Santiago Álvarez del Mon, el perfil de un líder

Santiago Álvarez de Mon ha sido galardonado con el Premio a la Trayectoria Divulgativa Ejemplar, en el marco de los Premios Know Square 2014.

El filósofo y ensayista, José Antonio Marina, ganador de la edición de 2013, definió a Álvarez de Mon como « un humanista». La certera definición de José Antonio Marina queda plasmada en la glosa que, del premiado, me cupo el honor de hacer. Para ello, prescindí de valoraciones personales. Me limité a hacer un recorrido por su producción literaria y diferentes entrevistas concedidas. Además de la expresión de su pensamiento vertida en la columna semanal en el diario Expansión.

Texto íntegro de mi intervención en la entrega del Premio a la Trayectoria Divulgativa Ejemplar

Cuando a nuestro flamante Premio a la Trayectoria Divulgativa Ejemplar, le solicitó un periodista que se definiera, dijo que «soy el marido de Cristina y padre de 5 hijos. La familia es el proyecto más importante de mi vida. Ser padre es el oficio más increíble».

Y desde este proyecto proclama que la vocación última del líder es desaparecer. «Yo soy ahora el líder de mi hijo Gonzalo pero no me gustaría serlo dentro de 20 años. El oficio modesto de ser líder es temporal», afirma con humor y humildad. Santiago Álvarez de Mon escribe liderazgo con hache de humor y hache de humildad.

Avisa desde el humor a los egos narcisistas: «el despacho no es tuyo». Frente al líder salvador, nuestro protagonista apela a la humildad. Por eso prefiere «la aventura personal alejada del dogmatismo, de la tibieza y la indiferencia. Lo importante es crear un clima de madurez y confianza que favorezca el trabajo en equipo». El equipo es para «gente extraordinaria y generosa, que está al servicio de los demás».

Diálogo interior

La gente a la que más admira Santiago Álvarez de Mon es aquella que habla de personas. Las que más le aburren son las que hablan de sistemas. Y en el capítulo de admiraciones, hay un hueco muy especial para Rafa Nadal. Del tenista dice que «su mejor golpe es su cabeza».

Gusta el ganador de la Trayectoria Divulgativa Ejemplar 2013, de completar su biografía añadiendo que es «profesor del IESE, coach, asesor y escritor».

«Solo escribo cuando necesito decir algo, cuando algo me corroe por dentro. Escribir es dialogar conmigo mismo», declara este autor de una decena de libros. Entre ellos destacan Desde la adversidad, Aprendiendo a perder, El mito del líder o La lógica del corazón.

Santiago Álvarez de Mon recibe el premio de manos de José Antonio Marina. Testigo, el copresentador del acto, Alejandro Vesga, director de la revista «Emprendedores». La audiencia del acto estaba mayoritariamente compuesta por directivos, empresarios y profesionales.

Liderazgo interior

Nuestro galardonado es un pensador de referencia cuando se habla de Dirección y Gestión de Empresas y de Liderazgo. Aboga en sus libros y desde su columna semanal en el diario Expansión, por el líder invisible que todos llevamos dentro. «La dirección de personas no es solo ciencia. El éxito está en articular una mente que piense y sienta, donde pensamientos y emociones, razón, lógica, sentimientos y pasión caminen juntos».

Considera Santiago Álvarez de Mon que todo en la vida es un viaje desde dentro hacia fuera. El viaje mismo es la meta. Por eso no entiende la vida sin esfuerzo, pero tampoco sin gozo ni placer. Sus palabras favoritas son «gracias y perdón».

A sus alumnos del IESE les recomienda que escuchen todas las voces. Pero, sobre todo, que «se aseguren de escuchar su voz interior». El mismo mensaje que lanza a los emprendedores:  «Escuchad vuestras tripas». Si falla el motor interior no hay nada que hacer. Y a los líderes les encomienda una única misión, «ser vivero de nuevos líderes».

La mejor manera de aprender es enseñar. Una hija de Santiago le manifestó un día su inquietud después de una entrevista de trabajo. Su padre, en el ejercicio de su oficio, la tranquilizó.  Le dijo: «Tu éxito no pueden definirlo otros».

Con este Premio a la Trayectoria Divulgativa Ejemplar, desde Know Square no pretendemos definir el éxito de Santiago Álvarez de Mon. Sólo queremos mostrar nuestro reconocimiento y nuestro agradecimiento por acompañar a tantas personas en la definición de su propio éxito.

La entrega del galardón se celebró el 30 de enero de 2014, en el Hotel NH Eurobuilding. 

 

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Foto: Know Square.

 

Diálogos con el dios tecnológico: ceder el mando

Todo es posible en el futuro, un futuro que el «dios tecnológico» ha convertido en presente. No puedo evitar pensar, por eso, en la rebelión de los objetos, cada vez que el corrector de mi teléfono móvil me corrige una palabra. O cada vez que mi ordenador «se pone a pensar» al pedirle que ejecute una orden.

dios tecnologico-vision futurista
«No se dañaba a nadie, únicamente eran objetos, y, puesto que los objetos no podían sufrir, puesto que los objetos no sentían nada ni chillaban ni gemían, como aquella mujer podía empezar a hacerlo en cualquier momento, no había razón para sentirse, después, una conciencia culpable. Era tan solo una operación de limpieza. Cada uno en su sitio.» (Ray Bradbury, Fahrenheit 451. Plaza & Janés, 1974)

¿Por qué me haces esto?

 

En mi época universitaria, recuerdo haber visto una obra de teatro, muy de moda en aquellos años de incipiente democracia en nuestro país. Se iniciaba con el escenario ocupado por personajes esperpénticos, grotescos, deformados, asimilados por el autor a objetos.

La obra se titulaba «La rebelión de los objetos», escrita en los primeros años del siglo XX. Su autor, Vladimir Maiakoski, estaba alumbrando en aquellos años un movimiento artístico conocido como futurismo. Un futuro donde todo es posible, decía este escritor.

No puedo evitar pensar en la rebelión de los objetos cada vez que el corrector de mis dispositivos electrónicos me corrige una palabra. O cada vez que mi ordenador «se pone a pensar» al pedirle que ejecute una orden. Todo es posible en el futuro, un futuro que el «dios tecnológico» ha convertido en presente.

Cuando el ordenador se nos cuelga. Cuando la descarga de una canción se interrumpe. O cuando no tenemos la cobertura esperada en nuestros teléfonos móviles, mantenemos un diálogo con nuestros equipos informáticos. Brota en nuestro interior el irrefrenable deseo de lanzarlo por la ventana. Nos descubrimos hablando con nuestro ordenador o con el teléfono móvil. Aunque, en realidad, es un monólogo. «¿Por qué me haces esto?» «No me falles ahora». «Deja ya de…» O cosas peores.

El dios tecnológico es un objeto

 

Cuando hablamos así, estamos hablando desde la rabia. El siguiente paso es la ira, el punto máximo de la rabia, si el problema informático persiste. ¿Cuando ha sido la última vez que te ha ocurrido algo parecido?

Enfrentarnos a situaciones como éstas, en las que sentimos que los objetos se rebelan contra nosotros, suponen un magnífico entrenamiento para ejercitar nuestro control contra la ira. ¿Cómo hacerlo? Analizando el diálogo interior que mantenemos, plasmado en el monólogo contra el aparato en cuestión.

Un ordenador es un objeto. Por mucho que pensemos que se rebela contra nosotros, es un objeto. Por su actitud desafiante, pensamos que merece ser lanzado por la ventana. ¿Se lo merece? Aparte de quedarnos sin él, ¿qué conseguimos con lanzarlo por la ventana? ¿Por qué volcamos en él nuestra ira irracional? ¿Qué estamos tapando al enfadarnos con ese objeto inanimado?

Dejémoslo con sus procesos internos, a su aire, y vayámonos con la música (y nuestros pensamientos) a otra parte.  Si lo vemos como una máquina dotada de vida, que nos ataca,  somos nosotros los que sufrimos.  A él le da igual. No tiene emociones. Nosotros sí, y podemos manejarlas. Si lo vemos como lo que en realidad es, como un ser inanimado a nuestro servicio, como un objeto, este simple pensamiento nos hace cambiar la emoción.  La tranquilidad ha sustituido a la ira.

Y decidimos que no sale disparado por la ventana. Pero no porque nos sea útil, o nos resulte costosa su pérdida, sino porque somos seres humanos que nos gobernamos.

dios tecnologico- televisor destrozado

Ceder el mando

¿Haríamos lo mismo con una persona que piensa diferente a nosotros, que nos contraría? ¿La arrojaríamos  igualmente por la ventana? Esa persona sí tiene emociones. Y no somos quien para juzgarlas. ¿Se lo merece? ¿Quién puede juzgar lo que una persona merece o no? Es alguien diferente a nosotros. Así de sencillo. Si entendemos su discrepancia como un ataque, con mucha seguridad conseguiremos una escalada de enfados. Enfados que habremos construido sobre otros enfados.

Habremos cedido nuestro mando a esa persona, como se lo cedemos a nuestro aparato tecnológico, para que active nuestra ira. ¿Le daríamos el mando a distancia de nuestro televisor a un invitado para que elija que programa tenga que ver en mi casa? Sólo nosotros concedemos a otra persona el poder para que nos enfade. Como se lo damos para que nos seduzca.

Todos tenemos cierto grado de control sobre las cosas de las que somos conscientes, pero esas cosas nos controlan cuando no somos conscientes de ellas.

JOHN WHITMORE , creador del coaching moderno

 

¿Qué harás la próxima vez que se cuelgue tu ordenador? ¿Y cuando alguien te manifieste su discrepancia?

 

 

Anatomía de un momento creativo a ritmo de rap


Donde hay música, no puede haber cosa mala
.

(el Quijote. II parte, capítulo 34)

 

Hace unos días entró en el vagón de metro en el que yo viajaba un joven latino. Cuando las puertas se cerraron comenzó a cantar a ritmo de rap. La canción duraba lo que tardaba en llegar al extremo opuesto del vagón. La letra aludía a la señora de rojo que llevaba un paraguas verde, a la chica rubia que escuchaba música en sus auriculares, al señor de traje que leía el periódico, a mí mismo que tenía mis ojos sobre un libro…

O sea, los protagonistas éramos los viajeros del vagón.  Un viajero, un verso. Cada vagón, una nueva canción. Pequeñas historias cotidianas condensadas es unas pocas palabras.

¿Qué hay detrás de cada uno de esos personajes a los que le canta?

 

Decenas de canciones que nacían para morir en el instante siguiente, porque todas eran diferentes. ¿A quién no le gusta que le conviertan en protagonista de una canción?

Unos días después, se bajó en la misma estación que yo. No pude evitar preguntarle cómo lo hacía.

— Observo. Y cuando camino, canto todo lo que veo en la calle— me dijo antes de elevarse por la escalera mecánica, saltando los escalones de dos en dos.

Su cuerpo es su mensaje. Disfruta con lo que hace.

Momentos creativos

Lo imagino saliendo de la estación mientras enfoca sus ojos abiertos una ventana, un árbol, una floristería o una pareja de enamorados, e incluyendo a todos ellos en su canción. Seguramente, no camina por la misma acera a diario, porque eso le impediría incorporar nuevos versos en sus melodías, se privaría de una perspectiva diferente.  Permite a su imaginación vagabundear libremente, captando todo aquello que pueda inspirarle. Muchas de esas imágenes quedarán almacenadas en su inconsciente,  para que afloren en el momento menos esperado, o cuando tenga necesidad de ellas.

El inconsciente es intelectualmente más rico que la parte consciente de la mente: tiene más datos a los que puede recurrir.

Daniel Goleman

EL ESPÍRITU CREATIVO, Daniel Goleman, Paul Kaufman y Michael Ray, Ediciones B, 2009

 

La manera en que improvisa este joven canta de rap, no es otra cosa que trabajo diario, una hábil explotación de sus habilidades. Es lo que Goleman define en El espíritu creativo  como anatomía de un momento creativo. Consta de cuatro pasos:

    1. Observación
    2. Incubación
    3. Iluminación
    4. Traducción en un plan de acción

Nuestro rapero no planifica, fluye.  Pero tiene un plan. Y lo cumple.

Considero que es entonces cuando la improvisación, sin perder su espontaneidad, se ha convertido en un acto creativo planificado.

Muy bien invertido el euro que le di al rapero improvisador. Un euro por una lección impagable. Un euro invertido en mi futuro.

ADENDA (Noviembre 2016)

En la último campaña publicitaria del BBVA, han utilizado el concepto de «improvisación preparada».

Improvisar una canción que contenga cualquier palabra no es una tarea fácil: hay que prepararse. El humorista David Guapo lo hace en sus actuaciones: en una parte sigue el guión y en la otra improvisa con palabras que el público le dice en directo.  ¿Cómo es posible? Porque lleva preparándose mucho tiempo para ello.

 

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