Por el amor de mi humanoide/ Relato

¿Cómo será el mundo en 2050? Esta fue la pregunta que hizo la revista Muy Interesante. 

Este relato, escrito en modo de crónica periodística, es una posible respuesta a esa pregunta.

Por el amor de mi humanoide

 

Madison, Wisconsin, USA, 01/07/2050. (De nuestro corresponsal W. Thomas) Alice trabaja como bibliotecaria en la Universidad de Wisconsin. Vive desde hace dos años con Paul —una réplica humana —, fabricado con una impresora 3D. Gracias a BraiNet, Alice y Paul pueden comunicarse.

«No había sido tan feliz desde que mis amigas me regalaron a Paul por mi cumpleaños, en 2048», cuenta Alice mirando a su androide, quien le devuelve su misma mirada cómplice. La joven bibliotecaria afirma que decidió llamar Paul a su androide después de leer el diario de su abuela en el que ésta confesaba estar secretamente enamorada de Paul Newman, un actor que nutrió los sueños millones de mujeres de todo el mundo, en los años 50 y 60 del pasado siglo. «Esta historia les pareció muy bonita a mis amigas cuando se la conté, y decidieron replicar a ese actor con la impresora 3D de una de ellas. Mi abuela se hubiera sentido muy contenta, tanto como lo estoy yo», relata,  ruborizada, Alice a este periodista. 

Alice nació hace 35 años, en 2015, el mismo año en que una niña irlandesa recibió un órgano creado por una impresora 3D, la nariz. Ese mismo año, el visionario físico (un iluminado, dijeron otros) Michio Kaku, imaginaba en su libro El futuro de nuestra mente, el establecimiento de BraiNet, una red planetaria en la que se intercambiaría telepáticamente, y en tiempo real, la totalidad de la información mental de una conversación, incluyendo emociones y matices, sin reserva alguna.

Como lo hacen millones de usuarios de BraiNet, con solo pulsar un botón, Alice accede, por ejemplo, a “Citas románticas” o “Primeros besos”.

Esta red cerebral, que experimentó un crecimiento exponencial en la década de 2040, dispone de un gran banco de memorias, fruto del procomún de recuerdos y emociones vividas por los usuarios, quienes comparten, globalmente, todo tipo de emociones y sus más íntimos pensamientos y sensaciones.

Para beneficiarse de BraiNet, hace un año que Alice colocó a Paul un procesador cuántico. Este chip conforma el conectoma, un gigantesco “disco duro” que, a imagen del cerebro humano, permite almacenar millones de conexiones. Con este implante, Paul está en el mismo nivel de memoria que un humano, el nivel 3, lo que le faculta para entender el tiempo, el pasado y el mañana.

Opositores a BraiNet, consideran que esta red es muy dañina, porque controla nuestros pensamientos, «matando nuestra privacidad». Y añaden: «el lenguaje nos distingue verdaderamente como seres humanos,  es la definitiva barrera entre humanos y humanoides.»

En respuesta a estas afirmaciones, Alice activa en su dispositivo móvil la opción “Debates/Ética”, para así poner voz a los pensamientos de su androide. «Disponer de características maravillosas nos hace felices. ¿No han leído la novela Frankenstein?», dice Paul.

«Nunca antes un hombre me había mostrado sus emociones», suspira Alice.

 

 

Exprime tus neuronas para ejercitar tu mente

Exprime tus neuronas es una interesante obra del biólogo molecular John Medina.  Un texto que se propone para facilitarnos la labor de entender el complejo funcionamiento de nuestro cerebro. Escrito en un lenguaje ameno, sencillo y didáctico, este libro pone la ciencia del cerebro al alcance de todos.

neurona roja, exprime tus neuronas

EXPRIME TUS NEURONAS. 12 reglas básicas para ejercitar nuestra menteJohn Medina,  Gestión 2000, 2011.

Exprime tus neuronas, presenta una docena de reglas básicas para  ejercitar la mente. Aunque—dice John Medina—: «no son normas. son doce aspectos que conocemos del cerebro. Son una invitación a explorar el mundo real».

Para cada una de ellas ofrece los principios científicos sobre los que se sustentan y ofrece ideas para que las apliquemos en nuestra vida. Muy especialmente en el entorno laboral y el escolar. Por extensión, los planteamientos ofrecidos, bien pueden aplicarse igualmente al aprendizaje y la formación.

Exprime tus neuronas no solo da ideas, también rompe con otras ya instaladas en el imaginario colectivo. Una de las más extendidas es— tal vez— la que habla de poder hacer dos cosas a la vez.

No existe la multitarea. La ejecución simultánea de varias tareas, es en un mito.

JOHN MEDINA

Exprime tus neuronas. 12 reglas básicas

 

El ejercicio estimula la capacidad del cerebro

El ejercicio tiene un doble efecto. Uno, el cerebro reciba más oxígeno y más sangre portadora de glucosa para proporcionar energía. Dos, se estimula la proteína que hace que las neuronas se conecten.

El cerebro humano también ha evolucionado 

No disponemos de un solo cerebro, sino de tres.  El primero fue el reptiliano, luego vino cerebro mamífero donde está la amígdala, la responsable de las emociones, y lo completamos con el córtex, la superficie del cerebro, eléctricamente conectado con el anterior.

Repetir para recordar 

En el proceso de memorización, el cerebro “trocea” la información. En los primeros segundos del aprendizaje,  lo aprendido es mejor para ser recordado. Cuanto más se detalle, mayor probabilidad de ser recordado. Si reproducimos el ambiente en el cual introdujimos un aprendizaje por primer vez, mejor lo recordaremos.

Cada cerebro cuenta con un «cableado» diferente

Lo que hacemos y aprendemos en la vida cambia físicamente el aspecto de nuestro cerebro. No hay dos cerebros humanos que almacenen la misma información, de la misma manera, en el mismo lugar. El cerebro renueva su cableado de acuerdo con las experiencias que vivimos.

No prestamos atención a las cosas aburridas

El foco del cerebro solo puede concentrarse en una cosa. Lo que el cerebro hace es una secuencia de conceptos, de uno en uno. Pasados diez minutos, desconectamos. Para atraer de nuevo la atención hay que crear sucesos ricos en emociones, como contar una historia. Despertar las emociones ayuda al cerebro a aprender.

contar historias, exprime tus neuronas

Acordarse de repetir 

Los recuerdos que sobreviven se fortalecen con el tiempo. Sin embargo, nuestro cerebro nos da solo una visión aproximada de la realidad. Mezcla los nuevos acontecimientos con los recuerdos pasados, los almacena juntos, como si fueran uno solo.

Dormir bien para pensar bien

La mejor reivindicación de nuestra siesta. La pérdida de sueño daña la atención, la función ejecutiva de nuestro cerebro, la memoria de trabajo, el humor, las habilidades el razonamiento e incluso la motricidad.

Estimular más sentidos

Absorbemos información de un suceso a través de los sentidos, que se traducen en señales eléctricas. Los olores tienen, particularmente, un gran poder para recuperar recuerdos porque se dirige a la amígdala, el gran supervisor de nuestras emociones.

La visión triunfa sobre los demás sentidos

La vista es nuestro sentido dominante, aunque vemos solo lo que el cerebro nos dice que veamos. Aprendemos y recordamos mejor por medio de imágenes, no de palabras escritas o habladas.

homer simpson, exprime tus neuronas
«La investigación en que se apoya cada uno de mis puntos, debe aparecer primero en una publicación contrastada por otro científicos y ser reproducida luego con éxito. Muchos de los estudios han sido repetidos docenas de veces». —John Medina
Un cerebro estresado no aprende igual

El peor estrés se caracteriza por el sentimiento de pérdida o ausencia de control, por la sensación de que somos impotentes. El cortisol que se segrega durante un periodo de estrés paraliza nuestra capacidad de aprender y recordar. El estrés emocional presenta graves efectos en toda la sociedad y en la productividad en el trabajo.

El cerebro de hombres y mujeres es diferente

Y lo es estructural y bioquímicamente diferente. La mujeres son genéticamente más complejas. Hombres y mujeres responden de manera diferente al estrés agudo, mientras que las mujeres recuerdan los detalles emocionales, los hombres captan la esencia.

Por naturaleza, somos grandes exploradores

Se trata de la importancia de la curiosidad y la de no perder la capacidad de asombro. Algunas de las partes de nuestro cerebro son tan maleables como las de un bebé, para así poder crear neuronas y aprender toda la vida.


El cerebro es algo asombroso.

JOHN  MEDINA


 

Conocer por qué nos aburrimos en clase. O por qué a las tres de la tarde nos entra sueño. Descubrir la razón por la que un hecho nos impactó más que otro. O por qué tomamos una determinada decisión.  Estas son solo algunas de las cuestiones a las que, basándose en estudios científicos, da respuesta John Medina. 

En conclusión, Exprime tus neuronas es un libro del que se puede extraer un vitaminado zumo.

 

 

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Foto 3: Jornadas de Coaching de D´Arte. 2013

El regalo. Relato

Muchos de los libros  que encuentro en las librerías de segunda mano, contienen mensajes. Algunos de ellos están firmados por sus autores, o por los antiguos propietarios. Los hay que, simplemente, llevan escrita una fecha. Los más antiguos llevan firmas rimbombantes, escritas con pluma, de esas que había que mojarlas previamente en un tintero. Otros llevan dedicatorias. Fueron quizá un regalo.

Esta es la historia que imaginé después de ver la dedicatoria que aparecía escrita en un libro que compré una mañana de invierno.

Relato

El regalo

 

Las venas de las sienes le palpitan rítmicamente, como las alas de una mariposa posada sobre una hoja. El frío hace que, en la ventana de la cocina, una gota de lluvia se deslice tranquilamente sobre la humedad porosa, dejando tras de sí un camino sinuoso. Laura acaricia el regalo para Javier. Abre el libro y lo huele, desde abajo, lentamente. El corazón le danza en el pecho. «Javier es el único que hace que tenga ganas de sonreír», piensa. Observa la mirada soñadora de la joven en la portada del libro. Se sorprende cuando siente que sus labios están dibujando la misma sonrisa leve de la muchacha de la imagen.

Las palabras no le han salido de golpe. Llevaba tiempo pensándolas. Es una dedicatoria y no está acostumbrada. «Además, es para siempre», se dice. La ha escrito varias veces en cuartillas que ha ido colocando sobre la mesa; hasta que ha dado con la frase.

Café con leche y galletas. El mismo desayuno de todos los días desde que volvió del hospital. Toma una a una las galletas y las rompe en trozos irregulares que flotan en la parte superior del vaso. Algunos se van desliendo; atrapa los más grandes con la cuchara. «Tienes que hacerlo despacio», recuerda que le decía el abuelo. Y ella metía la mano en el agua límpida de la charca, y sacaba renacuajos que le cosquilleaban en la mano y la miraban con sus ojos saltones. Luego los devolvía al agua, atravesaban el bosque de eucaliptos, y regresaban a casa donde les esperaba la abuela.

Toma el rotulador negro y, con serenidad, escribe. Las líneas, irregulares, se elevan hacia la derecha, formando casi una diagonal con el ángulo superior de la página, como si desearan escapar más allá de sus límites. Javier leerá lo que ella ha escrito cuando abra el libro. El pulso se le acelera. Redondea el punto de las íes, como cuando estaba en el colegio. Firma la dedicatoria, con trazo firme y sensual. Y debajo, en línea recta, la fecha. Envuelve el libro en un papel decorado con pentagramas, y coloca un lazo rojo en una esquina, como el que lleva sobre el pecho la joven de la portada del libro. «Los detalles son importantes», le decía la abuela, mientras le ofrecía bizcocho y mermelada de frambuesas en un plato de porcelana, el mismo en el que Laura, diariamente, se sirve cinco galletas.

Los veranos con los abuelos, lejos de su madre, fueron su manera de escapar de su aciaga realidad infantil. «Javier hace que me sienta igual de libre y feliz que entonces», se dice Laura, dando un último sorbo al café con leche.

Ha elegido el libro con toda la intención: Al morir Don Quijote, de Andrés Trapiello, los sueños de los personajes secundarios y las historias de los sin nombre en las aventuras del Hidalgo, las vidas inventadas de aquellos de los que poco se sabe y que reclaman un lugar en la memoria.

–Nena, lo que te perdiste–le dice a la Dulcinea de la portada–.  Tu realidad, tu triste realidad que huele a ajo, hubiera desaparecido solo con que hubieras prestado atención a ese tipo flacucho de mirada penetrante, que pensaba que eras lo más de lo más. ¡Tonta, más que tonta!

Imagina cómo será el momento en que le entregue a Javier su regalo.

***

Siente como el corazón le late con fuerza. Desliza sus dedos por la portada. Hace mucho frío, como hace diez años, en aquellas Navidades de 2004.

Abre el libro y lo huele.

Lee la dedicatoria: «A mi Don Quijote y no por loco que lucha con molinos de viento, sino por haber conseguido que con él la realidad desaparezca. TE QUIERO, JAVIER. Laura. Navidades 2004-2005».

Laura cierra el libro y lo coloca, junto a los otros libros, en el mismo lugar de donde lo ha cogido. Las venas de las sienes le palpitan rítmicamente, como si cientos de mariposas aletearan sobre un lecho de hojas secas, mientras sale de la librería de segunda mano.