Mentiras creíbles, verdades exageradas y reputación

portada de mentiras creibles verdades exageradas-leyenda negra

Mentiras creíbles, verdades exageradas es, en primer lugar, un recorrido por cinco siglos de Leyenda Negra antiespañola.  Pura propaganda que aún pesa en nuestra memoria colectiva.

Enrique Sueiro, asesor de comunicación directiva, analiza también en este libro los errores de comunicación que se cometieron. Adicionalmente, propone cómo combatir en el presente aquellos errores comunicativos, causantes de la mala reputación histórica que ha sufrido (y sufre) España.

MENTIRAS CREÍBLES Y VERDADES EXGERADAS. 500 años de Leyenda Negra, Enrique Sueiro. Editorial Kolima, 2022. 364 páginas.

 

El filósofo Emilio Lledó acuñó en 1991 el término «futurólogos de la nada». Se refería así a quienes pensaban que los sistemas educativos, tienen que «dejar de reproducir el pasado y hasta el presente, para anticiparse al futuro».

Considera Lledó que «ser es, esencialmente, ser memoria». Si esto vale para una persona, vale también para un pueblo. ¿Qué somos si a España le quitamos su memoria? Y aún peor, ¿qué pasa si esa memoria está tergiversada y nada se hace por enmendarla?

La Leyenda Negra es una serie de esterotipos que trasmiten una imagen falsa de la realidad histórica de España al magnificar bajezas y ocultar grandezas.

—ENRIQUE SUEIRO

Veinte años después, aquellos postulados que denunciaba Emilio Lledó se han hecho realidad. Los estudiantes de bachillerato estudiarán la Historia de España desde 1812. Nada importa todo lo que ocurrió antes de esa fecha. Precisamente en uno de los países con la Historia más rica del planeta.

Este es el escenario en el que Enrique Sueiro publica este —oportuno y necesario— Mentiras crébles y verdades exageradas. Una atractiva combinación de historia y comunicación, desde el punto de vista de la gestión reputacional.

galeones sala museo naval
«Comunicar mal lo bueno es una injsuticia social. Lo es también disfrazar bien lo malo». —Enrique Sueiro

Mentiras creíbles, verdades exageradas: combatir mitos

Enrique Sueiro recorre en este libro los quinientos años de Leyenda Negra antiespañola. Sus orígenes se sitúan en la publicación de la  Brevísima relación de la destrucción de las Indias (1552), de Fray Bartolomé de las Casas. «Sensacionalismo del siglo XVI», considera Sueiro.

El libro fue rápidamente traducido a varios idiomas y recorrió Europa —la protestante, sobre todo—a gran velocidad, gracias a la recién inventada imprenta. Algunas de estas traducciones incluso cambiaron términos y expresiones. Y se le añadieron cruentas ilustraciones. Aumentó el dramatismo.

«ATÍPICA Y POCO EQUIPARABLE CON EL RESTO DE EUROPA, ES LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN QUE AMPARÓ A ESTOS ESPAÑOLES PARA CRITICAR PÚBLICAMENTE A SUS GOBERNANTES»

 

Este recorrido de mentiras lo finaliza Sueiro con el episodio del hundimiento del acorazado Maine, en el puerto de La Habana. Se justificó así la declaración de guerra de Estados Unidos a España en 1898.  El inductor fue William Randolp Heast (el Ciudadno Kane de Orson Wellws) y su cadena de periódicos. Aquel año dio nombre a la «Generación del 98». Este nutrido grupo de grandes escritores contagiaron su pesimismo a los españoles. Y del que aún no nos hemos recobrado.

Entre 1522 y 1898, se fue creando un caldo de cultivo, que acrecentó la mala imagen de España. Algunos ejemplos. Los ataques continuos a Felipe II: catolicismo versus al protentastismo emergente flamenco. Isabel I de Inglaterra  alentaba y justificaba la piratería («mis perros») contra barcos españoles. Igual que hizo Francia y Holanda. La «Grande y Felicísma» Armada Española, pasó a llamarse «la Invencible». Un invento inglés para tapar una derrota naval de su flota. La Inquisición, no más cruel que la caza de brujas en otros países. La Europa moderna, en fin, frente a la atrasada España.

proa galeón- Museo Naval
Reflexión ejecutiva nº 55: «Rememorar y celebrar hechos históricos verificables, incontestables y alejados de mitos». —Enrique Sueiro.

Comunicar es gestionar percepciones

España tiene, en consecuencia, una muy mala reputación histórica. A pesar incluso de que sus errores no son mayores que los cometidos por otras naciones (Países Bajos, Alemania, Francia, Inglaterra). Y sus logros son, sin embargo, excepcionales. Así, España ha sido pionera en artes, literatura, educación, incluso en derechos humanos. Y eso ocurrió precisamente en los siglos XVI y XVII, acaso los más duros reputacionalmente hablando.

En estos 500 años ni los reyes ni los gobernates españoles han sabido  gestionar (y siguen sin saberlo) esta reputación. Les alentaba la equivocada idea de que la verdad acabaría imponiéndose. Es un problema de gestión reputacional, que no es otra cosa que un problema de comunicación.

Gestion reputacional

Mentira creibles, verdades exageradas sigue la estela que marcó en el mundo, Factulness de Hans Rosling (Deusto, 2018). En este libro se propugnaba la concepción del mundo basada en datos reales. Hablaba de la humana tendencia al dramatismo. Una consecuencia —estimaba Rosling— de la propaganda, las noticias falsas y los datos equivocados.

La administración española de los siglos XVI y XVII documentaba hasta la cosa más nimia. Así, nuestros archivos históricos son de una riqueza inconmensurable. Enrique Sueiro ofrece datos contrastados, para dar «una cabal idea de la realidad». Mentiras creíbles, verdades exageradas está bibliográficamente muy bien soportado.  Con el tono didáctico que caracteriza al autor, el libro es de lectura fácil, gracias a los numerosos epígrafes. Si bien se hace necesaria una lectura reposada. Dispone de  un práctico índice temático alfabético.

Los siete capítulos de Mentiras creíbles, verdades exageradas finalizan con lo que el autor llama «sintesis reputacional». Una serie de consejos o reflexiones, a modo de aforismos. Resultan de utilidad tanto para combatir la Leyenda Negra como para gestionar situaciones similares en la empresa y personales. Finalmente,  Enrique Sueiro ofrece «55 reflexiones ejecutivas, para inyectar reputación 0% leyenda». Aplicables igualmente al ámbito individual y empresarial.

El libro incluye también un prólogo del periodista y escritor, José Antonio Zarzalejos. Un texto tan acertadamente títulado como tristemente real:  «Una España sin relato».

 

 

David Hernández de la Fuente: «Los clásicos son una necesidad»

«Los clásicos son, ante todo, una escuela de pensamiento crítico y libre. Por eso, volver a los clásicos en tiempos de zozobra es una necesidad». Así de rotundo se muestra  el escritor David Hernández de la Fuente en esta  entrevista.

David Hernández de la Fuente en su despacho
David Hernández de la Fuente. Catedrático de Filología Clásica en la Universidad Complutense. Escritor, traductor y ensayista. Ganador del Premio de Narrativa Joven de la Comunidad de Madrid y del Premio de Narrativa Alfons el Magnànim. Foto: Enrique Rivera, cortesía de Ariel Editorial.

 

He hablado con David Hernández de la Fuente en su despacho de la Facultad de Filología de la Complutense —entre libros de Platón, Aristóteles y toda la compañía—, a propósito de El hilo de Oro (Ariel, 2021). Es este un interesante y documentado ensayo con un sugestivo e inequívoco subtítulo: Los clásicos en el laberinto de hoy.

La Facultad está prácticamente vacía: son los últimos días del curso y además, vivimos tiempos de pandemia. «Los antiguos has pasado por experiencias muy similares de pandemias, guerras y crisis de toda índole, y tienen consejos filosóficos, morales, y de todo tipo, para afrontar esas situaciones» —dice el profesor David Hernández de la Fuente. Nada nuevo bajo el sol.

Entrevista a David Hernández de la Fuente

«El hilo de oro» es una oportuna reflexión sobre lo que la Antigüedad  puede ofrecer hoy a nuestro complicado mundo, marcado por diferentes crisis. El libro es además una defensa firme del regreso a la enseñanza de las humanidades.

 

Pregunta (P): ¿Qué sentido tiene hablar en el siglo XXI del mundo clásico?

Respuesta (R): Tiene más sentido que nunca, porque estamos necesitados de modelos. En Occidente hemos estado a vueltas con el concepto de lo clásico siempre: de donde venimos, cuál es nuestro origen. En España, en Europa, en el mundo occidental, Grecia y Roma son los orígenes indiscutibles.

P: O sea, que nunca los hemos abandonado.

R: Estamos siempre intentado redefinirnos. Qué duda cabe de que de cualquier revolución cultural, cualquier cambio en los paradigmas estéticos o políticos ha estado basado y condicionado por una especie de eterno retorno a los antiguos. Nuestros regímenes políticos están basados en la república romana y la democracia ateniense. Todos los géneros literarios tienen su origen en el mundo antiguo.

«LA IDEA DE VOLVER A LOS CLÁSICOS ES UN POCO FALAZ, PORQUE NUNCA NOS HEMOS APARTADO DEMASIADO DE ELLOS.»

 

P: En el también libro explicas, por ejemplo, la importancia de la formación clásica  en un político controvertido y mediático, Boris Johnson.

R:  Boris Johnson tiene una gran formación clásica, sobre todo, en retórica. La retórica es el arte de la persuasión por la palabra, por el gesto. Es un arte muy antiguo. Aristóteles, Quintiliano o Cicerón escribieron grandes manuales de expresión oral y de persuasión política.  Boris Johnson y Donald Trump  han contado con asesores muy versados en la retórica clásica y conocedores, sobre todo, del gran historiador Tucídides, autor de  la Guerra del Peloponeso, un autor muy de actualidad. Leerlo es una lección de política. El politólogo estadounidense Graham Allison habla de la «trampa de Tucídides» para referirse al «inevitable» conflicto entre China y Estados Unidos.


«Los clásicos son maestros en la moderación, que es, obviamente, el punto medio. Una de las preocupaciones del libro es traer a la actualidad esta manera de pensar, que nos puede llevar a una armonía social.»

— DAVID HERNÁNDEZ DE LA FUENTE

 

David Hernández de la Fuente, escultura de rostro y figura
Foto: Exposición «La imagen humana». CaixaForum Madrid. 2021

Humanidades y planes de estudio

 

P: Sin embargo, las humanidades están desapareciendo de los planes de estudio.

R: Es una paradoja muy interesante.  Pero si echamos un vistazo a un quiosco o a las mesas de novedades de una librería hay multitud de revistas y libros sobre historia antigua, arqueología, sobre el mundo clásico, en general. Sin embargo, las autoridades educativas que diseñan los planes de estudios, sobre todo en secundaria, han considerado oportuno reducir la carga lectiva de las materias clásicas: la historia, la filosofía y, sobre todo, el latín y el griego, que han desaparecido del panorama, cuando hasta hace no mucho eran de las más importantes. La reducción de las humanidades en el curriculum es una tendencia general, salvo quizás en Italia y Francia.

P: Pero hay, como señalas, un interés manifiesto…

R:  En el libro defiendo el regreso a esas enseñanzas porque, ante todo, son una escuela de pensamiento crítico y libre: son una necesidad. Si la educación no nos proporciona esto, tenemos que buscarlo fuera. Pensemos, por ejemplo, en el interés por la novela histórica, por series y películas que abordan los temas claves de la antigüedad clásica.

«BUSCAMOS UN CONOCIMIENTO QUE NOS ESTÁ SIENDO HURTADO POR LAS AUTORIDADES ACADÉMICAS.» 

 

P: ¿Cómo influye esta carencia en la educación?

R: En la calidad del aprendizaje. La ortografía, la sintaxis y la redacción de nuestros alumnos de universidad han empeorado bastante, por no hablar de la cultura general. Y no quiero decir que esta carencia sea la única causa. Otras materias de moda –como las ciencias empresariales– pueden dar un rédito más inmediato, pero no es tan duradero cultural y espiritualmente como los dan las humanidades.


«En el momento más importante de la formación del individuo como persona que es la secundaria, hay que hablar de filosofía, de Platón y de literatura clásica, y quizás menos de otras cosas que luego aprenderán».

—DAVID HERNÁNDEZ DE LA FUENTE


P: Has ganado un premio de narrativa juvenil. ¿Pueden ser la gamificación, los juegos, una manera de dar a conocer el mundo clásico a los  más jóvenes? 

R:  Los juego son muy importantes en la etapa del aprendizaje de los niños que no pueden faltar. Está muy estudiado por la pedagogía. Los clásicos hacían un juego etimológico entre educación y juego, entre paideia (educación) y paidiá (juego infantil). La dimensión lúdica del aprendizaje. Los antiguos basaban su educación en juegos, antes de que los niños pasaran a la educación letrada, literaria. Los clásicos hablaban de «aprender deleitando», lo cual no minimiza los esfuerzos que hay que hacer.

Soy un gran defensor de la memoria. Hay que ejercitarla. Los niños recuerdan todos los nombre y genealogías de los juegos a los que son aficionados: ¿por qué no datos más útiles, fórmulas, poemas o declinaciones? En el mundo griego la memorización era una parte muy importante del aprendizaje. Antes de la invención de la escritura, la transmisión de conocimiento era oral, memorística. Una combinación entre ambos elementos es básica, claro que sin descuidar la educación física.

David herández de la Fuente, palomas beben en armonía
Foto: Exposición «Agon! La competición en la antigua Grecia». 2017.

La moderación en el mundo clásico

 

P: La moderación es una idea presente en todo el libro. ¿Qué nos enseñan los clásicos acerca de la moderación?

R: El momento actual es muy polarizado, muy crispado, en diferentes esferas de nuestra sociedad. Toda esta tiranía de los inmediato, de lo audiovisual, de los mensajes de uno y otro bando, nos hurta el debate sosegado. Nos quita el momento de pensar, de desarrollar argumentos, de comprender al otro,  de conocer al que piensa diferente, al que es de otro lugar.

P: El libro precisamente se inicia con un capítulo titulado Entender al otro

R: Me llama la atención la polarización de nuestros días, cuando parece que no es posible llegar a un acuerdo, que es, obviamente, el término medio. Eso es la moderación. Ahí los clásicos son maestros. El lema griego «Nada en demasía», el medèn ágan del templo de Apolo en Delfos, o la  aurea mediocritas, la medianía dorada de Horacio. Un punto central tanto moral como político, de razonabilidad humana que nos lleva a comprender las razones del otro, a expresar las nuestras con calma y tranquilidad, a encontrar un punto medio central.

En esto, los clásicos insisten sobremanera, desde la escuela socrático-platónica hasta Aristóteles, que es el gran maestro con su punto medio dorado. Es el equilibrio entre unas facciones y otras, una manera de entender la vida que nos aporta dos grandes beneficios: como individuos, la felicidad, y como sociedad, la armonía. Estas son palabras que hoy en día no están en boga, sino todo lo contrario, en estos momentos en los que solamente se buscan adhesiones incondicionales. Una de las preocupaciones del libro es traer a la actualidad esta manera de pensar, que no es mojigata ni pazguata, ni carente de compromiso, sino que nos puede llevar a una armonía social.

Los clásicos y el confinamiento

 

P: En la pandemia, la ciencia y los científicos han dado sus respuestas. Pero la ciencia no las tiene todas. ¿La literatura ha sido un refugio, un asidero?

R: Durante el confinamiento muchas personas han regresado a los clásicos, a los grandes textos,  por el tiempo que hemos pasado aislados. Esto nos ha hecho volver a las raíces, a las nociones básicas, a releer. Esos libros reflejan viejos patrones de comportamiento. Mas allá de lo que pueda decir la ciencia, los antiguos han pasado por situaciones muy similares: epidemias, guerras, crisis de todo tipo, y tienen consejos filosóficos y morales para afrontar todas esas situaciones.

P: El eterno retorno del que hablabas al principio.

R: En el capítulo del libro dedicado a la pandemia paso revista a esos momentos. La historia no se repite, pero es una cierta maestra en el nivel emocional y sentimental, desde la peste de Pericles a la que vivió Boccaccio en la Florencia del Renacimiento. Eso se refleja muy bien en el mito de las edades, que me atrae mucho: el ser humano está en siempre en un ciclo de decadencia y caída y luego de resurgimiento. Es la historia humana. El mito y la literatura lo único que hacen es darle un envoltorio estético, artístico, filosófico, y también religioso, que nos ayuda a sobrellevar situaciones difíciles.

«HAY QUE VOLVER A LOS CLÁSICOS EN TIEMPOS DE ZOZOBRA.»

 

David Hernández de la Fuente, esculturas clásicas
«El ser humano está siempre en un ciclo de decadencia y caída y luego de resurgimiento. Es la historia humana.» — David Hernández de la Fuente. Foto: Exposición «La imagen humana». CaixaForum Madrid. 2021

 

P: El confinamiento lo hemos vivido primero de una manera individual, y  también de otra no menos importante,  la colectiva.

R: En el libro hablo de dos dimensiones del ser humano definitorias de la cultura occidental, heredada de los clásicos: la dimensión colectiva, nuestra vida en comunidad, y nuestra dimensión individual. Platón y Aristóteles abogan por empezar por el individuo, por la educación, de ahí mi énfasis en la educación. Una educación, que, como quería Platón, fuera continuada, que llegue hasta la edad madura y la vejez. No tenemos que parar de aprender nunca. Solo a través de la virtud individual aristotélica , o del alma de Platón, de la mejora individual, vamos a conseguir una mejor cohesión, una mejor  convivencia.

P: ¿Estamos entonces necesitados de héroes, aunque nos cueste reconocerlo?

R: Si en el aspecto comunitario hay que hablar de liderazgo persuasivo capaz de concitar emociones, adhesiones, pedir sacrificios y motivar, en el plano individual, la literatura clásica nos ofrece el ejemplo de los héroes. Se suelen  leer como hermosas historias, olvidando su importante faceta pedagógica.

«LA CUESTIÓN ESTÁ EN CÓMO SER HÉROES, EN CÓMO SER MEJORES, EN NUESTRA VIDA DIARIA EN BENEFICIO DE LA COMUNIDAD.»

 

Los mitos explican el cosmos, el orden social y político, pero nos dan algunas pistas sobre el ciclo de la vida humana. El héroe es el ser humano y su ciclo vital es la historia del héroe, la de todos nosotros. Los antiguos tenían esto muy interiorizado. En el cine, en el arte, en la vida hemos olvidado esta dimensión pedagógica y nos hemos quedado en el nivel puramente estético.

 

 

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Reseña del libro El hilo de Oro.

 

 

 

Ser ejemplo. Pequeños grandes líderes

Ante la necesidad que tenemos los seres humanos de tener referentes, de imitar modelos y comportamientos, de emular y ser emulados, surge la pregunta: ¿qué ejemplo queremos dar?  Borja Milans del Bosch ofrece en Ser ejemplo su respuesta: el liderazgo «ejemplar», una nueva mirada a la hora de contemplar el liderazgo que «más allá de las competencias, incide en la dimensión de la persona».

El autor propone los cuatro pilares que hay que entrenar («toda la vida»), para «ofrecerse como ejemplo a los demás». A saber: Mentalidad positiva, Coraje ante la adversidad, Valores Humanos y  Gestión del ego.

SER EJEMPLO. Pequeños grandes líderes, Borja Milans del Bosch. EUNSA, 2021. 170 páginas.

 

En un artículo titulado Las razones de la ejemplaridad, publicado en El País, el filósofo y escritor Javier Gomá, contaba que cuando, en 2009, entregó el original de su libro Ejemplaridad pública, los responsables de mercadotecnia de su editorial le dijeron que «el concepto de ejemplaridad no estaba en el clima cultural del país».

Diez años después, en 2019, se reeditó el libro de Gomá. Ahora, los responsables de mercadotecnia de la editorial EUNSA, parece que no han puesto objeción alguna a la publicación de Ser ejemplo. ¿Significa esto que «el clima cultural del país» ha cambiado?

 Vivir en la carretera

 

La primera vez que escuché a Borja Milans del Bosch hablar de algunos de los conceptos que vierte en este libro (coraje, sinceridad, alegría,  generosidad, ego…) fue en una charla el 15 de octubre de 2012. Lo sé porque lo tengo escrito en uno de mis cuadernos de notas. Ser ejemplo, por tanto, tiene todo el aire de haberse ido construyendo, durante años, al mismo tiempo que el autor se bregaba— como cantaba Miguel Ríos— en la carretera y cara al público, en cursos de formación, charlas en empresas  y conferencias.

Por otra parte, Borja Milans del Bosch es coach y ha realizado, en consecuencia,  multitud de sesiones, bien personales bien grupales. Esta experiencia la ha vertido también en este libro, de dos maneras. Una, las numerosas preguntas —el coaching es el arte de la pregunta— que dirige al lector; la última frase del libro es una pregunta.  Y la otra: los ejercicios que propone, a modo de plan de acción; una tarea, en fin, para que el lector se vaya midiendo.

El resultado de aplicar estas dos vías a la escritura, convierten a Ser ejemplo en un libro  muy personal. Y es tan personal que el autor no introduce ninguna nota al pie (más de un lector lo agradecerá) ni ofrece bibliografía sobre la que fundamentar todas sus afirmaciones. En mi opinión, esto conduce a que Ser ejemplo sea un texto voluntarista. El debate está servido.

ser ejemplo, faro
«Ser ejemplo es un proceso de autoconocimiento continuado. Como decía Aristóteles, somos lo que hacemos día a día, de forma que la excelencia no es un acto sino un hábito». — Borja Milans del Bosch. Foto tomada en la exposición de Guillermo Pérez Villalta ,»El arte como laberinto». Sala Alcalá 31. 2021.

Ser ejemplo y el corazón

 

No creo equivocarme si digo que la palabra «corazón» es una de las favoritas de Borja Milans del Bosch. Quizás, por eso, sea la palabra más repetida en este texto.

Ser ejemplo está transitado, de principio a fin, por el espíritu humanista de su autor. Pero no un humanismo a secas, es humanismo cristiano. Esta visión del autor, hace que este libro— en mi consideración— sea antes que un modelo de liderazgo, un modelo de vida: hay que liderarse primero a uno mismo, para liderar después a otros, tanto en lo personal como en el ámbito profesional.

Los pequeños grandes líderes son necesarios en la sociedad y en las empresas, igual que el alma lo es en el cuerpo.

—BORJA MILANS DEL BOSCH

Borja Milans del Bosch considera  al hombre en el centro y en el centro del hombre, «su corazón y su alma». «Es recomendable ‘pensar con el corazón’ —considera el autor—, ya que de esta manera logramos las mejores respuestas, las que nos llevan a las mejores decisiones, y es esperable que nos lleven a las mejor acción y al mejor resultado».

Cabe preguntarse ante la afirmación anterior, ¿qué pasa con el cerebro? Borja Milans del Bosch considera que «las respuestas sobrerazonadas y sobreargumentadas tienden a camuflar algún aspecto que es notorio para el corazón y del queremos zafarnos. Suelen dejarnos en el inmovilismo».

Como dije antes, controvertido, cuando menos.

ser ejemplo, cuatro pilares
Foto tomada en la exposición de Guillermo Pérez Villalta, «El arte como laberinto». Sala Alcalá 31. 2021.

Los cuatro pilares del ejemplo

 

Borja Milans del Bosch considera que hay cuatro pilares, cuatro ámbitos, sobre los que hay que trabajar «toda la vida,  para ofrecerse como ejemplo a los demás, desde nuestra forma de ser, estar y hacer».

  • Entrenar la mentalidad positiva. «Podemos ver el vaso medio lleno o medio vacío… y también como un recipiente con espacio libre que podemos seguir llenando. ¡Esta es la clave!»
  • Desplegar coraje ante la adversidad. «El coraje nace en el corazón y se mantiene vivo cuando se apoya en la inteligencia, en la autoconfianza y en el compromiso interno hacia una causa».
  • Desplegar virtudes y valores humanos. Amor inteligente. El autor hace hincapié en los valores cuyas «características sean sólidas y estén sujetas a ética y moral». El autor establece una pirámide de catorce valores.
  • Gestionar el ego propio y desarrollar humildad. «El ego es el espejismo que tienes de ti mismo por creer q eres grandioso. Es enemigo directo de los valores humanos. Un constructo ficticio». Mientras que la humildad, «hará crecer en nosotros una paz que facilitará la convivencia con nosotros mismos de una manera más armoniosa y equilibrada».

A cada uno de estos cuatro aspectos está dedicado un capítulo.

La conclusión del libro es la personal adaptación que Borja Milans del Bosch hace de una parte de un texto apologético cristiano del siglo II, conocido como Carta a Diogneto, en el que ha introducido los conceptos que ha ido vertiendo a lo largo el libro.

Ser ejemplo cuenta con un prólogo de Fernando García Sánchez, quien fuera Jefe del Estado Mayor de la Defensa, entre 2011 y 2017.

El libro, finalmente, está muy bien editado, ilustrado con gráficos y cuadros a color, lo que facilita su lectura y la comprensión, y resulta agradable al tacto.

 

 

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