguaje.

En síntesis, la PNL es un método que nos permite desarrollar y utilizar las capacidades de nuestra mente. Es decir, la PNL permite programar nuestro cerebro en nuestro beneficio.

La PNL supone un antes y un después en tu modo de entender como proceder. Todo en la vida es una cuestión de actitud. Tú serás el primero que has de creer en que se puede lograr cualquier cosa. Si así lo crees, buscarás la manera de esforzarte y buscarás las herramientas necesarias para lograrlo.

CÓMO NACE LA PNL

Richard Bandler, un experto en computadoras, conoció en la Universidad de California, a principios de la década de los 70 del siglo pasado, a un lingüista, John Grinder. Ambos deciden modelar los patrones de lenguaje y las ideas intuitivas de los tres terapeutas más eficaces del momento: Fritz Pearls (terapia Gestalt), Virginia Satir (terapia familiar) y Milton Erickson (hipnoterapia). El fruto de estas investigaciones se plasmó en La estructura de la magia, publicado en 1975 (publicada en 1988 en castellano por la editorial chilena Cuatro Vientos), donde se cimentaban las bases de la PNL.

He tomado las enseñanzas de todos los grandes comunicadores y he ido más allá de lo que ellos nunca soñaron, precisamente porque aprendí de ellos. Richard Bandler

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El núcleo de la PNL es por tanto el modelado. Es decir, la posibilidad de acceder a las capacidades que la persona modelada posee. Este es el proceso:

Desarrollamos nuestra agudeza sensorial, nuestra capacidad de observar, escuchar, sentir, y también perfeccionar nuestra manera de preguntar para obtener informaciones relevantes que nos permitieran captar cuáles eran las habilidades de las
personas que observábamos y cómo era su modo de ver y reaccionar frente al mundo. Eso nos permitió reproducir lo que estas personas hacían e incluso creer lo que estas personas creían. John Grinder

A raíz de estos planteamientos, Grinder y Bandler crearon una serie de técnicas encaminadas a ayudarnos a reprogramar nuestra mente. Primero como receptor de esas técnicas y, posteriormente, como coach, puedo asegurarte que funcionan.

UN ALUMNO AVENTAJADO

Los caminos de Bandler y Grinder hace tiempo que se bifurcaron. Pero han dejado una amplia nómina de seguidores de sus primeras ideas y planteamientos.

Contagiado por la metodología y el increíble poder del modelado, Robert Dilts, alumno de los más destacados discípulos de  Grinder y Bandler, dedicó sus investigaciones, desde los 80 hasta nuestros días, a modelar a grandes personajes de la historia. Sus conclusiones están recogidas en el libro Creación de modelos con PNL (Urano, 1999) lanza un sencillo mensaje, pero muy contundente.

Si vemos que alguien hace algo mejor que nosotros, por ejemplo, en lugar de sentirnos incapaces, celosos o suspicaces ante esa persona, podemos intentar modelar cómo hace aquello que hace. Robert Dilts

En manos de un profesional, la PNL es un maletín variado de herramientas y técnicas, que te permitirán ser más creativo y dotar a tu comunicación de nuevas perspectivas.

SI QUIERES AMPLIAR

Introducción a la Programación Neuro Lingüística, Joseph O´Connor y John Seymur, Ediciones Urano, 1992
La magia en acción, Richard Bandler, Sirio, 2000
Programación Neurolingüistica. Desarrollo Personal, Editorial Libsa, 1995
Liderar con PNL. La habilidad para el liderazgo puede aprenderse, Joseph O´Connor. Ediciones Urano, 1999.
La nueva tecnología del éxito, Steve Andreas, Charles Faulkner, Ediciones Urano, 1988.

Tener paciencia un momento, o cómo controlar la ira

Cuando era un niño, recuerdo haber escuchado a mi padre una historia que alentó en mí no pocas fantasías infantiles.

El ginecólogo que ayudó a mi madre a que yo viniera al mundo, era un hombre afable y circunspecto. Apenas si recuerdo su rostro, pero sí sus manos, elegantes y cuidadas. Todos estos exquisitos modales se venían abajo los días en que asistía a un partido de fútbol. Tal era la ira que lo invadía – me contaba mi padre–, que el educado doctor se convertía en un energúmeno.

Yo lo imaginaba vociferante, con sus elegantes manos abiertas –las primeras manos que sujetaron mi cabeza en este mundo. Lo imaginaba increpando, inflamado en las gradas del estadio de una pequeña capital de provincia. La cosa llegó tan lejos que, para controlar aquellos coléricos arrebatos, el buen doctor acabó pidiendo a la Policía Municipal que lo recluyera en sus dependencias los días en que jugaba el equipo local. Y allí, en el cuartelillo de la Policía Municipal, pasaba los domingos aquel médico.

UN VENENO PARA LA MENTE

He rescatado esta historia de mi memoria al recibir en mi correo la diaria recomendación de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), en la que define las diferencias entre “seguidor”, hincha” y “aficionado”, a propósito del comienzo del Campeonato Mundial de Fútbol.

Para definir el comportamiento del ginecólogo que ayudó a mi aterrizaje en este mundo, ninguna de las tres sirve. Hay que subir un peldaño más, aquel médico era un , fanático: «alguien entusiasmado ciegamente por algo.»

¿Cómo pasa un aficionado a seguidor? ¿Qué convierte a un seguidor en hincha? ¿Cómo llega a convertirse un hincha en un fanático? La respuesta está, en mi opinión, en la  furia. O mejor dicho, en la mala gestión de la furia. Esta emoción es una respuesta adaptativa, ligada a una afrenta, a la falta de justicia.

En un primer escalón, la furia nos motiva para reaccionar contra lo que hemos sentido como injusticia. Hasta aquí, la furia ha sido una emoción fugaz y la razón persiste frente a la emoción. En este escalón no debemos evitarla, sino gestionarla.  Una mala gestión de la furia, conduce a la ira que, en apenas unos segundo. Y podemos perder perder el control.

La ira es la más sombría y desenfrenada de las pasiones. Lucio Anneo Séneca (De la ira)

ELOGIO DE LA PACIENCIA

La petición que hizo a la policía el ginecólogo de mi madre, era una angustiosa demanda de ayuda. A mi me recordaba la carta que el doctor Henry Jekyll, atrapado en el cuerpo de Míster Hyde, dirigía a su amigo el doctor Lanyon:

en esta hora terrible espero en un lugar extraño, presa de una desesperación que no se podría imaginar más negra. Ayúdame, querido Lanyon, y salva a tu H.J.

La primera vez que asistí a un estadio, de los grandes, de los que albergan a 90.000 personas, salté movido por no sé qué resorte cuando el árbitro tomó una decisión que consideré injusta. Pero en ese momento, a mi mente vino la imagen de aquel ginecólogo vociferante. Me senté, automáticamente, en mi localidad, avergonzado.

La historia que de niño me contó mi padre, vuelve a mi mente cada vez que tengo la tentación de elevar mi voz en un partido de fútbol. Y no solo. En más de una ocasión se me ha aparecido la imagen de aquel hombrecillo afable con gafas de montura metálica.

Ten paciencia por un momento. Séneca

Este momento que recomienda Séneca, es una parada de pensamiento que permite gestionar la ira. Es el momento de cambiar el pensamiento, para así cambiar la emoción.

¿Cómo se te ocurre que puedes hacerlo tú?

 

 

La vida: ¿exploras o conectas el piloto automático?

El viaje es una metáfora universal sobre la vida. Tal como la entendamos, así viajaremos. Y viceversa.

La vida, ese viaje

La afirmación anterior no tiene más validez científica que lo que he podido observar después de viajar durante muchos años. En solitario o familiarmente, con grupos de periodistas o como guía turístico. En viajes profesionales o, simplemente, por el placer de hacerlo.

Estos viajes me han ayudado a ir configurando mi propia manera de entender el viaje, que ha ido correspondiéndose con mi manera de vivir la vida. ¿O ha sido al contrario? El escritor Jorge Wagensberg, autor de bellísimos  aforismos, plasma en este la esencia de un viaje:

Viajar es la mejor manera de regalarse cambio.

—Jorge Wagensberg

La historia que te cuento a continuación, tiene como escenario una carretera secundaria en la Toscana, Italia.

La uva «sangiovese» (sangre joven) da el vino Chianti

A Siena, 9 kilómetros

Un grupo de periodistas europeos de varias nacionalidades, recorríamos Italia de Norte a Sur. Después de visitar las queserías donde se hace queso parmesano, descendimos hacia el sur para conocer las bodegas en las que se elaboraba el más famoso de los vinos italianos, el Chianti.

El otoño apenas ha comenzado. Llovía débilmente. La carretera era tan estrecha, que el retrovisor exterior del autobús lamía las hojas de los árboles que comenzaban a amarillear. Suavemente, las gotas de lluvia resbalaban por el cristal, describiendo trayectorias caprichosas.

El autobús se detiene en el cruce con la Strada Regionale 222, la carretera que vertebra la ruta del Chianti Classico.

Siena 9 km., dice un cartel azul con bordes blancos. A la derecha, Florencia, a 60.

Mientras el chófer mira a un lado y a otro del cruce, una voz se eleva desde una de las filas de atrás.

—¡Vamos a Siena! —dice Josep, un periodista español de voz grave y bigote poblado—. Tenemos tiempo, podemos ir a Siena.

Silencio. El autobús no arranca.

Un noruego, experto en prensa gastronómica, se levanta y pregunta, desde la primera fila, el motivo por el que estamos detenidos, si la vía está expedita. Habla con sus cuatro compañeras, periodistas de revistas femeninas de aquel país nórdico.

La guía responsable del autobús es romana. La asiste una chica serbia nacionalizada italiana.

— Hay tiempo, nada programado hasta la cena. Lo que decida la mayoría—  dice la romana.

Los cipreses, siempre presentes en el paisaje de la Toscana

Viajar, un arte perdido

Son las tres y media de la tarde. Entran en liza cuatro periodista alemanes. Se alinean con sus colegas noruegos. Los tres españoles apoyamos a Josep. Algunos de nosotros ya hemos coincidido en otros viajes. «La maravillosa Siena a tiro de piedra, ¡cómo para perdérsela!», pienso.

La guía acompañante muestra su simpatía con la propuesta española. Los tres periodistas polacos hablan entre ellos. No parecen inquietarse. El autobús sigue detenido. El conductor, un romano gesticulante, acaba por resignarse y coloca las manos sobre el volante. ¡El Parlamento de Estrasburgo en mitad de una carretera secundaria de la Toscana!

El noruego, erigido en portavoz del Norte, dice:

—Siena no está en el programa.

Es cierto, no lo está. Estamos recorriendo Italia desde Parma a Nápoles, para conocer algunas de sus Denominaciones de Origen, invitados por la Comunidad Europea. Hoy nos tocaba una bodega de Chianti y una almazara. Aceite y vino comparten allí denominación.

—Y, además, llueve — insiste el gastrónomo nórdico.

Cuando lo escucho no puedo evitar pensar que viajar se ha convertido en un arte perdido. Este periodista noruego impecablemente trajeado y el bigotudo Josep muestran las dos posturas extremas de vivir un viaje, de entender la vida, en definitiva.

Castillos y ciudades amuralladas son los restos de las batallas entre la República de Siena y los florentinos.

¿Exploras o conectas el piloto autonómico?

Hay quienes viajan con un plan establecido, esclavos del reloj. Se comportan igual que en una habitual jornada en su lugar de origen: levantarse, desayunar y correr para tomar el coche camino de la oficina. Lugar visitado, casilla tachada. Ven una ciudad, un paisaje, desde detrás del objetivo de una cámara, locos por fotografiar sin mirar. Acumulan lugares sin disfrutarlos, sin más intercambio con los naturales que pedir la llave en la conserjería del hotel. Frecuentan restaurantes en los que coincidir con otros compatriotas: « ¡Donde esté una buena tortilla!…Si es que aquí no saben comer…» Para estas personas el lugar de destino es la meta.

En el lado opuesto, se sitúan los que consideran que la meta es el viaje. Vagabundean, sin deberes ni horarios. Deambulan entre la gente del lugar. Son exploradores de las infinitas posibilidades que el viaje proporciona.

Viajar por segunda vez

Escribir de viajes, es viajar dos veces: una cuando realizas el viaje mismo; la segunda, cuando rememoras aquellas sensaciones para trasmitirlas a quien tenga a bien leerte o escucharte. Escribiendo esta nota, he viajado por segunda vez a aquella carretera secundaria de la Toscana, una tarde de otoño. A mi memoria ha regresado el olor a tierra mojada; he revivido el rojo intenso del zumo de la  uva sangiovese (sangre joven), con la que se elabora el Chinati, el verde de los cipreses que identifican el paisaje toscano, y el esmeralda del aceite recién exprimido. Sentidos y espíritu unidos.

El equipaje necesario para un viajero es un talento especial en el pecho y una visión especial bajo las cejas.

— Chin Shengt´an, (dramaturgo chino, siglo XVII)

Cómo en la vida

Si habéis contado, ya sabéis el resultado de la votación: no fuimos a Siena. Cuatro votos noruegos más cuatro alemanes, ocho. Cuatro españoles y uno italiano, cinco. La guía romana —comprensiblemente— no votó. Los polacos se abstuvieron. Diálogo Norte-Sur, con los Países del Este como observadores. Ser un mero observador, es otra manera de entender el viaje por la vida.

¿Qué hubieras votado tú?