Al igual que los pantalones pitillo o las corbatas de flores, hay palabras –o frases, incluso conceptos– que se ponen de moda. Están en boca de todos. Uno de estos conceptos es, sin duda, la conocida como zona de confort.
La zona de confort, ¿un estado mental?
La primera vez que escuché hablar de la zona de confort, fue en la escuela donde cursaba mis estudios de coaching. En mi mente se dibujó instantáneamente una imagen: mi sillón de lectura favorito. No es eso, y que pensar así era pensar en pequeño—me explicaron—, que el asunto era más complicado. Pensé entonces en la canción de Billy Joel, New York state of mind. Vas más encaminado, me dijeron entonces. Entendido el mensaje. La zona de confort, ¿es entonces un estado mental?
¡AY, LA MENTE! ¡CUÁNTAS ALEGRÍAS NOS PROCURA, CUÁNTAS TRAMPAS NOS DEPARA!
Son incontables los gráficos y mensajes que circulan por las redes haciendo alusión a zona de confort, bien invitando a salir de ella, o bien incitando a vivir fuera de su ámbito de influencia. ¡Cómo si fuera tan fácil! No puedo, por eso, evitar pensar al ver esos mensajes, en si quienes los lanzan (y quienes masivamente los comparten) viven dentro o fuera de su zona de confort.
¿Acaso han conseguido traspasar esa imaginaria línea y abrazar lo desconocido, siquiera una vez? O ¿quizás estén solamente expresando un más que loable deseo?
Salir de nuestra zona de confort no es solo deseable. Es también saludable. Pero ni es fácil salir ni es oportuno estar fuera de ella de manera permanente. Soy consciente de resultar políticamente incorrecto al hacer esta afirmación. Pero, del mismo modo que necesitamos el día y la noche, o el verano y el invierno, para ajustar nuestros ciclos vitales, no podemos estar permanentemente viviendo fuera de nuestra zona de confort.
La gestión de la tensión emocional que se produciría, nos generaría un elevado consumo de nuestras energías. Y además, nos habríamos instalado en una nueva zona de confort.
O sea, hay que estar entrando y saliendo. Como cantaba Billy Joel en New York state of mind, «aunque viaje, aunque me vaya lejos, mi estado mental es Nueva York».
De oca a oca, y tiro porque me toca
El 25 de febrero de 2016, Mario Alonso Puig hizo la siguiente afirmación durante la presentación de su último libro, El guardián de la verdad y la tercera puerta del tiempo.
«Hay que trascender la mente. Cuando algo de verdad te importa, has de trascender, ver lo que la mente está haciendo. Todos tenemos fuerzas increíbles, competencias que no creemos tener.»
El libro presentado es una novela, una salida flagrante de Mario Alonso de su zona de confort. Hasta ahora solo había escrito ensayos. Seis. Con un más que satisfactorio volumen de ventas, dijo su editora en la presentación. Si tan bien le iba, ¿por qué entonces no hacer lo mismo que hasta ahora había estado haciendo? ¿Por qué aventurarse en la narrativa, un terreno «desconocido» hasta entonces para él?
Escribir un nuevo ensayo suponía continuar en su zona de confort, ese imaginario lugar donde te sientes cómodo, porque es lo que conoces. Escribir una novela supone saltar hacia lo que se denomina zona de pánico, un lugar desconocido en el que se encuentran los retos, los sueños. Mario Alonso Puig se situó en esa región. «El mundo es del tamaño de tus sueños»— dijo.
Pero para cruzar desde la la zona de confort a la zona de pánico, el doctor Alonso Puig necesitó antes pasar por un estadio intermedio, la conocida como zona de aprendizaje, un territorio donde nuestra visión del mundo se amplia.
Predicar con el ejemplo
A Mario Alonso Puig hay que agradecerle (al menos) dos cosas: una, su incuestionable capacidad didáctica, y dos, que predica con el ejemplo.
«Si bien es cierto– afirmó nuestro más internacional divulgador– que siempre tuve la inquietud por escribir una fábula, era algo intrascendente». Hasta que algo hizo clic en su cabeza y llegó el descubrimiento. «Tardé seis meses en que me salieran las las primeras cosas, seis meses reflexionando, seis meses en que no me salía ni un solo personaje, seis meses reflexionando».
Seis meses en la zona de pánico, en la que nada parece que sale.
El cerebro humano solo es creativo cuando los llevas al límite. La creatividad es parte de nuestro ser y estar en el mundo. La mayor parte de los fracasos es por falta de fe, por tirar la toalla. —MARIO ALONSO PUIG
Seis meses, por tanto, viviendo a caballo entre su zona de aprendizaje y su zona de pánico: «Toda mi actividad mental estaba ocupada en la novela». Para volver de nuevo a su zona de confort, donde está lo que sabía, lo que tenía, el lugar donde estaban sus recursos. Y los encontró. «Un día me puse delante del ordenador y escribí el libro en dos meses».
Madera de líder
No es la primera vez que Mario Alonso Puig nos cuenta sus vicisitudes para escribir un libro. Lo que vivió para escribir Madera de líder , su primer libro, lo contó en su discurso de agradecimiento por el Premio Know Square a la Trayectoria Divulgativa Ejemplar 2014. Todos sus libros los presenta en la Fundación Rafael del Pino.
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