La aventura de reconstruirse: ¿qué quiero ser?

El miedo a hacer algo diferente, es uno de nuestros más grandes miedos. Lo desconocido nos provoca pánico, terror, y eso se traduce en ansiedad, que nos paraliza. La aventura de reconstruirse comienza por preguntarse: ¿qué quiero ser?

catedral de barcelona, la aventura de reconstruirse
Foto: José Anastasio Martínez

Javi Nieves se ha emocionado contando la noticia en la radio. Noto cómo se le quiebra la voz:

Medio millón de españoles mayores de 55 años ya no confían en encontrar trabajo. En los dos últimos años este número se ha incrementado el 21%.

La desilusión se ha apoderado de ellos, pienso. Medio millón de compatriotas que han perdido la esperanza. Esta es la noticia. La «d»  de desesperanza y de desilusión se escribe hoy con medio millón de rostros, con medio millón de historias que contar.

Pero ninguno quiere salir a contarla en La mañana de Cope, dice Javi Nieves, el director del programa. Y le flaquea la voz al decirlo. Javi es un periodista honesto, uno de esos presentadores en los que su «voz es la expresión de su alma», como escribió Leonardo Padura.  No sé si la tristeza que hay en su voz es por la noticia o porque no hay nadie que quiera ofrecer su testimonio.

Ninguno de esos miles de desempleados quiere hablar. Se sienten —quizás—avergonzados, o culpables, por estar desempleados. Igual que las mujeres maltratadas se sienten culpables, a pesar de ser ellas las agraviadas. Igual que aquellos que han sobrevivido a un atentado, soportan la culpa de estar vivos.

Medio millón de personas que arrastran los pies, y caminan con la cabeza agachada y los hombros caídos. Medio millón de personas que han colgado la corbata o que ya no se maquillan para salir a la calle, porque —dicen—: «eso es para los que trabajan». Y ya ni siquiera salen a la calle.

escaparate con maquillaje, la aventura de reconstruirse

La aventura de reconstruirse, una cuestión de actitud

Todo en la vida es una cuestión de actitud. Un curso te hace sentir vivo, te da un motivo para levantarte cada mañana, siempre que no lo consideres como una obligación.

«Quiero hacer ese curso», en lugar de, «Tengo que hacerlo»

El aprendizaje es un como una dinamo: nos mueve mientras nos recarga. Un curso se convierte así una fuente de nuevas oportunidades. En los descansos, hablas con otros como tú, compartes miedos y angustias, en torno a un café, o apoyados en la fachada fumando un cigarrillo. Esas conversaciones pueden ser una fuente de inspiración para —tal vez— comenzar a soñar en un proyecto común. Un curso es una plataforma, un lugar desde el que se puede comenzar a construir el futuro, la inspiración para comenzar la aventura de reconstruirte.

Miedo a lo desconocido

El miedo a emprender, a hacer algo diferente, es uno de los más grandes miedos con los que me he encontrado en las decenas de cursos a los que he asistido. He compartido cafés y pupitre con cientos de personas de toda condición, muchos de ellos muy formados, con experiencia. Trabajadores, en fin, muy preparados que han visto truncada su vida, cuando en su horizonte sólo se dibujaba disfrutar de la jubilación.

Esos compañeros de curso me manifestaban su miedo a comenzar una nueva actividad. Lo desconocido nos provoca pánico, terror, cuando no ansiedad enfermiza. No creas que te estoy hablando cómodamente desde la barrera. Te estoy hablando desde el ruedo. Yo mismo he sentido ese pánico, después de años trabajando por cuenta ajena. Yo he sentido físicamente el vértigo pegado a mi estómago, atenazándome.

El lenguaje es acción

De decir que «estoy parado» a decir que «estoy desempleado», media un abismo. Si me digo que «estoy parado», mi cerebro me hace caso y no hace nada por mí. El cerebro entonces nos ratifica, y como estás parado, no te invita a moverte. No hace nada por ti. Si te hablas como «estoy desempleado», la cosa es muy diferente: tu cerebro te ayuda a buscar alternativas. Es un primer paso para comenzar la reconstrucción.

Y ya —en el extremo de la angustia— , si te dices: «soy un parado», estás dando a tu situación un valor esencial. «Yo soy» es tu identidad, tu esencia más profunda. Tu ego se empequeñece entonces y tu autoestima se escapa entre tus dedos como si fuera agua.

No tengo respuestas. Todas están dentro de ti. Sólo tengo preguntas, las mismas que yo me he hecho, y con la que comienza la aventura de reconstruirse.

¿Qué quieres hacer? ¿Quién quieres ser? ¿Qué estás haciendo para conseguirlo?¿Cómo quieres reconstruirte?

 

¿Cuál es tu primer paso? Contra la rutina diaria

¿Cuál es tu primer paso al comenzar el día? ¿Cúal es tu primer paso para cambiar lo que no te gusta, pero sabes que has de cambiar?

hormas de zapatos, cuál es tu primer paso

La Plaza Mayor de la ciudad donde nací tiene soportales laterales. A los soportales de un lado se les conocía como  «los tristes”. Los del lado opuesto eran «los alegres”. Ese calificativo aludía a que por los alegres iba todo el mundo. Los tristes estaban casi siempre vacíos.

Nos acostumbramos a hacer siempre las mismas cosas. A caminar por donde caminan los demás. Nos sentimos cómodos, seguros con lo que no nos es familiar. Abandonarlo nos asusta, porque entramos en lo desconocido.

¿Comienzas el día con la misma rutina?

 

    • Cuando sales de tu casa, ¿lo haces siempre por la misma acera? ¿Y cuándo regresas?
    • En clase, ¿te sientas siempre en el mismo lugar, con los mismos compañeros?
    • Y en el trabajo, ¿saludas a las mismas personas de la misma manera, a diario?

Nuestra resistencia al cambio es, en realidad, el miedo a lo desconocido. Este miedo forma parte de nuestra naturaleza. Pero, a la vez, los seres humanos somos exploradores por naturaleza. Qué sería de nosotros si no tuviéramos contradicciones.

¿Cuál es tu primer paso?

Lo que necesitamos lo tenemos dentro de nosotros. El sencillo gesto de cambiar de acera, nos cambia la perspectiva. No sólo nos hace ver las cosas de manera diferente.  Supone además una ruptura con lo que estamos acostumbrados a hacer. Es una nueva actitud. Es estar dispuesto a incorporar nuevos aprendizajes. Probar y ver si las nuevas posibilidades nos valen o no. Y, si nos sirven, incorporarlas y hacerlas nuestras. Hemos roto el círculo vicioso de nuestras rutinas.

Cambiar es un proceso paulatino. Necesita tiempo. El primer paso es el más importante de todos. El que nos coloca en el camino. Es también el más difícil. Conseguirlo es, si me permites la expresión, un chute de autoestima. Pero una vez dado, nada nos podrá parar.

Pasados los años, nadie dice que los soportales de la ciudad donde nací sean alegres o tristes. Los que antes eran los alegres, lo siguen siendo: camina mucha gente por ellos. Pero los tristes se han convertido en alegres igualmente, porque alojan las terrazas de nuevos bares, atestadas en verano y de paso obligado en invierno.

Cambiar algo nuevo cada día

El primer proceso de coaching en el que yo fui cliente, pacté con mi coach un pequeño plan de acción. Algo muy sencillo. Lograrlo me dio la confianza suficiente para alcanzar metas más complicadas. Es por eso que con mis clientes suelo pactar un primer plan de acción que suponga un cambio muy pequeñito. Un primer impulso que les lleve a la consecución de sus metas. Que ganen confianza. Como si se lanzaran a una piscina.

set de maquillaje cual es tu primer paso

Apliqué pues aquella misma técnica cuando fui coach. Recuerdo una chica con la que realicé un proceso de coaching. Estaba sin trabajo. Cuando salía a buscarlo —y lo hacía a diario— no se maquillaba. Me decía que maquillarse era para «las que tienen trabajo».

No fue fácil cambiarle esa creencia. Así que su primer plan de acción fue maquillarse para salir a buscar trabajo. En un mes, encontró trabajo. Pero no porque fuera mejor profesional ni porque fuera maquillada, sino porque su actitud cambió. Maquillarse hizo que su autoestima se disparara y enfrentara las entrevistas de trabajo segura de sí misma. Encontró trabajo.

Lo verdaderamente importante es que estemos dispuestos a cambiar algo nuevo cada día.

¿Cuál va a ser tu primer paso?

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Me declaro fanático de las palabras que comienzan por el prefijo latino “co”. Me encantan porque me remiten a conceptos como unión, ensamblaje, participación. ¿Será por esto por lo que me gusta tanto el juego de Lego?

Este juego es una precisa y preciosa metáfora de la vida. Piezas que encajan perfectamente, con las que cimentar, crear y montar todo aquello que queramos construir.

Entre esas palabras que comienzan por «co», destaco tres: confianza, coherencia y congruencia. De la confianza ya he hablado en otras notas de este blog. Hoy quiero centrarme en la congruencia.

En geometría se dice de que dos figuras son congruentes cuando tienen el mismo tamaño y la misma forma, aunque su posición y su orientación sean diferentes. Los matemáticos no dicen que sean iguales, sino que están de acuerdo.

La voluntad es el motor del cambio

Ser coach es una actitud, una filosofía de vida. Para ser congruente como coach, tengo que serlo primero como persona. Si quiero ayudar a otras personas en su proceso de cambio, yo debo cambiar primero. El cambio ha de comenzar por uno mismo. Esta es mi manera de ser congruente, de estar de acuerdo con mi cliente, estándolo primero conmigo.

D´Arte Coaching, la escuela en la que me he formado como coach, tiene una frase como eslogan. Con ella, todos mis formadores comenzaban sus clases:

Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo.

GHANDI

Este pensamiento de Ghandi es una permanente invitación a revisarnos. A bucear en nuestro interior. Sin que no se nos olvide ni un solo día la necesidad de realizar nuestro propio viaje interior. Ser, en definitiva, los artífices de nuestro cambio, para extenderlo después como una mancha de aceite.

Cambiar es empezar a pensar de manera distinta en las mismas circunstancias, para lograr resultados diferentes.

— RAFAELA SANTOS, psiquiatra

El cambio es una puerta que se abre desde dentro

Nuestra manera de pensar no puede ser algo estático, ha de evolucionar.  Y para eso es necesario cambiar la perspectiva con la que miramos. Esto me lleva directamente a explicarte cómo hago mi trabajo como coach. Abro perspectivas a mi cliente. Una invitación para que sea él el artífice de su propio cambio.

El cambio es una puerta que tenemos que abrir desde dentro. Por eso solo podemos abrirla  voluntariamente. La voluntad es el motor del cambio. Voluntad para aprender cosas nuevas.  Voluntad para cambiar actitudes. Voluntad para adquirir nuevos conocimientos personales.

Ley es también obedecer a la voluntad de uno.

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA

¿Por qué no eliges ser tú ese uno? Lo bueno es que no tienes que cambiar cada cuatro años, como si fueras un candidato a tus propias elecciones. Lo mejor es que puedes hacerlo a diario.