Todo cuenta es un libro que tiene truco. Leyendo el título de izquierda a derecha, «Todo cuenta», es una afirmación. Pero si lo leemos en sentido contrario: «Cuenta todo», sin dejar de ser una afirmación, tiene algo de sugerencia. Es una invitación a contar. Y entonces la cosa cambia.
El truco de un ilusionista está en hacer que fijemos nuestra atención en lo que quiere que la fijemos (Todo cuenta), para que pueda sorprendernos cuando saque el conejo de la chistera (Cuenta todo). Que sepamos esto, no merma nuestra capacidad de asombro. Aunque la pregunta que nos hagamos siempre sea «¿cómo lo ha hecho?».
Así nos relatamos, así nos sentimos. Nos pasamos el día contando(nos) historias, ¿por qué no contar(nos) historias mejores? MEJOR es la palabra mágica. De esto es de lo que, en realidad, habla este libro, de cómo cultivar nuestra identidad narrativa, de cómo narrarnos mejor. O sea, el truco.
TODO CUENTA, Diana Orero, Letrame Editorial, 2019. 287 páginas.
La necesidad de contar
El 11-S el psiquiatra Luis Rojas Marcos era responsable del servicio público de sanidad de Nueva York. Tras varios días visitando hospitales, atendiendo a los heridos y hablando con familiares de las víctimas del atentado, cuenta el psiquiatra sevillano que un médico amigo suyo le preguntó: «Luis, ¿y tú como estás?» Nadie me había hecho esa pregunta—confiesa Rojas Marcos—. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía que contar lo que había vivido en aquellos días terribles.
En este libro hablo mucho de mí misma, porque he aprendido mucho de mí misma, como muestra de que todo el mundo puede aprender mucho de sí mismo
— DIANA ORERO
Pero en esto de contar ocurre como se dice en La venganza de Don Mendo, respecto al juego de las Siete y media: «o te pasas o no llegas».
El escritor Lorenzo Silva considera que hay que acercarse a quien atesora historias. «Lo que más necesita es compartirlas. Es una necesidad irresistible. Lo que no sabe es con quién». Y Diana Orero ha encontrado con quién: los lectores de Todo cuenta.
Como depósito de historias que somos, la autora nos cuenta historias de sus amigos, de su trabajo, de sus pasiones, y de su familia; especialmente de su padre y de su madre, a la que perdió cuando tenía catorce años. Resulta conmovedora la manera en que Diana Orero tiene de contarse esta pérdida, que muy bien puede ser el epítome del libro.
Todo cuenta. La identidad narrativa
Estructuralmente, Todo cuenta está dividido en Tres Actos y una Bienvenida, a modo de introito. Esta Bienvenida está dedicada a las palabras, porque antes de hablar de las historias hay que hablar de las palabras (la autora se confiesa, «coleccionista de palabras»), que son la materia prima de la que están hechas.
Los Tres Actos se corresponden con los tres grandes tipos de historias que conforman nuestra identidad. A saber:
-
- Las historias que nos contamos sobre el mundo.
- Las que nos contamos sobre los demás.
- Historias que nos contamos sobre nosotros mismos.
Si bien estos tres tipos de historias están pasadas por el filtro mágico, que es la palabra MEJOR.
El Primer Acto se convierte así en historias para relacionarnos mejor con nosotros mismos. El Segundo, en historias para relacionarnos mejor con los demás. Y, finalmente, el Tercero en historias para relacionarnos mejor con el mundo y lo que nos pasa
Y es aquí donde la autora saca al campo a su jugador estrella, el psicólogo Don McAdams, experto en identidad narrativa, que tiene como misión llevar el peso del equipo de la base teórica de Todo cuenta.
Importa mucho más la historia que te cuentas sobre lo que pasa, que lo que te pasa.
— DAN MCADAMS
Acompañan a Mc Adams en el equipo titular de las referencias de Diana Orero, Byron Katie, autora del conmovedor Amar lo que es; Joseph Campbell, el mitólogo por excelencia; y el rutilante Yuval Noah Harari, un fenómeno mundial gracias a un libro imprescindible, Sapiens.
Como un susurro
Todo cuenta es el segundo libro de Diana Orero. En él pueden apreciarse dos cosas que se atisbaban ya en el primero, ligadas al estilo en el que divulgan los anglosajones.
Por un lado, el estilo de escritura de Diana Orero. Muy muy personal. Igual que su tono, la piedra filosofal de un libro. Consigue algo muy deseable en todo texto (divulgativo o no): acercarse lo más posible a «escribir como hablamos».
Es la suya una escritura en vaqueros y camiseta, alejada del traje sastre al que nos suelen tener acostumbrados multitud de autores de este tipo de literatura.
De otro, la necesidad de contar. En su anterior libro, Inspiritismo (Alienta, 2012), quedaba claro que la manera de comunicar de Diana Orero era contando historias, bien personales bien de otros.
En este libro da un paso más: es la historia de cómo alguien se ha construido desde niña. Y es esto último es lo que da a Todo cuenta el tono íntimo de un susurro.
Y siempre, siempre, podemos intentar contarnos una historia mejor.
—DIANA ORERO