Homo Deus, o el poder de los algoritmos

Homo Deus, de Youval Noah Harari, es la continuación de Sapiens. Fue este libro el que puso a su autor, un joven Catedrático de Historia israelí, en el mapa de los nuevos pensadores contemporáneos. Si en Sapiens se hacía tal como rezaba su subtítulo, Una breve historia de la humanidad, en Homo Deus, Harari trata de explicar como será el futuro en 2050.

HOMO DEUS. Una breve historia del mañana, Yuval Noah Harari. Debate, 2016

 

El libro(«sin hacer profecías») se centra en identificar las posibilidades más oscuras a las que nos enfrentamos en las próximas décadas. Es parte de la responsabilidad de los científicos y los académicos. Así lo explicó Harari en una conferencia de presentación de Homo Deus en Fundación Telefónica, el 13 de octubre de 2016.

Homo Deus o el futuro impredecible

 

Federico García Lorca dejó escrito que «el futuro es un tramo de silencio que aún no ha hecho ruido». Con una visión menos poética que la expresada por el escritor granadino, el historiador israelí Yuval Noah Harari (1976) trata de poner voz a ese tramo de silencio en Homo Deus, una breve historia del futuro. «Ahora más que nunca el futuro es impredecible. La gente ha de ser consciente y empezar a actuar» —dice Yuval Noah Harari, profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén.

No sabemos que pasará en 2050, así que habrá que comenzar a imaginar escenarios posibles. Y si nos dan miedo algunas de esas posibilidades, entonces tendremos que pensar hacia donde queremos que vaya el mundo.

YUVAL NOAH HARARI.  

Homo Deus-Frankestein
«Una desapacible noche de noviembre contemplé el final de mis esfuerzos. Con una ansiedad rayana en la agonía, coloqué a mi alrededor los instrumentos que me iban a permitir infundir un hálito de vida a la cosa inerte que yacía a mis pies». Frankenstein– Mary Shelley, 1818

Frankenstein y Homo Deus

 

Resulta cuando menos curioso el planteamiento de Harari. Dice no hacer profecías, pero, a la vez, dibuja un panorama más propio de un visionario (o un delirante guionista de Hollywood) que de un profesor de historia. «Hacer una profecía es inútil, porque no se podría cambiar nada—explica Harari—. La historia nos ayuda a liberar nuestro pensamiento. No es tanto predecir el futuro como liberarnos del pasado. La historia da la libertad de ir más allá de los relatos inventadas por los humanos durante siglos».

Por otra parte, este pensador considera que la revolución científica no ha sido una revolución del conocimiento. Ha sido, sobre todo, una revolución de la ignorancia. «El gran descubrimiento que puso en marcha la revolución científica fue descubrir que los humanos no saben las respuestas a sus preguntas más importantes.»

Homo Deus es una consecuencia natural en el desarrollo de la línea de pensamiento de Harari. Es una secuela que se atisbaba ya en el epílogo de su anterior libro, el que lo catapultó a la fama, Sapiens. Las últimas líneas de Sapiens eran una pregunta,  no menos inquietante y provocadora: «¿Hay algo más peligroso que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que quieren?»

La respuesta que da Yuval Noah Harari a esta pregunta está en este segundo libro: «El Homo Deus no es una metáfora. El ser humano puede crear vida. Frankenstein y Homo Deus son la misma cosa. El producto principal de la economía del siglo XXI será la construcción de cuerpos, mentes y cerebros. Si queremos jugar a ser dioses, podemos ser severamente castigados, porque ya no dependemos de un dios por encima de las nubes que solucione nuestros errores. Necesitamos ser más responsables”.

Homo Deus: la gran revolución

 

Estamos ante la mayor revolución que hayamos vivido, la de nuestras estructuras más profundas, considera Yuval Noah Harari. En doscientos años, los humanos como nosotros, desaparecerán, seremos algo distinto, «una nueva raza diferente, que seamos mejores o peores es una pregunta abierta

¿Cómo se producirá este cambio? Harari apunta tres maneras:

      1. A través de la ingeniería biológica. Pequeños cambios en el ADN pueden hacer que el Homo Sapiens sea el Homo Deus: cambiar la selección natural darwiniana por la manipulación genética; humanos capaces de crear superhumanos.
      2. Ingeniería cyborg. Conectar partes orgánicas con inorgánicas. Los grandes récords ya no se darán en los Juego Olímpicos, sino en los Paralímpicos. El Homo Sapiens se fusionará con las máquinas para crear una entidad completamente nueva.
      3. Vida inorgánica. La forma más radical de cambio: cambiar el cerebro por superordenadores. Cambiar la química del carbono por la química de silicio, la mayor revolución en cuatro mil millones de años. Esto va a posibilitar que la vida vaya más allá del planeta Tierra.

La visión del futuro está hoy en Silicon Valley

 

El cambio que se va a producir en los próximos treinta o cuarenta años, no es algo que ocurrirá de repente, como si fuera una película de ciencia ficción, se está produciendo ya. Por eso, Harari alerta: «cada día decidimos dar a nuestro teléfono móvil una mayor capacidad para que tome decisiones en nuestro nombre. El activo más importante que tenemos hoy día son nuestros datos personales, y los estamos dando libremente a cambio de unos pocos servicios y vídeos de gatos.»

Hay «un romance» entre el Homo Sapiens y las máquinas, «los libros ya nos leen». Olvidamos mucho de lo que hemos leído, «pero Amazon no olvida. Eso le da un poder inmenso. Estamos controlados por los algoritmos.»

HARARI: «FACEBOOK, AMAZON Y GOOGLE NOS CONTROLAN A TRAVÉS DE LOS DATOS QUE TIENEN DE NOSOTROS.»

 

«Cada día se concentra más poder en estas empresas. Hoy no hay liderazgo en los gobiernos, son meros gestores. El sistema político está perdiendo el contacto con la realidad. No está siendo consciente del avance de la tecnología. Están perdiendo la capacidad de dirigir a la humanidad. Los líderes piensan en el futuro. La visión del futuro está hoy en Silicon Valley.» Por esta razón, Harari considera que una de las mayores responsabilidades que tenemos hoy y, especialmente los jóvenes y el sistema político, es ser conscientes de lo que está ocurriendo.

Es peligroso que solo sean empresas privadas las que piensan en el futuro.

YUVAL NOAH HARARI

Los irrelevantes

 

Otro de los peligros que Harari atisba en el horizonte es que los seres humanos seremos cada vez más «innecesarios». ¿Quién pensaba hace 10 años que un coche podía ser conducido por un ordenador? Muchos trabajos serán realizados por robots. Los trabajos que hoy conocemos desaparecerán y se crearán otros nuevas. No sabemos cuales. Esto va a generar una gran incertidumbre. ¿En que trabajaremos?

Lo que hoy aprendemos será irrelevante dentro de treinta o cuarenta años. ¿Cómo sobreviviremos? La nuevas biotecnologías tendrán consecuencias económicas, sociales y políticas. Es vital comenzar a hablar de esas implicaciones desde ahora mismo. La tecnología es un problema, pero también es la solución: la biotecnología nos ayuda a crear un mundo mejor.

YOUVAL NOAH HARARI

«Tras noches y días de increíble labor y fatiga, conseguí descubrir el orígen de la generación y la vida: es más, yo mismo estaba capacitado para infundir vida en la materia inerte». Frankenstein– Mary Shelley, 1818

Privacidad versus salud, la batalla del siglo XXI. La inmortalidad

 

Para Harari, la muerte no es un fenómeno metafísico, «es un problema técnico, y los problemas técnicos tienen soluciones técnicas. La muerte es un negocio». Ilustra su razonamiento hablando de Calico (California Life Company), la empresa de Google, que tiene como objetivo ampliar nuestra esperanza de vida. «Los pobres se seguirán muriendo, mientras que los ricos podrán seguir viviendo eternamente. En unos cien o ciento cincuenta años, la desigualdad económica se convertirá en desigualdad biológica, aparecerán las castas biotecnológicas. De la misma manera que la inmortalidad se convertirá en algo muy importante, la igualdad se convertirá cada vez más en algo menos importante.»

ESTAREMOS EN MANOS DE QUIÉNES CONTROLEN LOS ALGORITMOS

 

El poder estará en manos de una élite, las corporaciones que saben todo de nosotros, a las que cedemos toda nuestra información.  «Podremos vivir más años, siempre que cedamos nuestra privacidad a Google, Facebook, o al gobierno. Controlarán nuestro cuerpo 24 horas al día instalando sensores para medir y buscar anormalidades, y compararlas con las de millones de personas más». Inmortalidad (“amortalidad”, Harari dixit ) a cambio de privacidad.

El consejo más antiguo

 

El propósito de Yuval Noah Harari al escribir Homo Deus es alertar para que no se cumplan las peores posibilidades. Por eso,  la gran cuestión que plantea es, ¿cuáles son las prioridades de la humanidad para el siglo XXI?

Este es el gran debate que debe estar presente en este momento en el mundo, dice Harari. Invitó, por eso a los jóvenes que asistían a la presentación,  a que trabajaran su «resiliencia emocional», es decir, la capacidad para adaptarse al cambio: «si eres anticuado en 2050, serás irrelevante».

Una joven preguntó a Harari qué hacer para que el futuro que había dibujado fuera menos oscuro.

Esta fue la respuesta del autor de Homo Deus: «Si no sabemos quienes somos ni lo que queremos de la vida, hay un grave riesgo de que las nuevas tecnologías nos dicten cuales son nuestros objetivos. Seremos usados por la tecnología para sus objetivos. Cuando Sócrates y Buda decían: conócete a ti mismo, no había competidores. Ahora sí los hay: Amazon, Google, Facebook. Si llegamos al punto en que estas corporaciones nos conozcan mejor que nosotros mismos, perderemos el control de nuestras vidas. La autoridad irá de nosotros al algoritmo de Facebook».

El historiador recurrió  con esta respuesta a uno de los consejos más antiguos, conocernos a nosotros mismos, saber qué queremos de la vida. La creación de un terreno sólido bajo nuestros pies.

 

El coaching, un proceso de cambio y aprendizaje

La revista Registradores, órgano de expresión del Colegio de Registradores de España, que dirige la periodista Leonor Recio, publica en su último número un artículo firmado por mí, bajo el título El coaching: un proceso de transformación, cambio y aprendizaje.

El objetivo de este artículo no era otro que divulgar mi profesión y mi gran pasión, el coaching. Quise hacerlo que fuera sencillo sin recurrir por ello a la enunciación de grandes teorías o modelos.

Este artículo tenía que ser de fácil comprensión para aquellos que solo han oído hablar de él. Sustancioso para los que son profesionales. Y, finalmente,  que  sirviera de marco teórico- práctico a los alumnos de las Escuela de Coaching, o para quien desee iniciarse en el apasionante e infinito campo del coaching. Puedes leerlo completo aquí.

Ideas fundamentales

Este artículo se sustenta en tres conceptos:

  1. Somos lo que pensamos. No es lo que nos pasa, sino lo que pensamos que nos pasa (Epícteto)
  2. Cambiar significa cambiar nuestras creencias. ¿Qué cree sobre usted? ¿Qué piensa de los demás? ¿Cuál es su concepción la vida?… El cambio ha de nacer del interior; cualquier otro cambio es solo maquillaje.
  3. El coach como elemento catalizador para que el cliente amplíe su foco. A través de preguntas abiertas, el coach ayuda a su cliente que contemple la realidad de una manera diferente a cómo lo está haciendo.

El artículo ofrece, ademas,  los orígenes de la palabra coach, una vez que el término ha entrado en el Diccionario de la Real Academia Española. Otro importante aspecto que el artículo recoge son las fases clave que componen un proceso de coaching.

 

 

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Actuamos de acuerdo a nuestras creencias. Algunas de esas creencias están instaladas en nosotros desde nuestra infancia. Otras las hemos ido adquiriendo a lo largo de nuestra vida.

Posiblemente, hoy mismo — o ayer, o la semana pasada— de manera inconsciente, una creencia se ha instalado en ti. Exactamente como si fuera un programa de ordenador. Una instalación en la que, sin embargo, no has pulsado la casilla «Acepto».

o sea, que SOMOS LO QUE PENSAMOS, PORQUE SOMOS EN LO QUE CREEMOS

 

La historia que quiero contarte a continuación es el relato de un cambio en mi personal sistema de creencias. La historia transcurre en una quesería, en un pueblecito suizo, en el valle del río Emme.

Lagos, montañas y vacas felices

 

Los lagos en Suiza son como espejos, las montañas son insultantemente verdes y las casas tienen las ventanas llenas de geranios. O sea, como en las postales.

De postal era también el anciano de cara rosada que llegó a la quesería que yo visitaba. Vestía  pantalón corto y peto de cuero. y un sombrero tirolés. Con su pluma y todo. El hombre conducía una bicicleta con un carrito enganchado en el que había colocados nueve cántaros de leche. Descargó su mercancía y se marchó. Como tantos campesinos del valle del  río Emme, en el cantón de Berna, este hombre deja —antes de que se haga de día— su producción lechera para la elaboración de queso.

Después de ver el proceso de elaboración del queso, me llevaron a una gran cava donde las ruedas de queso maduraban. El olor era fuerte. Hacía frío. El cuidador de este proceso es el maestro afinador. Llevaba unas gafas doradas metálicas, bata blanca y un delgado martillo metálico con el que golpeaba los quesos. Luego ponía la oreja y escucha. Solo con escuchar sabía en qué punto de maduración estaban los cientos de quesos de la cava. ¡Impresionante!

El maestro afinador rompió una creencia muy arraigada en mi. Y creo que en miles de personas, los famosos agujeros del queso Gruyère. ¿Quién no ha dicho alguna vez que una cosa está más agujereada que un Gruyère?

EL QUESO GRUYÈRE NO TIENE NI UN SOLO AGUJERO

 

El queso que tiene agujeros es el queso Emmentaler, el queso que yo había estado viendo producir, y que debe su nombre al cercano río Emme. Los agujeros se producen cuando explotan las burbujas de CO2 durante el proceso de fermentación. Y lo que el maestro afinador escuchaba eran las vibraciones que se producen en los huecos al golpear con el martillo.

¿Qué te sugiere esta atenta manera de escuchar del maestro afinador, respecto a tu manera de ejercer la escucha?

La foto que está en la cabecera de este artículo y la que tienes aquí más abajo, demuestran lo que te he contado.

creencias-comportamientos

Sistemas de creencias

 

Ya por la tarde, después de comer, salí a pasear junto al río Emme. Inconscientemente, comencé a tararear algunos versos de la canción que compuso Luis Eduardo Aute, De paso, que él mismo cantaba. Y Ana Belén.

«… Que no, que no, que el pensamiento 
no puede tomar asiento, 
que el pensamiento es estar 
siempre de paso, de paso, de paso…»

No lejos de mí, algunas vacas rumiaban tranquilas. Aunque estaba muy cerca ni me miraban. Parecía que para ellas no existiera otra cosa que cortar la hierba con su hocico y rumiarla muy lentamente.

¿Qué te sugiere el verbo rumiar trasladado a tus pensamientos en ciertos momentos del día? ¿Qué te sugiere esa actitud de las vacas, centrada exclusivamente en tomar hierba sin atender a ninguna otra cosa?

Las campanitas que colgaban de los cuellos de estas vacas pardas sonaban con la misma cadencia con la que sus bocas engullían la hierba. Sí, he dicho campanitas, y no cencerros. No todas las vacas de Suiza tienen cencerros. Se me había caído otra creencia. Que solo había cencerros se debe —en mi caso— a que había visto postales y calendarios suizos en los que solo se mostraban cencerros.

Era, en consecuencia, mi  sistema de creencias, que respecto a Suiza, estaba formado —entre otras cosas— por las postales, el peto de cuero y los sombreros tiroleses, los agujeros del queso, los cencerros…

Revisa alguna de las cosas en las que crees, ¿cuántas creencias tienes como las que acabo de contarte?

De creencia en creencia, hasta la victoria final

 

De acuerdo a lo que creemos, así pensamos; y tal como pensamos, actuamos. El conjunto de estos pensamientos configuran nuestro comportamiento. Este comportamiento sería la manifestación exterior de lo más profundo de nuestro ser,  nuestras creencias. Y estas creencias están colocadas muy cerca, como si fueran un chalé adosado, de nuestros valores. Nuestro sistema de valores son consecuencia de nuestro sistema de creencias.

Se habla mucho de cambio, pero ¿qué es el cambio? ¿Qué significa, realmente, cambiar? Cambiar no es otra cosa que modificar nuestras creencias. Este es, por tanto, el auténtico cambio. Cualquier otro, es pura cosmética, y dura lo que te dura un perfume sobre la piel. Y, por eso, es tan difícil cambiar.

Nada cambiará, sin embargo, si no te haces preguntas.

¿Qué piensas sobre ti ? ¿Cómo afectan estas creencias a tu felicidad? ¿Qué piensas sobre los que te rodean? ¿Y sobre la vida?  ¿Qué te impide cambiar?

 

 


Fotos: Cortesía de Quesos de Suiza, www.quesosdesuiza.es

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