Conversaciones, de la trivialidad al bienestar diario

Mantener conversaciones es tan automático, como respirar o comer. Pero si prestamos tanta atención a lo que comemos, ¿por qué no hacemos lo mismo cuando conversamos?

Conversaciones, varias personas conversando

La catedrática de Lengua Española en la Universidad de Barcelona, Estrella Montolío, reivindica en Cosas que pasan cuando conversamos la importancia de la conversación en nuestro «bienestar cotidiano». Explica, además, cómo crear, conservar y reforzar nuestros afectos a través de una comunicación auténtica.

COSAS QUE PASAN CUANDO CONVERSAMOS, Estrella Montolío. Editorial Ariel, 2020. 232 páginas.

 

En primer lugar, Estrella Montolío quiere dejar claro que conversaciones «cotidianas» puede llevarnos a pensar en adjetivos como «superficiales», «monótonas», «aburridas». Al contrario. Nuestras conversaciones cotidianas son «un universo muy sugerente —dice Montolío— en el que se combinan rutina y novedad». Y en este universo ocurren fenómenos neurológicos, emocionales y físicos.

A lo largo del día mantenemos multitud de conversaciones. Y, consecuencia del aumento de dispositivos electrónicos, el número de conversaciones puede ser incluso mayor. Si bien estas nunca deben sustituir a las que mantengamos cara a cara.

La conversación nos configura, nuestras palabras nos representan. Lo que decimos modela quien somos socialmente.

— ESTRELLA MONTOLÍO

 

Los seis primeros capítulos del libro están dedicados al análisis de las diferentes situaciones que ocurren en nuestras conversaciones cotidianas. Así, la autora explica desde qué ocurre cuando dos que conversan hablan a la vez, hasta cómo defendernos de las agresiones verbales. Ofrece sugerencias tanto para salir airosos de esas situaciones como para no caer en ellas.

Estrella Montolío facilita también sencillos trucos para que detectemos las mentiras verbales y cómo podernos ponernos a salvo de los «delincuentes conversacionales».  Es decir, aquellos que  rompen las reglas implícitas de una conversación.

¿Quién no se ha topado con los que hablan sin parar? ¿Quién no ha tenido que lidiar con los que se «enrollan» o con los que solo contestan con monosílabos? ¿Y con los que mienten y critican?

grabado con varias conversaciones

Conversaciones, narración, metáforas y canciones pegadizas

 

El segundo bloque del libro —los cuatro últimos capítulos — está dedicado a la narración y la metáfora. Los seres humanos somos seres esencialmente narrativos y nos encantan las metáforas.

Nuestras conversaciones diarias están plagadas de metáforas y estructuradas como un relato (storytelling). De manera automática —y simbólica—, metáfora y relato conforman nuestra visión del mundo.

Contamos historias y las cantamos. Algunas de esas canciones pueden marcar nuestras vidas, porque cuentan historias.  Y las cuentan con la estructura de los ancestrales relatos orales.

Las narraciones orales nos vienen acompañado a los seres humanos desde que el lenguaje nos diferenció del resto de los seres vivos. ¿Te suenan canciones como Pedro Navajas o Y nos dieron las diez, cuya estructura Estrella Montolío disecciona?

En esta nota he repetido dos palabras, «conversaciones» y «automático». Nuestras conversaciones cotidianas tienen mucho de automáticas. La Programación Neurolingüística (PNL) es una técnica que quiere combatir el automatismo. La  PNL, en definitiva, lo que busca es mejorar nuestra comunicación mediante la atención a las palabras que usamos.

El último capítulo del libro ofrece unas breves nociones acerca de cómo usar sencillamente esta técnica. ¿Eres de los que utilizas con frecuencia el «Sí, pero»?

«Nos conviene reflexionar y conocer cómo y qué comunicamos para saber desarrollar conversaciones que sean sanas y alimenticias. Y, cuando convenga, curativas.»

—ESTRELLA MONTOLÍO

En resumen

 

Cosas que pasan cuando conversamos es un elogio de la conversación. Está escrito en un tono didáctico y divulgativo.  Muy útil para ayudarnos a analizar (y romper) nuestros mecanismos automáticos cotidianos. Libro útil también para coaches y para quienes trabajamos con el storytelling.

Los capítulos están construidos  a base de artículos de extensión diferente. Recuerdan a las piezas periodísticas que la autora realiza en sus habituales colaboraciones en la prensa y la radio.

Cosas que pasan cuando conversamos contiene numerosos ejemplos de conversaciones, algunas de las cuáles podríamos fácilmente reconocerlas como propias. Este libro nos retrata a todos.

 

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El storytelling es el arte de historiar

 

Coaching, mirar la vida de manera diferente

El coaching está de moda. Esta es una frase que se repite desde los medios de comunicación a las charlas de barra de bar. Y la mayoría  de las veces se desconoce qué es el coaching.

Escribo esta nota tras escuchar a un famoso y prestigioso periodista afirmar en la radio que «un coach es alguien que te hace cambiar, quieras o no». Nada más alejado de la realidad.

Mirar diferente

En una escena de la comedia La extraña pareja (1968), Walter Matthau (Óscar) pregunta a Jack Lemmon (Félix):

—¿Es que no piensas cambiar? ¿Seguirás siendo siempre el mismo hasta tu último aliento?

A lo que Jack Lemmon, responde:

—Cada uno es como es, Óscar.

Cambiar o no cambiar, he aquí el dilema. Seguir siendo siempre los mismos o permitirnos cambiar la óptica desde la cual miramos la vida. Porque eso es cambiar, mirar el mundo de manera diferente.

Somos lo que pensamos

El filósofo griego Epicteto, hace dos mil años, dejó escrito en su Manual de vida (Enquiridión) que «no es lo que nos pasa, sino lo que pensamos sobre lo que nos pasa».

Con gran visión, el filósofo estoico apuntaba ya directamente al centro del comportamiento humano: así cómo pensamos, sentimos. Y de acuerdo a cómo sentimos, así actuamos. Nuestra actitud es un conjunto de pensamientos sustentados en creencias, entendidas estas como las ideas que configuran la forma en que vemos la realidad. No hay otra persona en el mundo que vea la vida como tú.

¿A qué reflexión lleva esta afirmación?

Somos lo que pensamos. Si queremos cambiar algo en nosotros, tenemos que comenzar por cambiar nuestras creencias, algunas instaladas en nuestro subconsciente desde niños. Otras adquiridas con el tiempo. Creencias sobre la vida, sobre los demás, sobre nosotros mismos.

Esto, que puede parecer fácil, ¿por qué nos provoca entonces tanto sufrimiento? Las posibles respuestas se orientan hacia nuestra natural resistencia al cambio y al no saber qué nos pasa.

Nadie puede obligarnos a cambiar, es voluntario. Nihil difficile volenti, nada es difícil si hay voluntad, decían los clásicos. La voluntad es, por tanto, el motor del cambio. La voluntad no consiste, sin embargo, en empeñarse, sino en querer cambiar nuestra óptica. Y, además, hacerlo sin sufrimiento. El sufrimiento es opcional, no nos viene de serie.

Es aquí donde entra en escena el coaching. 

el coaching es cambiar el foco

El coaching es ampliar el foco

El coaching es, fundamentalmente, una conversación. En latín, referido a personas, conversatio quería expresar el hecho de estar vuelto hacia los otros. Una conversación es una doble vía: hablar y escuchar.

La pregunta del coach tiene que nacer de la respuesta del cliente (coachee), porque el coach no es un experto en la materia que se quiere cambiar. A través de sus preguntas, el coach ayuda al cliente a mirar la vida de manera distinta a cómo lo está haciendo. Un proceso de coaching es, en definitiva, un proceso de transformación, de cambio y aprendizaje.

A diferencia de la conversación que podamos mantener —por ejemplo, con un amigo—, en la que, frecuentemente, buscamos un consejo, una pauta de comportamiento, o el refrendo de nuestras propias posiciones, el coach no aconseja, no opina, no afirma. Y, sobre todo, no juzga sobre lo que escucha.

El coach es un profesional que ofrece perspectivas diferentes a su cliente. Mirar las cosas de una manera distinta, ayudará al cliente a encontrar respuestas. Respuestas que están dentro de él y que tendrá que encontrar contestando a las preguntas del coach. Si somos parte del problema, la buena noticia es que también lo somos de la solución.

Muchas cosas nos las vemos, simplemente, porque no les ponemos foco. Aquello en lo que nos enfocamos, provoca realidad. Eso lo saben muy bien las embarazadas. Cuando van por la calle verán muchas mujeres en su mismo estado. No es que haya más mujeres embarazadas, solo que han puesto su foco en otras mujeres como ellas.

El coach, como los antiguos acomodadores de los cines, ilumina con la linterna de sus preguntas, para que el cliente vea otras realidades diferentes a la suya.

LIBROS RECOMENDADOS

Coaching. El Método para mejorar el rendimiento de las personas. John Whitmore. Paidós, 2011

No soy SUPERMAN. Luces y sombras de una conversación interior. Santiago Álvarez de Mon. Pearson Educación, 2007

Cinco actitudes básicas para dar un buen feedback

 

Un feedback (retroalimentación en castellano) no puede genera nunca una situación de enfrentamiento entre quien lo da y quien lo recibe. Por tanto, un buen feedback  ha de abrir perspectivas en la otra persona, darle opciones para crecer, permitirle aprender y, finalmente, generarle confianza.

Un buen feedback es valioso no solo para tus relaciones personales. También lo es para tus relaciones profesionales, bien sea con tus compañeros de trabajo o con tus clientes. Un buen feedback es un elemento primordial para tu Marca Personal.

Estas son cinco actitudes básicas que te permitirán dar una buena retroalimentación. Las cinco están en nuestra mano.

1. EL FEEDBACK HA DE SER DESCRIPTIVO, NO EVALUATIVO

 

Al describir nuestra reacción ante determinada conducta, dejamos a la persona en libertad de hacer uso de la misma en la forma que considere pertinente. Evitar el uso del lenguaje evaluativo reduce la necesidad de la otra persona de reaccionar de manera defensiva. El hecho de dar un calificativo a una conducta, hará que la otra persona se ponga en guardia, o que pase al ataque. Conviene recordar que calificar algo, supone dar una opinión personal.

2. EL FEEDBACK ES ESPECÍFICO, NO GENERAL

 

Si se le dice a una persona que es «dominante», probablemente no sea tan útil como si le dijera, «en este momento, cuando hemos estado tratando de decidir esta situación, tú no has estado escuchando lo que los demás han deseado expresar, y yo me vi forzado a aceptar tus argumentos, o de lo contrario, tendría que afrontar tu ataque». La retroalimentación ha de ir encaminada, pues, a la acción concreta de la persona a la que queremos dar feedback.

Cómo concretas han de ser las palabras que utilicemos. No podemos, por eso, utilizar palabras o expresiones que quien recibe el feedback no ha dicho. Hay que parafrasear al otro. Cada palabra tiene un significado diferente para cada uno de nosotros. Si nuestro interlocutor dice que algo es »una pesada carga», no podemos decirle nosotros, «es difícil», o es «una losa», o es «complicado».

3. TOMAR EN CONSIDERACIÓN LAS NECESIDADES DE QUIÉN LO RECIBE

 

El feedback puede ser muy destructivo cuando sólo responde a las propias necesidades del que lo ofrece, sin tomar en consideración las de la persona que lo recibe.

4. EL FEEDBACK ESTÁ DIRIGIDO HACIA AQUELLA CONDUCTA QUE PUEDE SER MODIFICADA

 

Cuando señalamos alguna limitación sobre la cuál la persona no tiene control alguno, sólo lograremos aumentar su frustración.

5. EL FEEDBACK DEBER SER OFRECIDO EN EL MOMENTO PRECISO

 

En general, es mucho más efectivo si se ofrece inmediatamente después de ocurrir la conducta. Pasado el tiempo no tiene sentido alguno. Depende, naturalmente, de cuán preparada esté la persona o grupo para recibirlo en el momento oportuno. Y en este segundo caso, del apoyo que puedan ofrecer otros miembros del grupo.

 

 

 

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