El compromiso, o cómo crearte

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¿Cuál es tu objetivo?

¿Qué quieres hacer?

¿Quién quieres ser?

¿Qué te falta para conseguirlo?

¿Has pensado que le das a la vida, en lugar de pensar en que me da la vida a ti?

¿Tienes miedo al fracaso, al futuro, a equivocarte?

La promesa es el valor de nuestra palabra. Cada vez que te comprometes, pones en juego la confianza. El compromiso es una de las claves de nuestra Identidad. Es la responsabilidad que adquirimos con nosotros mismos y con los demás.

El compromiso es la responsabilidad que adquirimos con nosotros mismos

y con los demás para el cumplimiento de las promesas.

Define nuestra identidad, el grado de fiabilidad de

nuestra palabra y la efectividad en la coordinación de

acciones.

Es entonces cuando se hace necesario cambiar el tengo que hacerlo, por quiero hacerlo.

Foto Superior: De una obra (detalle) de Cildo Meirelles, Palacio de Velázquez, Madrid.

Como cajas vacías, o el frágil equilibrio

Como cajas vacías

apiladas las unas encima de las otras

en frágil equilibrio.

Vikram Babu pregunta:                              ¿eres así?

 

(Los poemas de Vikram Babu, Jesús Aguado. Hiperión, 2000)

Frágil e inestable equilibrio 

 

Vikram Babu  es un filósofo creado por el poeta Jesús Aguado. Como en el poema que abre esta nota, suele contestar a las preguntas que se le hacen con pequeñas composiciones poéticas. La base es una comparación y finalizan con una pregunta. La comparación del poema que da título a esta nota es una metáfora enmarcada en el ámbito de la Física: Cajas vacías en frágil equilibrio.
Si hablamos de física, pues veamos que dice la Física:

Un sistema tiende a permanecer en equilibrio si no hay un elemento que lo desequilibre. Cuando éste entra en juego, el sistema evolucionará de nuevo hacia el equilibrio.

Es una ley física, la Primera Ley de Newton.

¿Qué hay en nuestra vida que no esté en frágil (e inestable) equilibrio?

Mantenemos un frágil equilibrio con nosotros mismos, el más básico de los sistemas existentes. Cada uno de nosotros somos un sistema, o sea, una caja. Dentro de ese sistema, no es menos frágil el equilibrio que mantenemos entre nuestros miedos y nuestros sueños, o entre nuestras creencias y valores.

Formamos parte de un sistema más: nuestra familia, o nuestra pareja. Y otros dos sistemas, al menos, se suman al nuestro: los que formamos con amigos y con compañeros de trabajo. Y si perteneces a un club, a un equipo, a una ONG… Pues más sistemas. O sea, más cajas que se suman a la nuestra.

Cajas, en fin, que se van apilando. Y sin olvidar que todos estos sistemas están interactuando entre sí.

Del equilibrio al caos y vuelta al equilibrio 

Vamos a mirar en nuestras situaciones cotidianas.

¿Qué ocurre cuando tu jefe te pide que hagas un informe casi a la hora de la salida del trabajo? ¿Y cuando el semáforo se pone en verde y el coche de delante no se mueve?¿O cuando pides un café en la barra de un bar y el camarero te ignora?¿Qué haces cuando escuchas una determinada palabra que no te gusta? ¿O cuando la esperas y no la escuchas? 

Hay momentos en lo que todo se vuelve hostil o lo sentimos como hostil.

Cada una de estas causas pueden ser elementos desestabilizadores de uno o de varios de nuestros sistemas. Una vez roto el equilibrio, el frágil (e inestable) equilibrio, comienza un proceso de caos progresivo hasta alcanzar el nuevo estado.

Lo tienes en tu mano. Tus emociones son tu presente. Un cambio en tus pensamientos cambia tus emociones. Y esto te lleva a equilibrar tu estado.

¿Que pasaría?

  • Si  en lugar de hacer sonar el claxon compulsivamente cuando el coche de delante no avanza, conservas la calma.
  • Si en lugar de pensar que tu jefe te tiene ojeriza, haces el informe.
  • Y  si en lugar de increpar al camarero, esperas a que sirva a otros clientes, y disfrutas tu café unos minutos más tarde.
  • Si en vez de enfadarte cuando no has escuchado lo que querías, le dices a la otra persona cómo te sientes.

Lo que pasaría es que habrías cambiado emociones como el enfado por otras más agradables.

Un objeto es tan fuerte como su parte más débil

También es pura Física. Cuidar nuestro punto más débil, es tan importante como una buena higiene.

¿Cuál es tu parte más débil? ¿Qué es lo que te desestabiliza? ¿Cómo piensas que puedes corregirlo? ¿Cuando comenzarás a hacerlo?

 

 

El arte de la pregunta es el alma del coaching

 

El arte de la pregunta, es el alma del coaching. Considero, por eso, que la manera más clara y sencilla de definir el coaching es como el arte de la pregunta.  Porque ese es el trabajo que hace un coach y no otro: preguntar.  Preguntar para que sea el cliente el que encuentre sus propias respuestas. Y digo que es un arte, porque no vale cualquier pregunta.

Es muy habitual, sin embargo, que sea el cliente quien lance preguntas al coach, preguntas del tipo: «¿qué opinas?», «¿qué hago?», u otras del mismo tenor. Un coach ni opina ni dice qué tiene que hacer un cliente. Estas preguntas son consecuencia del general desconocimiento —o de la desinformación— que sobre el coaching existe.

Un poema que acababa en pregunta

El año 2013 lo ocupé íntegramente preparándome para ser coach. Una lluviosa tarde de aquel año, conocí la poesía de Jesús Aguado. No creo que fuera algo casual. Presentaba la última de sus antologías, La insomne. Antología esencial (Fondo de Cultura Económica, 2013). Me llamó particularmente la atención un pequeño poema, leído al vuelo por Miguel Albero, presentador de la antología y autor de un heterodoxo ensayo titulado Instrucciones para fracasar mejor (Abada Editores, 2013).

Ese primer poema leído por Albero, y otros que vinieron después, comenzaban con el comparativo «como» y finalizaban con una pregunta. Anoté aquel primer poema en el cuaderno de notas que siempre me acompaña. Era corto, directo, certero. De una pasmosa sencillez.

Como cajas vacías

apiladas las unas encima de las otras

                                                                      en frágil equilibrio. 

Vikram Babu pregunta: 

                                                          ¿eres así?

Aquellos versos me resonaron, porque tenían mucho que ver con el coaching. Cuando eres coach resulta difícil despojarte de esa vestidura. Se convierte en una manera de entender la vida.

 

El arte de la pregunta

 

¿Quién sería aquel Vikram Babu? Nunca había oído hablar de él. Las palabras migran como las aves en primavera. Recordé que babbo es la palabra con la que los niños de algunas regiones italianas se dirigen cariñosamente a su padre. No andaba demasiado alejado. Babu es una palabra que se usa en la India para denominar a un hombre sabio y respetable. El término Vikram yo lo tenía asociado una tabla de ejercicios de yoga que se realiza a elevada temperatura ambiente. Jesús Aguado vivió un tiempo en la India y es traductor de poesía hindú. Las piezas encajaban.

Supe a lo largo de la presentación, que aquella composición poética y otras con una estructura semejante, estaban incluidos en el libro Los poemas de Vikram Babu. Supe así que Vikram Babu es un heterónimo utilizado por Jesús Aguado. O sea, que este imaginario filósofo, no era otra cosa que el alter ego del poeta. O sea, que Vikram Babu estaba frente a mí.

En la nota preliminar de Los poemas de Vikram Babu, que leí posteriormente, se decía que Vikram Babu vivió en el siglo XVII, que escribía en hindi y que «nunca salió de un pequeño pueblo a orillas del Ganges, cerca de Benarés», donde ejercía labores de cestero.

El sabio respondía a las cuestiones que le planteaban con pequeños poemas cuya base era siempre una comparación y luego una pregunta. Vikram Babu en lugar de dar soluciones, ofrecía la posibilidad de que cada uno respondiera por sí mismo. Esa es el alma del coaching: la pregunta.  Y el coaching, en consecuencia, el arte de la pregunta. Es el cliente, por sí mismo,  el que ha de descubrir la respuesta entre las diferentes posibilidades de las que dispone.

el arte de la pregunta, el alma del coaching, interrogación abierta

Preguntas y metáforas

Me gustó, además, que Vikram Babu fuera cestero. Me gustó su valor metafórico. Un cestero responde, además, al arquetipo del artesano: un tejedor que construye recipientes con juncos o con materiales flexibles , que moldea entre sus dedos. El cestero genera tramas: da forma así a un capazo o a un pequeño cesto para el pan. ¿No somos acaso los seres humanos cesteros de nuestra propia vida?

Y hay una metáfora más: el junco o el material semejante con el que se fabrique el cesto: materiales flexibles, en definitiva, que se pueden doblar y moldear. De nuestra capacidad de ser flexibles va a depender la vida que vivamos.

El coach ha de desandar ese camino del cestero. Tiene que ir deshaciendo la trama que ha creado el cliente, tirando del junco, siguiendo su senda, para ayudarle a que encuentre el camino. Preguntando.