Historias, oxitocina y generación de confianza

 

Nuestro cerebro es un gran consumidor de historias. Es nuestra manera de conectar con los demás seres humanos.

Sentimos vértigo cuando James Bond cuelga de un rascacielos. Sentimos como propia la angustia que invade a Indiana Jones en una cueva. Basta con ver el rostro del arqueólogo. O escuchar como sube la intensidad de la música. Nuestro cerebro crea un relato que rellena las lagunas.

Nuestros cerebros no diferencian entre una persona en apuros en una imagen animada y una persona en apuros frente a nosotros. Ambas nos parecen reales. Esa es la razón de que podamos conmovernos con las grandes películas o las grandes novelas. Y más profunda es esa sensación cuanto más lectores y espectadores se identifiquen con ella.

Generación de confianza

 

Según Paul Zak, economista y neurólogo, la liberación de oxitocina en nuestro cerebro es la señal clave para que el acercamiento a otra persona se produzca.

Liberamos oxitocina cuando confiamos en alguien o ese alguien nos muestra un acto de bondad. Paul Zak lleva más de una década investigando sobre la oxitocina, a la que denominó, «The Moral Molecule˝. En su  traducción española, se la denomina  la «Molécula de la felicidad» (La molécula de la felicidad, Ediciones Urano, 2012).

La clave—dice Paul J. Zak en este libro— está en la oxitocina, una molécula que se dispara en nuestra sangre cuando  otro ser humano nos obsequia con un gesto desinteresado.  La amabilidad se contagia. En la oxitocina radica la clave de las relaciones humanas.

La oxitocina motiva la cooperación con los demás, a través del aumento de la sensación de empatía y, por consiguiente, nuestra capacidad de experimentar emociones ajenas.

— PAUL J.ZAK

«Érase una vez, un carpintero llamado Gepetto que decidió construir un muñeco de madera, al que llamó Pinocho. Con él, consiguió no sentirse tan solo como se había sentido hasta aquel momento…».  – Pinocho, Carlo Collodi

Cuando quieras motivar, conectar o favorecer la memoria, comienza por contar una historia sobre la lucha humana o sobre los valores. Así llegarás a los cerebros de la gente, atrayendo primero sus corazones. Porque, recuerda, las ideas no se contagian, las emociones, sí

 

 

 

 

 

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