¿Cuál es tu marca? Léete «Y tú, ¿qué marca eres?»

Si te preguntan ¿cuál es tu marca?, probablemente enarques las cejas y acaso respondas: «yo no soy una marca». O tal vez pienses en tus zapatillas deportivas favoritas, en tus vaqueros, o en un coche. «Las personas somos marcas»— dice Neus Arqués, escritora y analista experta en identidad digital.

Y TÚ, ¿QUÉ MARCA ERES? 14 claves para gestionar tu reputación personal. Neus Arqués. Alienta, 2012

 

Uno de cada dos jóvenes españoles (menores de 35 años), prefiere pagar más por una marca de calidad. Nuestros jóvenes se configuran así como los más «marquistas» de Europa, detrás de los suecos. Así se desprende del estudio realizado por IPSOS, publicado en noviembre de 2013.

Al hablar de productos o de servicios percibimos la calidad como un elemento diferenciador. Igualmente, consumimos productos o servicios por lo que de diferentes tienen, por los valores que nos transmiten, o por la promesa de cumplimiento que de nuestras expectativas nos ofrecen.

De acuerdo con estos planteamientos, lo lógico sería pensar que deberíamos ser igualmente proclives a imponer criterios de calidad —o de diferenciación—en la gestión de nosotros mismos.

No se trata de ser mejor que el resto: se trata de sacar partido de aquellos valores propios que nos hacen únicos.

—NEUS ARQUÉS

«Las personas somos marcas»— dice Neus Arqués. Y sobre esta tesis cimenta Y tú, ¿qué marca eres? Este libro es, en mi consideración,  fundamental para entender, en primer lugar, qué es la Marca Personal. Para después ayudarte a descubrir cuál es tu marca, los criterios para construirla y, finalmente, cómo gestionarla. Conceptos que  Neus Arqués expone en este texto de una manera sencilla y sistematizada.

Cambios vertiginosos

 

El concepto de Marca Personal es aún —digamos— adolescente. En 1997, Tom Peters, el denominado gurú de gurús en el mundo del management empresarial, publicó un artículo revolucionario en la revista Fast Company, titulado The Brand Called You.  En él alumbraba la idea de que todos somos jefes de una empresa —nuestra propia empresa— llamada Yo, S.L.

Tú eres una marca. Tú estás a cargo de tu marca.

—TOM PETERS

El contexto en el que se produce un hecho es fundamental. A finales del siglo pasado y comienzos del presente, el entono laboral comenzaba a cambiar y el desarrollo de Internet se empezaba a configurarse en el horizonte. En en ese particular momento cuando Peters rompe con lo establecido hasta el momento, incluso or el mismo. Si bien no ha transcurrido tanto tiempo desde aquel 1997, los cambios sí que han sido muchos y vertiginosos.

Neus Arqués explicita estos cambios en la introducción del libro Y tú, ¿qué marca eres?:

    • Somos seres hiperconectados.
    • Estamos inmersos en una crisis sistémica que nos obliga a redefinirnos profesionalmente.
    • Cada vez son mayores las dinámicas colaborativas, basadas en la aportación de muchos usuarios. Y eso exige diferenciación.
cualmes tu marca. Zapatillas blancas frente a una negra
«Invertir tiempo en averiguar cuáles son nuestros puntos fuerte, qué nos hace singulares y comunicarlos a los demás, es, sin duda, uno de los esfuerzos profesionales más rentables en un mercado laboral en cambio permanente». —Neus Arqués

Y tú, ¿qué marca eres? y la reputación

 

Estructuralmente, el contenido de este libro está dividido en cuatro partes:

    1. Las personas somos marcas. Diferenciación y estrategia.
    2. Identidad y reputación. La gestión de la reputación y la creación de una identidad digital.
    3. Estrategias de marketing personal. Cómo venderse. Networking y redes sociales.
    4. Y ahora, ¿qué? La motivación, el miedo y la creatividad.

Podemos simplificar aún más estas cuatro divisiones en dos grandes bloques, que responden a la pregunta inicial, ¿cuál es tu marca?:  Cómo se crea una Marca Personal y Cómo se vela por ella.

Primero somos Marca, luego viene la reputación

Y en este proceso de reducción que propongo en esta reseña, me permito un paso más. Reducir hasta encontrar la idea clave que contiene este libro, la esencia que permita entender todo el proceso de búsqueda de nuestra Marca Personal. Esta sería:

Todos somos marcas. Construimos nuestra marca, la manera en que somos únicos y diferentes, día a día

— NEUS ARQUÉS

Hago notar aquí que la autora distingue muy claramente entre qué es Marca Personal y qué es reputación. Mientras que la Marca es la suma de fortalezas, habilidades, valores y pasiones que nos hacen únicos y diferentes, la reputación es «una opinión vinculada al prestigio, una mirada externa» sobre cada uno de nosotros.

Neus Arqués delimita claramente esta diferenciación ya desde el título y el subtítulo de este libro. No distinguir entre marca y reputación, es un error muy frecuente en el que caen muchos autores, lo que crea confusión en el público. La razón de esta confusión radica, en mi opinión, en que estos teóricos consideran la Marca Personal casi exclusivamente como la mera presencia en redes y una estrategia de presencia en estas.

El lado humano de la Marca Personal

 

Y tú, ¿qué marca eres?  es un vademécum. Un libro de cabecera. Y no solo para quienes, como yo, trabajamos la Marca Personal. No hay disgresiones ni divagaciones en este texto de 142 páginas. Las acciones son concretas y directas, un itinerario que tiene un comienzo, pero no un destino definido, en el sentido de que ha de construirse cotidianamente. Aunque con esto no quiero decir que sea improvisado. Todo lo contrario. En este libro encontrarás cómo realizar un pormenorizado itinerario, paso a paso, a través del Cuaderno de Marca.

Y de antemano te digo que no es un camino fácil. Y no lo es porque entra en liza nuestro yo más profundo, nuestras creencia y valores. Material altamente sensible, intocable para muchos, de difícil gestión para otros. Y esta es otra de las ventajas del libro, que se desmarca de otros manuales y lo hacen diferente: la persona en primer lugar, y luego, todo lo demás.

Si la gestión diaria de tu marca es importante, no lo es menos cómo la construyes. Yo diría que es esencial. ¿Cómo puedes desear obtener una buena reputación, si antes no has definido cómo quieres que te vean? Dicho de otro modo, y esta es la pregunta que subyace en este texto,  ¿qué quieres ser en la vida?

 

 

¿Para qué sirve soñar?

Me plantea una de las alumnas de las que soy tutor en su preparación como coach,  que le ayude a distinguir entre lo que es Misión y Visión.

Tú que ahora me estás leyendo, tal vez, te hayas planteado la misma duda que mi alumna. Puede que lo hayas hecho al visitar la página web de la empresa que va a realizarte una entrevista de trabajo.  Estos dos conceptos figuran en un apartado destacado. O, quizás, la compañía para la que trabajas tiene definidas ambas en sus planteamientos corporativos, y no tengas claro qué significan.

Voy a personalizar en ti que me lees estos dos dos conceptos, en lugar de hacerlo de manera abstracta. Así fue como se lo expliqué a mi alumna.

Misión y Visión

 

Misión y Visión no son consideraciones exclusivas del mundo empresarial. Todos los seres humanos hemos venido a este mundo para algo.Tenemos una Misión que cumplir, consecuencia de la Visión que un día nos hayamos planteado. Consciente o inconscientemente, cada día ejecutamos nuestra misión, acorde al futuro que hemos soñado.

Para saber si estamos cumpliendo con nuestra Misión y nuestra Visión, supone responder preguntas como estas:  ¿Qué es el futuro para ti? ¿De qué color lo dibujas? ¿Cómo lo construyes? ¿Trabajas para conseguir tus sueños?

¿Para qué sirve soñar?

 

No pueden desligarse estas dos ideas: futuro y sueño. En ellas reside la clave. Están indisolublemente unidas. En uno de los libros más conmovedores que he leído, El hombre en busca de sentido (Herder, 1979), escrito por un psiquiatra vienés Viktor Frankl, durante años encerrado en el campo de concentración de Auschwitz , dijo:


El futuro es la fuerza que nos permite vivir el presente.

—VIKTOR FRANKL 


Es aquí donde entran en acción los sueños.

Desde las navidades del pasado año 2013 hasta hoy que escribo esta entrada, varias campañas publicitarias proponen, desde la televisión o desde las marquesina de los autobuses, soñar:

Pon tus sueños a jugar/ Deja de soñar. Comienza a vivir/  No tenemos sueños baratos

¿Qué has sentido cuando has mirado estos anuncios?

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¿Cuál es tu sueño?

 

Algunas de esas campañas, ligan los sueños exclusivamente a la consecución de un éxito económico. Es absolutamente legitimo soñar con ser millonario, o con un pellizco que nos sirva para “tapar agujeros”. Pero cumplir tus sueños NO es, exclusivamente, una cuestión de dinero.

Míralo desde otra perspectiva. Claro que no, nuestros sueños nunca son baratos. En primer lugar, porque son nuestros, exclusivos. No lo son, además, en ninguna de las acepciones que el diccionario da para ese término: ni tienen bajo precio ni se consiguen con poco esfuerzo. Alcanzarlos puede suponer una inversión en estudios o en la ampliación de conocimientos, pero la mayor inversión que ha de hacerse es en esfuerzo personal.

Lo que eso anuncios publicitarios te están proponiendo es que visualices tu futuro y lo traigas a tu presente, que tengas una Visión. 

Visión= TU Sueño+ acción

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La Visión es saber hacia donde quieres ir. Pero ¿de qué sirve tener un sueño si no hacemos todo lo posible para realizarlo? Si no hay acción, no hay visión. La acción requiere compromiso, la firma de un contrato contigo mismo. Los sueños por sí solos no tienen movimiento: A los sueños hay que ponerles alas para que vuelen y ruedas para que aterricen.


El compromiso es un acto, no una palabra.

— JEAN PAUL SARTRE


Si tu sueño es ser bailarina, o pintor, o diseñar la aplicación para móviles que mejore la vida de un determinado colectivo, o cualquier otra cosa que sientas en tus tripas. Esa es tu Visión. 

¿Qué quieres hacer para conseguirlo?¿Qué pasos tienes que dar? ¿Cuáles son los recursos que necesitas? Cómo vas a hacerlo, cómo vas a convertirte en bailarina, pintor o en el mejor diseñador de aplicaciones del mundo. Esa es tu Misión.

Si me permites un pequeño ejercicio, te propongo que escribas una frase tuya, sólo tuya, que te emocione, que resuene en tus entrañas. Una frase que haga que te levantes cada mañana.

Mi propuesta es que la construyas así:

    1. Quiero ser… (el Qué)
    2. Para…         (el Para qué)
    3. Y lo voy a hacer… (el Cómo)

Tu Visión es saber donde quieres ir. Tu Misión es saber lo que tienes que hacer. Y, además, sentir que lo que estás haciendo para lograr tu Visión, es lo que quieres hacer y, por eso, te sientes bien: te hace ser feliz.

Conocer tu Misión y definir tu Visión es fundamental para comenzar a construir tu Marca Personal.

 

Referencias:

– Notas personales del Taller Efecto Merlín, impartido por Minerva Tejero y Cristina Carbajal.  Líder- haz-Go! Junio 2013.

– Notas personales de la Conferencia «El poder de la visión y la misión personal». Ovidio Peñalver. Colegio de Psicólogos. Abril 2014

Fotos: Marquesinas de autobús (inferiores) y exposición de trabajos  de  alumnos de la Escuela de BBAA de Ciudad Real (superior).

Nunca estoy solo con mi soledad

La escritora valenciana, María García- Lliberós, me comentó en la presentación de uno de sus libros, que una de las fuentes de inspiración de sus novelas eran «las conversaciones que escucho en el autobús». No estoy tan seguro de que esta novelista pueda hoy utilizar esa fuente de inspiraración.

Me permito emitir dos juicios:

  • En primer lugar, cada vez son menores la conversaciones entre la personas que van sentadas juntas en el autobús.
  • Y por otro lado, cada vez son mayores las conversaciones que se mantiene por internet o por teléfono móvil en los autobuses, y en los trenes. 

Este segundo juicio parece fundado. Si así no fuera, ¿por qué Renfe ha colocado un vagón silencioso en sus trenes de alta velocidad en los que está prohibido hablar por el teléfono móvil?

Vivimos en esta paradoja. En un mundo en el que han aumentado vertiginosamente los dispositivos para estar comunicados, el contacto personal ha disminuido. Cantaba  El último de la fila, que «cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana». Me atrevo a decir que, cuando la tecnología entra por la puerta, la atención hacia los que nos rodean salta por la ventana.

El psicólogo de la Universidad de Harvard, Daniel Goleman, llamó a esto «autismo social». Fue a mediados de los años 90 del siglo pasado. La tecnología de la que se disponía en aquellos años era un juego de niños comparada con la que hoy hay disponible en el mercado.

Poco después de las explosiones en los trenes en marzo de 2011, leí que muchos de los pasajeros se libraron de sufrir lesiones en el oído gracias a que iban protegidos por auriculares. La metáfora del caparazón de Goleman es absolutamente acertada.

La banda sonora de nuestra vida

Suelo viajar en transporte público. Ave y metro, y autobús. El metro tiene la ventaja de poder ver a las personas de frente. En el autobús, además, puedes ver como pasa la vida al otro lado del cristal. El pequeño – y temporal– mundo de un vagón de tren o de un autobús, está habitado por distintos micromundos. Uno por cada pasajero.  Cada vez es más frecuente ver a tus compañeros de viaje con los auriculares acoplados en la oreja.

Parece necesario ponerle banda sonora a nuestra diaria película.

– No sabes estar solo– me decía mi padre, cuando volvía del colegio y conectaba el equipo de música de mi cuarto.

– ¡Papá, qué cosas dices!– era mi invariable respuesta.

Pasado el tiempo, me he dado cuenta de que mi padre tenía razón. Bien sea con el equipo de música de entonces, o con los inevitables auriculares ahora, seguimos poniendo banda sonora a nuestros días.

Los auriculares crean un caparazón que provocan aislamiento social. Aunque si me pongo en la piel de quien los lleva, puedo imaginar que está en sintonía con su cantante favorito.  O que su corazón late al mismo ritmo que la batería de la canción que suena en su télefono.


Con nuestra soledad a cuestas

¿Qué hacemos si estamos solos un minuto? Echamos mano del teléfono, casi automáticamente. Es muy frecuente ver en esos viajes en los transportes públicos a personas mirando casi compulsivamente sus móviles. Y apagándolos, porque no hay mensaje alguno.

Escribo esta entrada en plenas vacaciones de Semana Santa. Ha aumentado, dicen las crónicas, el turismo interior. Muchas personas se desplazarán hasta una casa rural o a un pueblo perdido en la montaña. ¿Cuántos de los que se desplazan no habrán mostrado su disgusto porque la casa rural no disponga de televisor, o no haya cobertura en el pueblo elegido?

Nos cuesta sentirnos solos. Esa soledad nos coloca frente al espejo. Nos confronta con lo que no queremos. Y sentimos entonces la imperiosa necesidad de llenarla de contenidos.  Todos necesitamos afecto, es cierto. Pero, al final, siempre estamos solos. Nuestra decisiones las tomamos en soledad. Necesitamos la soledad. Hay otra, impuesta, la soledad no deseada. Esta nos destroza la autoestima y nos provoca, además, mucho dolor. Es una soledad aterradora.

Yo he sentido ambas. He aprendido a disfrutar de una y sufrido con la otra. Comenzó siendo una soledad no deseada, impuesta por mi timidez de adolescente. Traté de llenarla con libros y canciones.

Non, Je ne suis jamais seul avec ma solitude (No, yo nunca estoy solo con mi soledad). Georges Moustaki

El estribillo de esta canción, de Georges Moustaki, Ma solitude (Mi soledad), vino en mi auxilio para hacerme entender aquel estado en el que estaba sumido. Aquellos versos cambiaron para siempre mi relación con la soledad.

 

SI QUIERES SABER MÁS:

La biografía del silencio. Pablo D´Ors. Siruela, 2016

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