Cómo expresar emociones, según Disney

 

¿Cómo expresar emociones? Cuando narramos una historia, hemos de lograr que el lector —o quien nos escucha— empatice con los personajes, que se identifique con ellos.  Lo mismo ocurre en el cine.  Si los personajes son humanos, resulta fácil empatizar. ¿Cómo expresar emociones cuando los personajes son dibujos animados?

cartel de el arte de contar historias. Disney
«Nos gustan las películas de Disney, porque Disney sabe mucho de nosotros».— Sergi Martín.

El  animador español Valentín Amador ha contado cómo expresar emociones con un lápiz, cómo dar vida a personajes dibujados.  Su charla ha abierto el ciclo de conferencias que se celebran paralelamente a la exposición Disney. El Arte de contar historias.

Esta muestra que puede verse en CaixaForum Madrid hasta el 4 de noviembre de 2018. El ciclo de conferencias, dirigido por el escritor y guionista Sergi Martín, ofrecerá conferencias y proyecciones comentadas, cada miércoles del mes de octubre de 2018.

Secretos que ven la luz

 

La exposición Disney. El Arte de contar historias ofrece los fondos de la Walt Disney Research Library en forma de dibujos, bocetos originales y fragmentos de películas. Es una ocasión para disfrutarlos, porque este archivo no está abierto al público, solo es accesible para quienes trabajan en la factoría Disney. Es su fuente de inspiración y documentación, como es el caso de Valentín Amador.

Valentín Amador, nació en Cádiz y se crió en Barcelona. Desde hace cinco años y medio vive en Los Ángeles, donde  es animador de películas de la factoría Disney. Este artista es responsable de la animación de algunas escenas de Frozen o, más recientemente, de Moana (o Vaiana, como se conoce en España).

Los estudios Disney tienen cien años de historia, pero tenemos la obligación de llevarlos a la modernidad.

VALENTÍN AMADOR

Los animadores de Disney son expertos, desde hace ochenta años, en cómo expresar emociones con unos pocos trazos.

Cómo expresar emociones. Los ojos

 

En una película, por encima de todo ha de estar el talento para contar una historia. Y Disney lo tenía. «Era, además, un visionario», dice Amador. Para que una película nos guste hemos de identificarnos con los personajes. Las películas han de contactar emocionalmente con la audiencia. Hacerlo con actores es fácil, son seres humanos como nosotros. La empatía es natural. No es tan fácil hacerlo, sin embargo, con dibujos animados.

La sirenita, expresar emociones, Disney

Por eso, los dibujos han de moverse de una manea realista, natural, que reflejen emociones complejas. Cuando vemos una película, siempre miramos a la cara del actor. Sobre todo, a los ojos.

Los ojos son el gran reto de la animación.

—VALENTÍN AMADOR

El equipo inicial de los Estudios Disney, el que hizo el primer largometraje, Blancanieves y los siete enanitos (1937), exploró territorios que antes no se habían explorado. A todos los puso Walt Disney a trabajar con expertos en anatomía. Se creó así una forma de arte de la nada.

El secreto está en que el espectador piense que esas líneas tienen vida por sí mismas, que se ría o que llore, atrapado por un montón de líneas.

— VALENTÍN AMADOR

Hasta la llegada de Disney —el cine era todavía joven—,  la animación era solo un truco de feria. Walt Disney lo convirtió en arte, apasionado como era por alcanzar la calidad más alta.

Maléfica, Disney, caixa forum

Animar es como hacer un truco de magia

 

Valentín Amador ha trabajado, ente otras películas, en la animación de Frozen: El reino de hielo (2013), la película de animación más taquillera de la historia. «Es la película que contiene todos los elementos Disney— dice Amador—. Una manera de contar una historia clásica con los principios Disney, pero con planteamientos más modernos».

A su vuelta a Los Ángeles, le espera dar vida a algunas escenas de la segunda parte de Frozen.

Vaiana y las emociones, exposicion Disney Caixa Forum

Valentín Amador ha animado también algunas escenas de Maui, el compañero de aventuras de Moana (o Vaiana), la incursión en la tradición polinesia de Disney. Hasta ahora las películas Disney han narrado mitos griegos, historias de la cultura americana o cuentos de hadas europeos. Moana es una ventana a la diversidad. Un cambio de orientación acorde con los tiempos.

El proceso creativo de Valentín sigue un orden.  Comienza por seguir el ritmo que le marca la voz del actor que da vida a Maui. En este caso, es The Rock, el actor de origen maorí, conocido por protagonizar la serie de películas  Fast and Furius. Luego, Amador hace él mismo una recreación física de los movimientos del personaje como si fuera humano, y se filma. Posteriormente, dibuja ese movimiento y mueve esos dibujos en el ordenador, como si fueran una marioneta.

«El ordenador— dice Amador— es solo una herramienta que nada tiene que ver con el lápiz».

Adenda. Mayo de 2020. El gobierno ha ordenado el uso de mascarillas para las fases de desescalada, después de más de dos meses de confinamiento. Solo se nos verán los ojos y no podremos estar a menos de dos metros de distancia entre personas. Los ojos recobrarán todo su poder a la hora de expresar emociones.

 

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El Día del libro, un cuadro y la memoria

 

24 de abril de 2018

Uno

Ayer fue el Día del libro. Hice una promesa: dejar de leer. Ayer no leí, ni hoy. A ver si consigo mantener mi promesa, al menos, una semana. «Leer es vivir», escribí en este blog hace un año. Hoy digo que leer me mata; siento que muero como escritor. Ya no sé si lo que escribo es mío o me lo dictan aquellos a quienes leo.

Llamé a Eduardo Martínez Rico, somos amigos. Entre libro y libro— y ya lleva diez publicados— escribe diarios. Me dijo que no me preocupara, que tenía que digerir. Eso es lo que necesito, un descanso para hacer la digestión, hibernar. Le pregunto a Eduardo si Francisco Umbral escribía diarios para publicarlos. «Y para cobrar», respondió imitando la voz de su maestro. Lo sabe bien, fue amigo de Umbral; trabajó junto a él en los últimos años de la vida del escritor. «Le gustaban mucho los diarios y las memorias», me dijo, y que como lo que se vendía era la novela, que por eso las escribía.

 

dos

Un periodista, tertuliano en la radio, dijo ayer que siempre tiene dos libros en su mesilla: uno de novela negra y otro para pensar. Un caso para que lo investigue el escritor y neurólogo, Oliver Sacks. Un tipo que es capaz de detener su pensamiento según qué libro lea, y que parece feliz al contarlo, es un bombón para la neurociencia. Quizás a Sacks pudiera inspirarle un relato que se titulara El hombre que confundió su cabeza con una lámpara. Rompería mi promesa de dejar de leer; tal vez me diera una pista para apagar mi pensamiento cuando me pregunto por qué una novia que tuve se fue sin decir palabra.

tres

¿Pagarían 50.000 euros por un cuadro abstracto?, pregunta un locutor; y hace un silencio. A mí se me queda la pregunta colgada en una percha del armario que es mi inconsciente. Insiste el locutor: ¿hubieran pagado 50.000 euros por Cuadrado blanco sobre fondo blanco? He buscado la fotografía del cuadro. Está colgado en una pared del MOMA de Nueva York. Lo miro y no sé que siento. No puedo no sentir nada, igual que no puedo ser apolítico o amoral. El tertuliano del interruptor lo conseguiría: no sentiría nada. Un cuadrado blanco, blanco de plata, sobre un fondo blanco, blanco de plomo. El cuadrado se fuga por la diagonal del extremo superior derecho, como se escapaban en las pantallas de los primitivos videojuegos, las figuras geométricas que mi memoria me impide recordar que forma tenían.

cuatro

Nabokov decía que Mnemosina era una muchacha muy descuidada. Y caprichosa, añado yo; y mentirosa, muy mentirosa. Miro el cuadro y la faceta caprichosa de Mnemosina— y solo ella sabe por qué—, me dice que busque en el iPad el concierto de Colonia de Keith Jarret. Piano solo. Toca sin usar adjetivos, expone la melodía y la abandona. Yo solía encadenar frases subordinadas, curvilíneas, orondas y voluptuosas como las modelos de Rubens. Ahora escribo con menos palabras, con pocos adjetivos. Los tres últimos me los he sacado con fórceps, como Jarret una nota de más o Amélie Notomb una frase subordinada. ¿Son por eso tan cortas sus novelas? Cuadrado blanco sobre fondo blanco, la pintura sin adjetivos.

cinco

Eduardo y yo hemos quedado para tomar un café, en el Gijón, donde siempre. A él le gusta, y yo me siento como el poeta de La colmena; aquel que escribía versos para juegos florales y así ganarse unos duros y una flor natural, como las rosas barcelonesas del Día del libro. Definitivamente, voy a dejar de leer. Pero no voy a dejar de escuchar la radio.

 

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Foto: Cuadro de Alicia Martín, invitada a exponer su obra en la Fundación Lázaro Galdiano, de Madrid. Diálogo de una artista contemporánea con la colección de museo.

¿Y esto pá qué sirve? El latín cruza el Vístula

FIRMA INVITADA: RODRIGO MARTÍNEZ-DEL REY DELGADO (TORUŃ, POLONIA)
RELATO

¿Y esto pá qué sirve?

 

Ya se lo diga usted en latín, Cognitio non fit (est); en polaco: Wiedza nie ma miejsca; o en español: El conocimiento no ocupa lugar, hay gente que se empeña en ahorrar espacio en su cabeza como si de un iPod se tratara. No vaya a llenarse la memoria a los 30 años y tenga que formatear su disco duro. Pero no solo se preocupa el buen samaritano de su coco, sino del tuyo también. Una preocupación que se ve reflejada en cuestiones tan sesudas como, ¿Pero eso pa´ que te vale en la vida?, procediendo al inmediato trago de cerveza o a escupir la cascara de pipa, según contexto.

Estas líneas son para mi yo del pasado y, sobre todo, para toda la gente que se achanta ante tan abrumadora pregunta. Y, sí, puede que se torne algo serio al final. Rogamos nos disculpen.

No era yo más que un zagal cuando me mandaron a un internado. No piensen mal, fue por buen comportamiento, ningunos padres podrían soportar tan buena conducta y tan excelentes calificaciones. El colegio se encargaba de formar a gente lo mejor que podía. El nivel de cazurrismo de algunos era solo superado por la perseverancia de algunos profesores en negarse a dejar caer a sus criaturas. No recuerdo bien que curso era, pero a causa de los vaivenes en las leyes de educación volvió la posibilidad de elegir latín. ¿Latín? Si, latín. Lo de los romanos de Roma. Yo, que me muevo por pálpitos (y así me va), decidí apuntarme. ¡Que sorpresa! El latín no podría darse porque para mí solo era inviable. Afortunadamente, otros 3 o 4 eruditos interesadísimos por el latín (o desinteresadísimos en la economía, que era la alternativa) se unieron, por lo que se pudo impartir la asignatura. Ahora bien, con el latín llega el momento en el que aparece esa fatídica cuestión, que en mi cabeza resuena ahora a cámara lenta, y con mucha reverb.

— ¿Y eso para qué te vale?

— Que si eso no se habla… que si eso no sirve para nada… que haga cosas útiles…

Años después, casi a punto de entrar en la universidad, decidí que era momento de meterme con un segundo idioma, tercero si cuento con el instalado de fábrica. El francés nunca me gustó mucho; el portugués e italiano me parecían sencillos y buscaba algo que me sacara un poco de mi zona de confort; y el alemán estaba muy de moda. Ya fuera por la ensaladilla, los filetes o la montaña decidí que el ruso iba a ser ese idioma. El desenlace fue previsible.

—¿Y eso para qué te vale?

— Pero quién habla ruso… que eso es muy complicao… ¿Qué se te ha perdido en Rusia?… Estudia otra cosa más útil…

Atardecer otoñal a orillas del río Vístula— Rodrigo Martínez-del Rey Delgado

 

Estamos en 2018, casi 10 años después de que escogiera latín por primera vez, y unos 5 desde que empecé el ruso. Tengo la suerte de disfrutar mi Erasmus en Polonia. ¿Y saben qué? He aprendido polaco más y mejor. Entiendo un porcentaje generoso y puedo comunicarme. Tengo buena pronunciación y mucho vocabulario; sin las declinaciones del latín no habría entendido como se estructura una frase en polaco; sin el latín no sabría todos los términos que están ligados con la religión (de manera directa o indirecta) y que supone cerca de una tercera parte del idioma de este país, profundamente católico; y sin el ruso no habría sido capaz de pronunciar sílabas como RZ, SZCZ, CZ, DZ, GRZ, PRZ o letras como sus Ą, Ę, Ć, o Ł; ni tampoco tendría todo el vocabulario que comparte al ser una lengua de la misma familia. Como números o colores.

Nunca te avergüences de lo que estudias, de lo que eliges o de lo que haces por miedo a si será útil o no. Que la utilidad de algo dependa solo, y exclusivamente, de la que tú le des.

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Foto: Muzeum Noeoów Warszawa (Museo del Neón de Varsovia). —Rodrigo Martínez-del Rey Delgado