Cuatro días ha estado perdido el disco duro externo de mi ordenador. Aunque para ser sincero, debo decir que no he sabido buscarlo.
Miré en el cajón donde habitualmente lo guardo. Su caja estaba vacía. Moví papeles, levanté libros. Nada. Pregunté a los compañeros con quienes había trabajado los días posteriores a la última vez que lo utilicé, por si, erróneamente, se lo hubiesen llevado entre sus cosas.
—Es rectangular, de color naranja metalizado casi teja— les decía.
Nadie lo había visto.
Al quinto día comencé de nuevo la búsqueda. Una luz se encendió entonces en mi cabeza: con el disco hay un cable USB conectado. Pensamos en imágenes, así que decidí cambiar la imagen con la estaba buscando por otra. «Busca el cable», me dije. Fui derecho al cajón donde suelo guardar el disco. Allí estaba el cable, y al final del cable, mi disco duro externo.
Espacios de atención
En sus conferencias, el doctor Mario Alonso Puig llama a este fenómeno «espacios de atención». Lo liga al Sistema Reticular Activador Ascendente (SARA), la parte de nuestro encéfalo encargada de los ciclos de vigilia y el sueño.
SARA sería, para entendernos, una especie de linterna que enfoca lo que le interesa. Durante cuatros días, mi SARA enfocó a un objeto rectangular naranja metalizado casi teja. Cuando le dije a mi cerebro que fijará su atención en un cable USB negro enrollado, él, muy obediente, me hizo caso.
Me ocurrió como en ese ejemplo que se cuenta acerca de que una mujer embarazada ve mujeres embarazadas allá donde vaya. No es que haya en ese momento más o menos mujeres en estado (baby boom, aparte), sino que el foco de atención de una mujer embarazada ha cambiado. Ahora lo dirige a otras mujeres en el mismo estado que ella. Igual que si te compras un coche rojo, de pronto crees que a todo el mundo le ha dado por comprárselo de ese color. No.
¿Es real la realidad?
Pero la cosa no acaba aquí, porque mi SARA, me tenía reservada otra sorpresa. ¡Mi disco duro externo es negro, no naranja metálico casi teja!
A decir verdad, tiene una tapa superior naranja metálico casi teja, y una inferior de color negro. Trabajo con él boca arriba, de modo que la imagen que tenía de él era esa, la parte superior. Hubiera declarado bajo juramento que es de color naranja metálico casi teja. Hubiera negado con las misma rotundidad que fuera negro.
Simplemente, había mirado mi disco duro externo desde una única perspectiva. Y lo busqué de igual manera, desde la perspectiva única de su color. En el momento en el que cambié la manera de buscar, me bastaron unos pocos segundos para encontrarlo. Además, mi campo se abrió, ahora sé que mi disco duro es bicolor. Lo que yo había dado por cierto no era la realidad, era solo es una parte.
Imaginemos una situación habitual. Estamos sentados tú y yo frente a frente. Yo levanto mi disco duro externo, tomándolo como se sujeta un teléfono móvil para hacer una fotografía, con los dedos índice y pulgar de cada mano. Si te pregunto a ti de que color es, defenderás con uñas y dientes que es negro (o naranja metalizado, casi teja), mientras que yo defenderé exactamente lo contrario. Y ambos tenderemos razón.
¿No es esto una situación habitual en el trabajo, con los amigos, en una pareja?
Mirar a través de los filtros
Si le doy la vuelta al disco, quien lo veía naranja lo ve negro y viceversa. Y seguiremos defendiendo el color a capa y espada. Sin embargo, algo ha cambiado. Ahora sabemos que no es solo de un color. Ya no podemos defender a ultranza que sea negro o naranja metalizado.
Al cambiar nuestra perspectiva, cambia nuestra percepción de la realidad
Hemos mirado en este segundo caso la realidad desde la perspectiva del otro, del que tenemos enfrente. Quizás ahora puedas entender que la perspectiva con la que vemos las cosas cambia la realidad. La realidad es infinita, tiene tantos ángulos como observadores la estén mirando.
Las cosas ocurren. Otra cosa muy diferente es como las enfoquemos nosotros. Es decir, cómo lo veamos, o cómo queramos verlo. En ese momento entran en funcionamiento nuestros filtros, es decir, todo aquello que nos hemos venido forjando a lo largo de nuestra vida y nuestras experiencias. O sea, lo que se denominan nuestros paradigmas.
Cualquier cosa que no encaje en nuestra forma de mirar la vida, nos resultará invisible.
Tan invisible como mi disco duro externo, que lo lo tenía delante de mí desde el mismo momento que lo di por perdido.
Creer que la propia visión de la realidad es la realidad misma, es una peligrosa ilusión.— Paul Watzlawick
¿Cómo enfocarás tu próxima conversación?
LECTURAS RECOMENDADAS:
Madera de líder, Mario Alonso Puig. Empresa Activa. Ediciones Urano. 2004
¿Es real la realidad?, Paul Watzlawick , Editorial Herder. 1979