El arte de la pregunta es el alma del coaching

 

El arte de la pregunta, es el alma del coaching. Considero, por eso, que la manera más clara y sencilla de definir el coaching es como el arte de la pregunta.  Porque ese es el trabajo que hace un coach y no otro: preguntar.  Preguntar para que sea el cliente el que encuentre sus propias respuestas. Y digo que es un arte, porque no vale cualquier pregunta.

Es muy habitual, sin embargo, que sea el cliente quien lance preguntas al coach, preguntas del tipo: «¿qué opinas?», «¿qué hago?», u otras del mismo tenor. Un coach ni opina ni dice qué tiene que hacer un cliente. Estas preguntas son consecuencia del general desconocimiento —o de la desinformación— que sobre el coaching existe.

Un poema que acababa en pregunta

El año 2013 lo ocupé íntegramente preparándome para ser coach. Una lluviosa tarde de aquel año, conocí la poesía de Jesús Aguado. No creo que fuera algo casual. Presentaba la última de sus antologías, La insomne. Antología esencial (Fondo de Cultura Económica, 2013). Me llamó particularmente la atención un pequeño poema, leído al vuelo por Miguel Albero, presentador de la antología y autor de un heterodoxo ensayo titulado Instrucciones para fracasar mejor (Abada Editores, 2013).

Ese primer poema leído por Albero, y otros que vinieron después, comenzaban con el comparativo «como» y finalizaban con una pregunta. Anoté aquel primer poema en el cuaderno de notas que siempre me acompaña. Era corto, directo, certero. De una pasmosa sencillez.

Como cajas vacías

apiladas las unas encima de las otras

                                                                      en frágil equilibrio. 

Vikram Babu pregunta: 

                                                          ¿eres así?

Aquellos versos me resonaron, porque tenían mucho que ver con el coaching. Cuando eres coach resulta difícil despojarte de esa vestidura. Se convierte en una manera de entender la vida.

 

El arte de la pregunta

 

¿Quién sería aquel Vikram Babu? Nunca había oído hablar de él. Las palabras migran como las aves en primavera. Recordé que babbo es la palabra con la que los niños de algunas regiones italianas se dirigen cariñosamente a su padre. No andaba demasiado alejado. Babu es una palabra que se usa en la India para denominar a un hombre sabio y respetable. El término Vikram yo lo tenía asociado una tabla de ejercicios de yoga que se realiza a elevada temperatura ambiente. Jesús Aguado vivió un tiempo en la India y es traductor de poesía hindú. Las piezas encajaban.

Supe a lo largo de la presentación, que aquella composición poética y otras con una estructura semejante, estaban incluidos en el libro Los poemas de Vikram Babu. Supe así que Vikram Babu es un heterónimo utilizado por Jesús Aguado. O sea, que este imaginario filósofo, no era otra cosa que el alter ego del poeta. O sea, que Vikram Babu estaba frente a mí.

En la nota preliminar de Los poemas de Vikram Babu, que leí posteriormente, se decía que Vikram Babu vivió en el siglo XVII, que escribía en hindi y que «nunca salió de un pequeño pueblo a orillas del Ganges, cerca de Benarés», donde ejercía labores de cestero.

El sabio respondía a las cuestiones que le planteaban con pequeños poemas cuya base era siempre una comparación y luego una pregunta. Vikram Babu en lugar de dar soluciones, ofrecía la posibilidad de que cada uno respondiera por sí mismo. Esa es el alma del coaching: la pregunta.  Y el coaching, en consecuencia, el arte de la pregunta. Es el cliente, por sí mismo,  el que ha de descubrir la respuesta entre las diferentes posibilidades de las que dispone.

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Preguntas y metáforas

Me gustó, además, que Vikram Babu fuera cestero. Me gustó su valor metafórico. Un cestero responde, además, al arquetipo del artesano: un tejedor que construye recipientes con juncos o con materiales flexibles , que moldea entre sus dedos. El cestero genera tramas: da forma así a un capazo o a un pequeño cesto para el pan. ¿No somos acaso los seres humanos cesteros de nuestra propia vida?

Y hay una metáfora más: el junco o el material semejante con el que se fabrique el cesto: materiales flexibles, en definitiva, que se pueden doblar y moldear. De nuestra capacidad de ser flexibles va a depender la vida que vivamos.

El coach ha de desandar ese camino del cestero. Tiene que ir deshaciendo la trama que ha creado el cliente, tirando del junco, siguiendo su senda, para ayudarle a que encuentre el camino. Preguntando.

 

Tengo más de 30 años de experiencia en comunicación. He convertido mi pasión, el Storytelling, en mi trabajo. Ayudo, por eso, a empresarios, emprendedores y profesionales a definir su Identidad, descubriendo su historia. Soy Coach de Storytelling y Marca Personal. Soy un infatigable lector. Me apasionan la novela negra, el jazz y la ópera.

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