Quemar libros: destrozo deliberado del conocimiento

La destrucción deliberada del conocimiento ha sido una constante a lo largo de la historia. Quemar libros examina e ilustra algunos de los episodios clave de esta destrucción de los depósitos de conocimiento. Todos tienen un objetivo común: borrar la historia  y la memoria. O modificarlas.

Richard Ovenden, bibliotecario en la Universidad de Oxford, entiende por depósitos las bibliotecas («acumulaciones de conocimiento libro a libro») y archivos («lugares donde se detallan los asuntos rutinarios pero vitales de la vida cotidiana»). En el capítulo final, plantea cinco funciones que desempeñas estas instituciones.

¿Qué pasaría si se incendiara La Biblioteca Nacional del Madrid? ¿Y si desapareciera el Catastro, o el Registro Civil?

QUEMAR LIBROS: Una historia de la destrucción deliberada del conocimiento, Richard Ovenden. Crítica, 2021. 365 páginas.

 

Hay dos hitos icónicos en la historia de la destrucción deliberada de conocimiento. El incendio de la Biblioteca de Alejandría y la quema pública de libros judíos y de otros escritores «no alemanes», en Berlín, la noche del 10 de mayo de 1933. Richard Ovenden considera ambos hechos como una metáfora.

La Biblioteca de Alejandría es «la metáfora tanto del deseo de amasar conocimiento universal como para trasmitir su pérdida». Mientras que la pira de Berlín —con la que se inicia el libro—, significaría  lo que se puede llegar a hacer con tal de borrar la memoria. Se ha calculado que se destruyeron cien millones de libros durante el Holocausto.

Allí donde se queman libros se termina quemando también a personas.— HEINRICH HEINE, 1823.

quemar libros. Manos rompen un libro
Foto: de una creación de Alicia Martín, Fundación Lázaro Galdiano.

Personas y conocimiento: víctimas de la barbarie

 

Uno de los grandes alicientes de este interesantísimo libro es, sin duda,  el relato de varias historias —individuales o colectivas— poco conocidas por el gran público. Historias, por otra parte, prolijamente descritas y muy bien documentadas.

Tres ejemplos. El incendio de la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos por los ingleses ( 1814). La quema  de las memorias de Lord Byron por sus amigos, con la intención de salvar su reputación (1824 ). La pérdida del 80% de las bibliotecas medievales en Gran Bretaña durante la Reforma (un capítulo verdaderamente interesante).

Algunos de los relatos que se narran en Quemar libros, resultan particularmente aterradores, a pesar del tono contenido de Ovenden, que solo describe hechos. En estos actos de barbarie, no solo el conocimiento fue la víctima, también lo fueron quiénes quisieron preservarlo y recuperarlo.

    • Sarajevo, 1992. El bombardeo de la Biblioteca Nacional y Universitaria de Bosnia- Herzegovina por la artillería serbia, que apuntaba directamente al edificio. Además, francotiradores disparaban contra quienes pretendían salvarla. Tardó tres días en quemarse.
    • El doble incendio de la Biblioteca de la Universidad de Lovaina (Bélgica). Una en 1914. Los alemanes quemaron un millón de libros, después de días de represalia a la población. Y otra, una vez reconstruida, en 1940,  por los nazis.
    • 1942-1943. El contrabando peligroso de la Brigada del Papel, formada por eruditos y  bibliotecarios judíos. Con la excusa de utilizar el papel para calentarse en el gueto, la Brigada sacó cientos de libros y documentos de las bibliotecas de Vilna (capital de Lituania), antes de que fueran destruidos, y  los fueron  escondiendo. Todos sus miembros fueron asesinados.
Quemar libros. Cabina intercambio de libros en Vilna
Entre 1942 y 1943, la Brigada del Papel escondía libros y documentos en sofisticados escondites del gueto de Vilna. Hoy, en esta plaza de Vilna, los libros están a la vista de todos en esta pequeña biblioteca: la libre circulación del conocimiento.  Foto: Rodrigo Martínez-del Rey

Quemar libros: un catálogo de despropósitos

Contar la historia de las bibliotecas es contar la historia de la supervivencia del conocimiento, pero también lo es de sus constantes intentos de destrucción.

Los robos de libros y manuscritos, los expolios, saqueos e incendio de bibliotecas y archivos,  la pira pública y los libros como botín de guerra del vencedor, han sido formas ostensibles de destrucción y manipulación del conocimiento.

Otros métodos son más sibilinos, como la utilización de las tablillas de arcilla de la Biblioteca Real de Assurbanipal (hace casi 3.000 años) para enladrillar paredes, la utilización de antiguos manuscritos religiosos para encuadernar otros libros, o el simple reciclado del papel. Y, más modernamente, el borrado de archivos digitales.

Las bibliotecas y los archivos son fundamentales para el sano funcionamiento de la sociedad. Salvaguardan la verdad contra la proliferación de ‘hechos alternativos’. —RICHARD OVENDEN

Un homenaje a los bibliotecarios y archiveros

 

Este libro surge del «propio enfado» de su autor, consecuencia de la destrucción por parte del gobierno de Theresa May, del archivo de la «generación Windush», la principal prueba que demostraba la nacionalidad inglesa de cientos de inmigrantes.  Richard Ovenden es un alto cargo de las Bibliotecas Bodleianas de la Universidad de Oxford. Una de las más grandes y antiguas del mundo.

Curiosamente, los primeros fondos de la Biblioteca Bodleiana de la Universidad de Oxford, provienen de un expolio, tal como lo narra el propio Ovenden. Después de saquear Cádiz (1596), el duque de Essex, amante de Isabel I de Inglaterra, saqueó la biblioteca del Obispo de Faro, en el Algarve portugués. «Un baúl repleto de libros, con el escudo de armas del Obispo Fernando Martins», fueron a parar a las estanterías de la biblioteca fundada en 1598 por sir Thomas Bodley.

No fueron los únicos. Ovenden hace un repaso minucioso y muy interesante de cómo llegaron a esta biblioteca —o cómo se protegieron— muchos de los libros y manuscritos que pueblan sus  176 kilómetros de estanterías.

A cada nuevo lector de la Bodley, se le hace prometer que «no introducirá en la biblioteca, o encender en su interior, ningún fuego ni llama». Si han leído El infinito en un junco, Irene Vallejo cuenta con mucha gracia cómo se le hizo prestar este juramento.

A lo largo de la historia, bibliotecas y archivos han sido objeto de ataques. Y los bibliotecarios y archiveros. Este libro es, por eso, también un homenaje a las mujeres y hombres que conservan el conocimiento.

 

Tengo más de 30 años de experiencia en comunicación. He convertido mi pasión, el Storytelling, en mi trabajo. Ayudo, por eso, a empresarios, emprendedores y profesionales a definir su Identidad, descubriendo su historia. Soy Coach de Storytelling y Marca Personal. Soy un infatigable lector. Me apasionan la novela negra, el jazz y la ópera.

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