Steve Jobs, sofisticada sencillez

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STEVE JOBS. LA BIOGRAFÍA, Walter Isaacson. Editorial Debate, 2010

Cuando abres la caja de un iPhone o de un iPad, queremos que la experiencia táctil establezca la tónica de cómo vas a percibir el producto. –Steve Jobs

Tercera parte

 

Dos personas influyeron definitivamente en la trayectoria profesional y vital de Jobs. El jefe de diseño de Apple, y confidente de Jobs, Jonathan “Jony” Ive, y Mike Markkula, el primer gran inversor y primer presidente de Apple, además de figura paterna para Jobs.

Diseño y marketing para conectar

Ive, hijo de un orfebre inglés, entendía que «para conseguir una auténtica simplicidad, hace falta llegar hasta lo más hondo». En el primero folleto que lanzó Apple, Jobs había escrito:

La sencillez es la máxima sofisticación– Steve Jobs

La simplificación más zen de todas, y que sorprendió a sus colegas y competidores, fue la orden de Jobs de que el iPod no contara con un botón de encendido y apagado. Aquello se aplicó a la mayoría de los aparatos de Apple. «La forma en que dirigimos nuestra empresa, el diseño de los productos, la publicidad, todo se reduce a lo mismo: vamos a hacerlo sencillo. Muy sencillo».  Este fue el mantra que Jobs impuso en Apple.

Markkula, entendía que «la gente sí juzga los libros por las portadas». Apoyándose en este planteamiento, el primer presidente de Apple formuló tres principios en los que la compañía debía sustentarse.

  • Una conexión íntima con los sentimientos del cliente.
  • Para realizar un buen trabajo en aquello que decidamos hacer, había que descartar lo que resulte irrelevante.
  • El tercer valor tiene que ver con cómo la gente se forma una opinión sobre una compañía o un producto basándose en las señales que estos emiten.

Durante el resto de su carrera, Jobs se preocupó, a veces de forma obsesiva, por el marketing y la imagen. Incluso por los detalles del diseño interior, sólo accesible a los técnicos de la marca, y del empaquetado.

Las casas en las que vivió el cofundador de la compañía de la manzana, apenas disponían de mobiliario. Ningún mueble satisfacía sus anhelos de perfección.

Nada es casual

Fue de su padre adoptivo, Paul Jobs, de quien el joven Steve adquirió un obsesivo afán por la perfección. En el garaje de la casa familiar en Los Altos, el padre de Jobs construía mobiliario para su casa. Lo hacía con tanto esmero que las traseras de cada mueble estaban rematadas como si fueran a ser vistas alguna vez. El joven Jobs aprendería una segunda cosa de su padre, el férreo trato con los proveedores. Steve solía acompañarlo en la búsqueda de piezas de recambio para los automóviles que Paul restauraba y vendía. Ese dinero iba a un fondo con el que pagar los futuros estudios de su hijo. Jobs nunca fue a la universidad.

En aquel garaje familiar, Steve Jobs y Stephen Wozniac (Woz), junto a tres amigos y Patty, la hermana de Jobs, montaron las 50 placas base del Apple I. Las diseñó Woz, un genio de la electrónica. Fueron adquiridas por Byte Shop, con quien había negociado Jobs previamente su venta.

Acababan de colocarse los cimientos de un mito contemporáneo, Apple Computer Co. El nombre no es baladí. Jobs solía hacer dietas a base de frutas y era un vegetariano a ultranza. Incluso cuando perdió 20 kilos a causa del cáncer que acabó con su vida. Se negaba a ingerir otro tipo de alimentos, ocasionando no poca angustia en su familia y amigos. Era vegano.

Steve y Stephen

A Wozniac y a Jobs les gustaba gastar bromas y la música. A ambos les apasionaba la electrónica.  Wozniak era un mago que desarrollaba grandes inventos y que se habría contentado con regalarlos, mientras que Jobs proyectaba la forma de facilitar el uso del producto, empaquetarlo, comercializarlo y ganar algunos dólares en el proceso.

Con el tiempo, esta actitud le haría alejarse de Wozniak, que durante mucho tiempo había defendido un hardware y un software lo más abiertos posible. Cuando se constituyó formalmente la sociedad, Woz trabajaba como ingeniero para Hewlett Packard (hp).

Crear una empresa me provocaba mucha inseguridad. Me iban a pedir que diera órdenes a los demás y controlara su trabajo. Y yo sabía desde mucho tiempo atrás que nunca me iba a convertir en alguien autoritario. Wozniac.

Wozniac iba más lejos aún.

«Mi padre –decía– creía en la honradez absoluta. Nunca miento. Mi padre era ingeniero, y eso es lo que quería ser yo también. Era demasiado tímido como para plantearme siquiera el ser un líder empresarial como Steve, era demasiado duro con la gente. Yo quería que nuestra empresa fuera como una familia en la que todos nos divirtiéramos y compartiésemos lo que estuviéramos haciendo».

 

Si bien ambos estaban fuertemente influenciados por las figuras paternas, eran dos personalidades diferentes. No compartían las bases mismas de las gestión y las estrategias de Apple. Nunca llegaron a protagonizar un enfrentamiento serio, pero siguieron caminos muy diferentes. De su amigo de adolescencia, Jobs pensaba que nunca dejó de ser «infantil».

Hasta el infinito y más allá

“Me gusta pensar que hay algo que sobrevive después de morir –comentó Steve Jobs a Walter Isaacson, su biógrafo–. Resulta extraño pensar que puedas acumular toda esta experiencia y tal vez algo de sabiduría, y que simplemente desaparezca, así que quiero creer que hay algo que sobrevive, que a lo mejor tu conciencia resiste».

Después de hacer esta afirmación, cuenta Walter Isaacson en las páginas finales de libro cuya reseña finalizo con esta nota, se quedó callado durante un buen rato. «Pero, por otra parte– dijo–, a lo mejor es como un botón de encendido y apagado. ¡Clic!, y ya no estás».

Entonces, escribe Isaacson, hizo de nuevo una pausa y sonrió levemente. «A lo mejor por eso nunca me gustó poner botones de encendido y apagado en los aparatos de Apple».

Nota

Soy un firme defensor de los libros impresos. Siento por ellos un enorme cariño. Sin embargo, he realizado esta reseña utilizando la versión electrónica de esta biografía, leída en un iPad. Reconozco la facilidad para realizar esta reseña que este formato me ha permitido. Esta biografía tiene más de 800 paginas. Las posibilidades de un libro digital son enormes. Jobs lo hizo posible.

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