Tener paciencia un momento, o cómo controlar la ira

Cuando era un niño, recuerdo haber escuchado a mi padre una historia que alentó en mí no pocas fantasías infantiles.

El ginecólogo que ayudó a mi madre a que yo viniera al mundo, era un hombre afable y circunspecto. Apenas si recuerdo su rostro, pero sí sus manos, elegantes y cuidadas. Todos estos exquisitos modales se venían abajo los días en que asistía a un partido de fútbol. Tal era la ira que lo invadía – me contaba mi padre–, que el educado doctor se convertía en un energúmeno.

Yo lo imaginaba vociferante, con sus elegantes manos abiertas –las primeras manos que sujetaron mi cabeza en este mundo. Lo imaginaba increpando, inflamado en las gradas del estadio de una pequeña capital de provincia. La cosa llegó tan lejos que, para controlar aquellos coléricos arrebatos, el buen doctor acabó pidiendo a la Policía Municipal que lo recluyera en sus dependencias los días en que jugaba el equipo local. Y allí, en el cuartelillo de la Policía Municipal, pasaba los domingos aquel médico.

UN VENENO PARA LA MENTE

He rescatado esta historia de mi memoria al recibir en mi correo la diaria recomendación de la Fundación del Español Urgente (Fundéu), en la que define las diferencias entre “seguidor”, hincha” y “aficionado”, a propósito del comienzo del Campeonato Mundial de Fútbol.

Para definir el comportamiento del ginecólogo que ayudó a mi aterrizaje en este mundo, ninguna de las tres sirve. Hay que subir un peldaño más, aquel médico era un , fanático: «alguien entusiasmado ciegamente por algo.»

¿Cómo pasa un aficionado a seguidor? ¿Qué convierte a un seguidor en hincha? ¿Cómo llega a convertirse un hincha en un fanático? La respuesta está, en mi opinión, en la  furia. O mejor dicho, en la mala gestión de la furia. Esta emoción es una respuesta adaptativa, ligada a una afrenta, a la falta de justicia.

En un primer escalón, la furia nos motiva para reaccionar contra lo que hemos sentido como injusticia. Hasta aquí, la furia ha sido una emoción fugaz y la razón persiste frente a la emoción. En este escalón no debemos evitarla, sino gestionarla.  Una mala gestión de la furia, conduce a la ira que, en apenas unos segundo. Y podemos perder perder el control.

La ira es la más sombría y desenfrenada de las pasiones. Lucio Anneo Séneca (De la ira)

ELOGIO DE LA PACIENCIA

La petición que hizo a la policía el ginecólogo de mi madre, era una angustiosa demanda de ayuda. A mi me recordaba la carta que el doctor Henry Jekyll, atrapado en el cuerpo de Míster Hyde, dirigía a su amigo el doctor Lanyon:

en esta hora terrible espero en un lugar extraño, presa de una desesperación que no se podría imaginar más negra. Ayúdame, querido Lanyon, y salva a tu H.J.

La primera vez que asistí a un estadio, de los grandes, de los que albergan a 90.000 personas, salté movido por no sé qué resorte cuando el árbitro tomó una decisión que consideré injusta. Pero en ese momento, a mi mente vino la imagen de aquel ginecólogo vociferante. Me senté, automáticamente, en mi localidad, avergonzado.

La historia que de niño me contó mi padre, vuelve a mi mente cada vez que tengo la tentación de elevar mi voz en un partido de fútbol. Y no solo. En más de una ocasión se me ha aparecido la imagen de aquel hombrecillo afable con gafas de montura metálica.

Ten paciencia por un momento. Séneca

Este momento que recomienda Séneca, es una parada de pensamiento que permite gestionar la ira. Es el momento de cambiar el pensamiento, para así cambiar la emoción.

¿Cómo se te ocurre que puedes hacerlo tú?

 

 

La chica de los ojos color de mi piscina

La chica de los ojos color de mi piscina es una novela de coaching. Desde  mediados de los noventa, la literatura empresarial ha sido prolija en títulos en lo que sus autores ofrecían fábulas,  o inventaban historias, para transmitir sus mensajes de cambio. No se había escrito, sin embargo, una novela en la que un coach fuera el protagonista.

edificos urbanos, la chica de los ojos color de mi piscina
Foto: Álvaro Rey

En Cartas a un joven novelista, Mario Vargas Llosa dice que lo vivido es fuente de todas las ficciones, pero eso no significa que una novela sea necesariamente autobiográfica.

No pretendo plantear una disquisición sobre si La chica de los ojos color de mi piscina de Jorge Salinas es autobiográfica o no, sino constatar la experiencia y el conocimiento que el autor tiene del universo del coaching. Salinas es uno de los más reputados coaches profesionales españoles, conferenciante y profesor de varios másteres.

LA CHICA DE LOS OJOS COLOR DE MI PISCINA,  Jorge Salinas. Planeta, 2014.

En Jaime Solva, el protagonista de esta novela, está todo lo vivido por Jorge Salinas. Si como el autor escribe, «coherencia es hacer lo que se espera de mí» (Pág. 168), Solva es coherente con lo que se espera de Salinas coach. Más allá incluso de que las iniciales «JS» identifiquen tanto al autor como a su personaje, o de que Solva sea —quizá— un heterónimo de Salinas.

La trama

Jaime Solva, un perfil muy habitual en el universo coaching, es un antiguo directivo («un día decidió dar un giro a su vida y formarse como coach», Pág. 11). Tras iniciar un proceso de coaching a Carlos, directivo de una empresa tecnológica, Solva se verá, inesperadamente, inmerso en una sórdida trama de tráfico de influencias, blanqueo de dinero , que cambiará su vida y la de su familia. Y la de Nadia, una ambiciosa ejecutiva, también cliente del coach.

A esta trama policíaca se solapa otra. Los cuidadosamente descritos procesos de coaching de algunos de los personajes. El hecho de que todos los implicados en la intriga quieran conocer lo que el coach sabe y la historia de amor que se alza por encima de tanta mugre, da pie al autor para plantear de manera recurrente dos aspectos fundamentales del código deontológico del coaching:

    • La absoluta confidencialidad del proceso. Incluso frente a los superiores jerárquicos del directivo que recibe las sesiones, aunque sea la empresa la que paga el proceso.  Incluso frente la policía («solo le comentaría algo que puede ser interpretado como delito», Pág. 185).
    • La imposible relación sentimental entre un coach y su cliente.

La chica de los ojos color de mi piscina, tiene un claro afán didáctico. Explica conceptos relacionados con el coaching, a la que vez que reivindicativo. Quiere colocar en el mapa una profesión, el coaching, que aún no tiene estatus de tal y que camina a la búsqueda de su definición.  El autor ofrece la suya (Pág.109):

El coaching es un proceso de acompañamiento para que las personas alcancen su sentido del éxito.

—Jorge Salinas

La chica de los ojos color de mi piscina, una novela de coaching

la chica de los ojos color de mi piscina, portadaEstamos ante una novela  de emociones muy poderosas. Los personajes son arrollados por pasiones desmedidas, rayanas en la perversidad en algún caso. Y viven los sentimientos (amor, ira, rencor, ambición y venganza) en sus expresiones más extremas:  La acciones, consecuencia de esos sentimientos, sorprenden  a los propios personajes. Y al lector.

El coaching es una conversación entre el coach y su cliente. La chica de los ojos color de mi piscina es también una novela de diálogos. Las muchas horas de experiencia del autor hacen que el diálogo sea el recurso narrativo elegido. Confiere al texto agilidad.

Y, como valor añadido para el lector, la reflexión y el aprendizaje. Jorge Salinas, vierte sus opiniones a través del diálogo y apenas a través de descripciones, que son un paréntesis narrativo entre conversaciones. La descripción es el recurso narrativo utilizado para dar a conocer, por ejemplo, el pasado de los personajes. Contribuye también a la agilidad del texto, el hecho de que los capítulos sean cortos. Todos ellos se inician con una máxima.

Que no nos pongan donde haya

En la década de los treinta del siglo pasado, la sociedad norteamericana vivía aún los coletazos de las crisis bursátil del 29. La inversión de valores de una sociedad codiciosa y corrupta, llevó al gansterismo y al empobrecimiento de la clase media norteamericana. En ese contexto, surgió como subgénero literario la novela negra, crónica feroz de aquella sociedad moralmente decadente y en el que se incide  en el porqué se hizo, y no en cómo o quién lo hizo.

La chica de los ojos color de mi piscina es, en ese sentido, una novela negra. Plasma la avaricia que alienta a determinadas esferas de nuestra sociedad, más proclives a la ostentación y al desmedido enriquecimiento, que a la creación de un mundo más humano.

Si a este desmoronamiento moral se añade, en este caso, la proliferación de cárteles centroamericanos, se dibuja un círculo abominable.

Sumemos las serias dudas del autor respecto «de la capacidad de la Justicia española» y la corrupción de algunos miembros de las Fuerzas de Seguridad del Estado.  Se ha completado el círculo, dentro del cual los ciudadanos quedan atrapados, indefensos, frustrados y moralmente indecisos. El desenlace de esta novela no dejará, moralmente, indiferente a nadie. Mucho más que discutible.

Maneras de salir

De este círculo, el autor sugiere dos maneras de salir.  Una personal, no caer «en una interpretación pesimista de la existencia».  Y otra colectiva para cambiar el mundo. Suma de las personales búsquedas de «oportunidades de aprendizaje y satisfacción en cada situación de la vida». Esto es lo que propicia  el coaching.

 

 

La voluntad es el motor del cambio

Me declaro fanático de las palabras que comienzan por el prefijo latino “co”. Me encantan porque me remiten a conceptos como unión, ensamblaje, participación. ¿Será por esto por lo que me gusta tanto el juego de Lego?

Este juego es una precisa y preciosa metáfora de la vida. Piezas que encajan perfectamente, con las que cimentar, crear y montar todo aquello que queramos construir.

Entre esas palabras que comienzan por «co», destaco tres: confianza, coherencia y congruencia. De la confianza ya he hablado en otras notas de este blog. Hoy quiero centrarme en la congruencia.

En geometría se dice de que dos figuras son congruentes cuando tienen el mismo tamaño y la misma forma, aunque su posición y su orientación sean diferentes. Los matemáticos no dicen que sean iguales, sino que están de acuerdo.

La voluntad es el motor del cambio

Ser coach es una actitud, una filosofía de vida. Para ser congruente como coach, tengo que serlo primero como persona. Si quiero ayudar a otras personas en su proceso de cambio, yo debo cambiar primero. El cambio ha de comenzar por uno mismo. Esta es mi manera de ser congruente, de estar de acuerdo con mi cliente, estándolo primero conmigo.

D´Arte Coaching, la escuela en la que me he formado como coach, tiene una frase como eslogan. Con ella, todos mis formadores comenzaban sus clases:

Sé tú el cambio que quieres ver en el mundo.

GHANDI

Este pensamiento de Ghandi es una permanente invitación a revisarnos. A bucear en nuestro interior. Sin que no se nos olvide ni un solo día la necesidad de realizar nuestro propio viaje interior. Ser, en definitiva, los artífices de nuestro cambio, para extenderlo después como una mancha de aceite.

Cambiar es empezar a pensar de manera distinta en las mismas circunstancias, para lograr resultados diferentes.

— RAFAELA SANTOS, psiquiatra

El cambio es una puerta que se abre desde dentro

Nuestra manera de pensar no puede ser algo estático, ha de evolucionar.  Y para eso es necesario cambiar la perspectiva con la que miramos. Esto me lleva directamente a explicarte cómo hago mi trabajo como coach. Abro perspectivas a mi cliente. Una invitación para que sea él el artífice de su propio cambio.

El cambio es una puerta que tenemos que abrir desde dentro. Por eso solo podemos abrirla  voluntariamente. La voluntad es el motor del cambio. Voluntad para aprender cosas nuevas.  Voluntad para cambiar actitudes. Voluntad para adquirir nuevos conocimientos personales.

Ley es también obedecer a la voluntad de uno.

CLEMENTE DE ALEJANDRÍA

¿Por qué no eliges ser tú ese uno? Lo bueno es que no tienes que cambiar cada cuatro años, como si fueras un candidato a tus propias elecciones. Lo mejor es que puedes hacerlo a diario.

 

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