La Biblioteca de Alejandría

Me alojo en la habitación 311 del Hotel Cecil. Una placa en la puerta dice que está dedicada a Taha Hussein, escritor egipcio y Premio de Derechos Humanos de Naciones Unidas. El color burdeos destaca en la colcha, la moqueta y las tapicerías. El televisor es el único elemento decorativo que me remite al presente.

Hace casi dos horas que ha amanecido. Salgo al balcón. Abajo, en la calle, personas y vehículos se mueven como las hormigas. Deprisa y en todas direcciones, pero sin chocar entre ellas. Para cruzar sólo se necesita la decisión de saltar a la calzada. Con la misma decisión con que los coches se mueven, a golpes de claxon.

Algunos trucan las bocinas, para que se les oiga más. Es imposible aparcar en esta ciudad– me había dicho el día anterior Mimmí.

El litro gasolina del desierto cuesta la mitad que un litro de agua (4 libras egipcias, LE). Los taxis son viejos LADA, amarillos y negros. Los transportes colectivos –furgonetas semejantes a microbuses– que se abordan donde se puede, a una libra egipcia. El conductor, a la vez que sujeta un fajo de billetes con una mano, habla por teléfono con la otra o arroja la ceniza del cigarrillo. Los guardias permanecen impasibles (¿o impotentes?) en el centro de la avenida.

En otoño, el aire seco y vibrante, inflama el cuerpo bajo la ropa liviana. «Cuarteto de Alejandría», Lawrence Durrell

Panorama desde La Corniche

Son las 7.30 de una mañana otoñal. Frente a mí, La Corniche (hoy Sharia 26 de Julio), un paseo marítimo de 24 kilómetros de longitud que bordea el Mediterráneo, a cuyas espaldas se extiende esta urbe ruidosa, abigarrada y hechizante de más de seis millones de habitantes.

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La vista, sin embargo, me alcanza sólo a la bahía. En el extremo izquierdo, la fortaleza mameluca de Quait-Bey. Un poco más cerca, barcas de pesca multicolores del mayor puerto de Egipto, el mercado de pescado Anfushi.  Y hacia mí, las playas, tomadas al asalto en verano por los cairotas. Cerrando la bahía, en la parte oriental, un cilindro de vidrio y aluminio semienterrado oblicuamente, semejando un gigantesco panel solar –homenaje a Ra–, el nuevo Faro: la Bibliotheca Alejandrina.

La Nueva Biblioteca

Las centenares de jóvenes estudiantes que me encuentro en los jardines de la Nueva Biblioteca de Alejandría –en alegre charla con sus compañeros masculinos–, no se diferencian en nada de cualquier otra adolescente europea, excepto por el hiyab. Eso sí, lo usan de colores muy vivos y variados, colocados con la coquetería inherente a cualquier mujer, y adornados con diferentes tipos de abalorios.

– Un centro para el saber. Un lugar de diálogo e intercambio entre pueblos y culturas. Esto es la Biblioteca Alejandrina– dice orgullosa una de las guías que enseñan el edificio.

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La nueva Biblioteca se ha levantado a escasos metros de donde se cree que Ptolomeo I erigió la original, destruida por un incendio en tiempos de Julio César. Casi dos mil años después, medio mundo se alió para que esta nueva Biblioteca pudiera ver la luz en los albores del siglo XXI. La entrada se hace por la quinta planta. Hay cuatro bajo el nivel del suelo y seis más por encima, 33 metros de altura. El espacio dedicado a la lectura –con capacidad para dos mil personas– es una sala hipóstila con columnas de granito de estilizados capiteles palmiformes que sustentan la cubierta de vidrio y aluminio.

Los dos mil pupitres, agrupados entre paneles de maderas nobles,  descienden en rampa desde los niveles superiores hasta la quinta planta. La obra es del estudio de arquitectura noruego Snohetta. La Biblioteca dispone, entre otras instalaciones, de cuatro museos. Un planetario, una sala de proyección con una pantalla de 10 metros de diámetro, y un archivo con todas las webs creadas desde 1996. Y el más interesante y emocionante, el que está  dedicado a manuscritos y libros raros.

SERIE DE ARTÍCULOS SOBRE ALEJANDRÍA

1ª Parte. Alejandría, corazón de la nostalgia de una vieja dama
3ª Parte. Alejandría, un gran zoco

 

Narrar historias: el horno del corazón

Narrar historias es tan antiguo como la propia humanidad. Las empresas son, en general, solemnes y poco propensas a mostrar sus sentimientos. Le ocurre igual a los profesionales que con trabajan en ellas. Quizás hay una excepción: a los vendedores —o comerciales— se les permite «mostrarse simpáticos».  

personajes para narrar historias

La mentalidad del ejecutivo está programada para ser analítica, objetiva, y, en muchos casos impersonal. Estas actitudes se reflejan en la manera en que las empresas comunican, tanto interna como externamente. En consecuencia, la comunicación tiende a ser fría. Igual que sus exposiciones, muchas de ellas elaboradas en farragosas presentaciones en Powerpoint o Keynote. Presentaciones  argumentativas, plagadas de datos.

En muchas de estas presentaciones sobran diapositivas y falta corazón.

Igual puede afirmarse de la comunicación interna en las empresas. O del envío de decenas de correos electrónicos diarios. En los que en la línea de «asunto» se coloca la primera fase que viene a la cabeza. O en los mensajes colocados en las diferentes redes sociales, bien sea éstos personales o profesionales.

Captar la atención

Cuanto he dicho no es caprichoso. He sido directivo durante años. Yo mismo caí en esos mismo errores. Yo mismo no me detenía a pensar el «Asunto» del correo electrónico. No era consciente que desde el «Asunto» tenía que captar la atención del receptor.  También he estado al otro lado, como Director de Comunicación de una Agencia de Comunicación.  Mi tarea era hacer llegar los mensajes de las empresas —nuestros clientes— a otros periodistas.

En el año 2008, me encontré con  el libro Será mejor que lo cuentes. Los relatos como herramienta de comunicaciónde Antonio Núñez. Y digo me lo encontré, porque estaba abandonado sobre un archivador de la redacción de la cadena de radio donde trabajaba.

Pasé junto a él varios días. Lo miraba de reojo. Una tarde, finalizadas mis tareas,  decidí esperar antes de  antes de regresar a casa, a la espera de que se disolviera el atasco de cada tarde a esa misma hora. Pregunté  y nadie dijo ser dueño del libro. Así que me lo apropié. Y ahí se produjo el cambio. Mi manera de entender la comunicación cambió radicalmente. La idea fundamental del libro es narrar historias para una mejor comunicación.


Ya no mandan los grandes emisores. El destinatario de tu mensaje es hoy el que manda. Un buen relato es lúdico, sensorial y emocional, está cargado de sentido, es didáctico, mnemotécnico y favorece la cohesión, participación e interactividad de sus destinatarios.

— ANTONIO NÚÑEZ


Nuestros mensajes de esta manera serán más perdurables en la mente de quienes nos escuchan, y más contagiosos, porque hemos establecido una ruta hacia su corazón. Narrar historias es la mejor manera de comunicarnos.

 

corazon sale de la manguera del corazon

Narrar historias: el horno del corazón

No hay milagros, sólo esfuerzo. Es preciso cambiar cuando las circunstancias lo exigen. «Las circunstancias han cambiado. ¿Qué va a hacer usted?», dijo Keynes.

La ideas tienen que bajar al horno del corazón para que se calienten, así afloran las emociones. 

—ÁNGEL LAFUENTE, experto en oratoria

Una receta tan simple como antigua, pero precisamente por ello tan inusitada. Así, aplicando tan sencillo remedio, es como la enumeración de datos, demostraciones, cifras o estadísticas dan paso a las emociones. Al narrar historias, las argumentaciones se  convierten en relatos que evocan las emociones de la audiencia, logrando de ellos el bien más preciado en estos tiempos, su atención.

En Resonancia, un estupendo libro de  Nancy Duarte, experta en presentaciones, explica como narrar una historia en una presentación, tanto dentro como fuera de la empresa..

El éxito acompañará a aquellos que sean capaces de acomodarse a esta nueva situación. Se hace necesario cambiar nuestra manera de pensar, tomar conciencia de la nueva realidad en la que nos estamos moviendo. Hay narrar historias para  clarificar nuestro mensaje y que la gente nos escuche.

El siguiente paso no es otro que ponerlo en práctica, ser inspiradores. ¿Qué te impide hacerlo?

 

 

 

¿Para qué sirve soñar?

Me plantea una de las alumnas de las que soy tutor en su preparación como coach,  que le ayude a distinguir entre lo que es Misión y Visión.

Tú que ahora me estás leyendo, tal vez, te hayas planteado la misma duda que mi alumna. Puede que lo hayas hecho al visitar la página web de la empresa que va a realizarte una entrevista de trabajo.  Estos dos conceptos figuran en un apartado destacado. O, quizás, la compañía para la que trabajas tiene definidas ambas en sus planteamientos corporativos, y no tengas claro qué significan.

Voy a personalizar en ti que me lees estos dos dos conceptos, en lugar de hacerlo de manera abstracta. Así fue como se lo expliqué a mi alumna.

Misión y Visión

 

Misión y Visión no son consideraciones exclusivas del mundo empresarial. Todos los seres humanos hemos venido a este mundo para algo.Tenemos una Misión que cumplir, consecuencia de la Visión que un día nos hayamos planteado. Consciente o inconscientemente, cada día ejecutamos nuestra misión, acorde al futuro que hemos soñado.

Para saber si estamos cumpliendo con nuestra Misión y nuestra Visión, supone responder preguntas como estas:  ¿Qué es el futuro para ti? ¿De qué color lo dibujas? ¿Cómo lo construyes? ¿Trabajas para conseguir tus sueños?

¿Para qué sirve soñar?

 

No pueden desligarse estas dos ideas: futuro y sueño. En ellas reside la clave. Están indisolublemente unidas. En uno de los libros más conmovedores que he leído, El hombre en busca de sentido (Herder, 1979), escrito por un psiquiatra vienés Viktor Frankl, durante años encerrado en el campo de concentración de Auschwitz , dijo:


El futuro es la fuerza que nos permite vivir el presente.

—VIKTOR FRANKL 


Es aquí donde entran en acción los sueños.

Desde las navidades del pasado año 2013 hasta hoy que escribo esta entrada, varias campañas publicitarias proponen, desde la televisión o desde las marquesina de los autobuses, soñar:

Pon tus sueños a jugar/ Deja de soñar. Comienza a vivir/  No tenemos sueños baratos

¿Qué has sentido cuando has mirado estos anuncios?

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¿Cuál es tu sueño?

 

Algunas de esas campañas, ligan los sueños exclusivamente a la consecución de un éxito económico. Es absolutamente legitimo soñar con ser millonario, o con un pellizco que nos sirva para “tapar agujeros”. Pero cumplir tus sueños NO es, exclusivamente, una cuestión de dinero.

Míralo desde otra perspectiva. Claro que no, nuestros sueños nunca son baratos. En primer lugar, porque son nuestros, exclusivos. No lo son, además, en ninguna de las acepciones que el diccionario da para ese término: ni tienen bajo precio ni se consiguen con poco esfuerzo. Alcanzarlos puede suponer una inversión en estudios o en la ampliación de conocimientos, pero la mayor inversión que ha de hacerse es en esfuerzo personal.

Lo que eso anuncios publicitarios te están proponiendo es que visualices tu futuro y lo traigas a tu presente, que tengas una Visión. 

Visión= TU Sueño+ acción

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La Visión es saber hacia donde quieres ir. Pero ¿de qué sirve tener un sueño si no hacemos todo lo posible para realizarlo? Si no hay acción, no hay visión. La acción requiere compromiso, la firma de un contrato contigo mismo. Los sueños por sí solos no tienen movimiento: A los sueños hay que ponerles alas para que vuelen y ruedas para que aterricen.


El compromiso es un acto, no una palabra.

— JEAN PAUL SARTRE


Si tu sueño es ser bailarina, o pintor, o diseñar la aplicación para móviles que mejore la vida de un determinado colectivo, o cualquier otra cosa que sientas en tus tripas. Esa es tu Visión. 

¿Qué quieres hacer para conseguirlo?¿Qué pasos tienes que dar? ¿Cuáles son los recursos que necesitas? Cómo vas a hacerlo, cómo vas a convertirte en bailarina, pintor o en el mejor diseñador de aplicaciones del mundo. Esa es tu Misión.

Si me permites un pequeño ejercicio, te propongo que escribas una frase tuya, sólo tuya, que te emocione, que resuene en tus entrañas. Una frase que haga que te levantes cada mañana.

Mi propuesta es que la construyas así:

    1. Quiero ser… (el Qué)
    2. Para…         (el Para qué)
    3. Y lo voy a hacer… (el Cómo)

Tu Visión es saber donde quieres ir. Tu Misión es saber lo que tienes que hacer. Y, además, sentir que lo que estás haciendo para lograr tu Visión, es lo que quieres hacer y, por eso, te sientes bien: te hace ser feliz.

Conocer tu Misión y definir tu Visión es fundamental para comenzar a construir tu Marca Personal.

 

Referencias:

– Notas personales del Taller Efecto Merlín, impartido por Minerva Tejero y Cristina Carbajal.  Líder- haz-Go! Junio 2013.

– Notas personales de la Conferencia «El poder de la visión y la misión personal». Ovidio Peñalver. Colegio de Psicólogos. Abril 2014

Fotos: Marquesinas de autobús (inferiores) y exposición de trabajos  de  alumnos de la Escuela de BBAA de Ciudad Real (superior).