Leer es vivir. Qué leer y cómo leer es cosa tuya

Leer es vivir. Leer  nos diferencia del resto de seres. Nos hace libres y humanos. Leer es volar sin temor a que nuestra alas se derritan. Qué leer y el formato (el libro tradicional o el digital) es ya una cuestión que depende de ti.

¿El fin del libro como lo conocemos?

 

La primera reseña bibliográfica que redacté, fue la biografía de Steve Jobs, escrita por Walter Isaacson. Utilicé la versión digital del texto. Trabajar con este formato me permitió pasar páginas con el dedo dedo, acceder a páginas previamente marcadas, encontrar textos subrayados, resaltadas por colores, o encontrar palabras claves utilizando la herramienta «buscar». Excepto esta última función, lo demás podía haberlo hecho en el formato tradicional,  con quinientos años de vida.

Después de realizar muchas reseñas más, reconozco que utilizar las versiones versiones digitales me facilita muchísimo el trabajo. ¿Supone esta afirmación que estoy defendiendo los formatos digitales frente al libro tradicional? Simplemente, no.

Aún a riesgo de parecer un sofista, defender la continuidad del libro tradicional frente a los nuevos formatos digitales, me parece más la expresión de mi ardoroso deseo romántico que una cuestión práctica. Si defiendo el libro tradicional frente a los digitales, tendría que defender igualmente el correo postal, la máquina de escribir, y los teléfonos de bakelita frente a los nuevos teléfonos inteligentes. No.

Un teléfono de bakelita. Así era el primer teléfono que tengo en mi memoria. Estaba en el despacho de mi abuelo. El número era de tres dígitos. Recuerdo que pesaba mucho y que tenía un tacto muy suave. Los más jóvenes solo han visto este teléfono en las películas… Películas en blanco y negro, claro.

 

Elegir un formato de lectura u otro hoy, me remite a aquella pregunta que solían hacernos nuestras abuelas: ¿a quién quieres más, a mamá o a papá? Estimo que, como lector, plantear la discusión libro tradicional o libro electrónico es tan estéril — en este momento— como tener que elegir entre papá y mamá. ¿Por qué elegir cómo leer? ¿Por qué elegir entre un formato u otro?

¿Estanterías virtuales o estanterías físicas?

 

Los libros que conocemos hoy son los que se vienen editando desde la invención de la imprenta. Pero  también libros en formato digital. A la velocidad a la que se producen los cambios tecnológicos y las modificaciones de nuestros hábitos, hasta este libro electrónico, puede quedarse anticuado en pocos años. Es un hecho que, por ejemplo, el audio libro gana cada día más adeptos.

¿Quién pensaba hace diez años en que estaríamos literalmente pegados a un teléfono inteligente? En el último estudio de IAB Spain, publicado el 30 de septiembre de 2014, se afirma que:

El teléfono móvil es ya el principal dispositivo de acceso a internet (85% a diario) en detrimento del PC (67%) o la tablet (45%)

 

Una de mis aficiones es recorrer librerías de lance, sintiendo el olor acre y el tacto de los libros añejos. Me gusta perderme entre abarrotados anaqueles, mientras mi corazón se acelera ante la posibilidad de encontrar un tesoro, largamente buscado.

No puedo sustraerme tampoco a ciertos libros publicados por pequeñas editoriales. Publican verdaderas exquisiteces, con un tacto en sus portadas casi sensual,  bellísimos cuerpos de letra e ilustraciones evocadoras.

En mi biblioteca particular conservo, entre otras herencias paternas, una hermosa edición de El criterio de Jaime Balmes que tiene más de cien años. La química del papel y de las tintas, amarillean sus páginas, amenazando la vida de este ejemplar que reposa en una estantería de madera. En mi estantería virtual, tengo otra joya: la primera edición de la Constitución de 1812, perfectamente digitalizada.

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Leer, ¿en qué formato?

 

Soy socio de las Bibliotecas Públicas de Madrid. Me prestan libros que toco con mis manos. Dispongo desde noviembre de 2014, además, de la aplicación eBiblio de la Comunidad de Madrid, que me permite leer libros en mi tableta. Ahora estoy leyendo en esta aplicación, Atrapados, cómo las máquinas se apoderan de nuestras vidas, de Nicolas Carr.

Aunque, en mi opinión, le sobran páginas, me permito recomendar la lectura de este libro. Y el anterior de este autor, Superficiales, qué está haciendo Internet con nuestras mentes. También le sobran páginas. Carr defiende ideas que le han valido el calificativo de “tecno-escéptico”,  y generado no pocas polémicas.

Dos opiniones como botón de nuestra.  La de Enrique Dans, aparece en una entrada de su blog, titulada No, Nick, no hemos llegado aún. Y la del premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, ,expuesta en el  artículo  Más información, menos conocimiento, publicado en el  diario El País.

En síntesis, Enrique Dans dice de Carr que «impide la evolución», mientras que Vargas Llosa afirma que, «cuanto más inteligente sea nuestro ordenador, más tontos seremos nosotros.» Una en las antípodas de la otra. Dos maneras de entender una misma cosa.

Elegir es renunciar. ¿Por qué no disfrutar de las ventajas y emociones que ofrece un formato y otro? Por eso tomo el camino de en medio: leo en ambos formatos. Al menos, mientras pueda hacerlo.  Porque leer es, para mí, lo único importante. Porque  leer es vivir.

 

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Por el amor de mi humanoide/ Relato

¿Cómo será el mundo en 2050? Esta fue la pregunta que hizo la revista Muy Interesante. 

Este relato, escrito en modo de crónica periodística, es una posible respuesta a esa pregunta.

Por el amor de mi humanoide

 

Madison, Wisconsin, USA, 01/07/2050. (De nuestro corresponsal W. Thomas) Alice trabaja como bibliotecaria en la Universidad de Wisconsin. Vive desde hace dos años con Paul —una réplica humana —, fabricado con una impresora 3D. Gracias a BraiNet, Alice y Paul pueden comunicarse.

«No había sido tan feliz desde que mis amigas me regalaron a Paul por mi cumpleaños, en 2048», cuenta Alice mirando a su androide, quien le devuelve su misma mirada cómplice. La joven bibliotecaria afirma que decidió llamar Paul a su androide después de leer el diario de su abuela en el que ésta confesaba estar secretamente enamorada de Paul Newman, un actor que nutrió los sueños millones de mujeres de todo el mundo, en los años 50 y 60 del pasado siglo. «Esta historia les pareció muy bonita a mis amigas cuando se la conté, y decidieron replicar a ese actor con la impresora 3D de una de ellas. Mi abuela se hubiera sentido muy contenta, tanto como lo estoy yo», relata,  ruborizada, Alice a este periodista. 

Alice nació hace 35 años, en 2015, el mismo año en que una niña irlandesa recibió un órgano creado por una impresora 3D, la nariz. Ese mismo año, el visionario físico (un iluminado, dijeron otros) Michio Kaku, imaginaba en su libro El futuro de nuestra mente, el establecimiento de BraiNet, una red planetaria en la que se intercambiaría telepáticamente, y en tiempo real, la totalidad de la información mental de una conversación, incluyendo emociones y matices, sin reserva alguna.

Como lo hacen millones de usuarios de BraiNet, con solo pulsar un botón, Alice accede, por ejemplo, a “Citas románticas” o “Primeros besos”.

Esta red cerebral, que experimentó un crecimiento exponencial en la década de 2040, dispone de un gran banco de memorias, fruto del procomún de recuerdos y emociones vividas por los usuarios, quienes comparten, globalmente, todo tipo de emociones y sus más íntimos pensamientos y sensaciones.

Para beneficiarse de BraiNet, hace un año que Alice colocó a Paul un procesador cuántico. Este chip conforma el conectoma, un gigantesco “disco duro” que, a imagen del cerebro humano, permite almacenar millones de conexiones. Con este implante, Paul está en el mismo nivel de memoria que un humano, el nivel 3, lo que le faculta para entender el tiempo, el pasado y el mañana.

Opositores a BraiNet, consideran que esta red es muy dañina, porque controla nuestros pensamientos, «matando nuestra privacidad». Y añaden: «el lenguaje nos distingue verdaderamente como seres humanos,  es la definitiva barrera entre humanos y humanoides.»

En respuesta a estas afirmaciones, Alice activa en su dispositivo móvil la opción “Debates/Ética”, para así poner voz a los pensamientos de su androide. «Disponer de características maravillosas nos hace felices. ¿No han leído la novela Frankenstein?», dice Paul.

«Nunca antes un hombre me había mostrado sus emociones», suspira Alice.

 

 

Exprime tus neuronas para ejercitar tu mente

Exprime tus neuronas es una interesante obra del biólogo molecular John Medina.  Un texto que se propone para facilitarnos la labor de entender el complejo funcionamiento de nuestro cerebro. Escrito en un lenguaje ameno, sencillo y didáctico, este libro pone la ciencia del cerebro al alcance de todos.

neurona roja, exprime tus neuronas

EXPRIME TUS NEURONAS. 12 reglas básicas para ejercitar nuestra menteJohn Medina,  Gestión 2000, 2011.

Exprime tus neuronas, presenta una docena de reglas básicas para  ejercitar la mente. Aunque—dice John Medina—: «no son normas. son doce aspectos que conocemos del cerebro. Son una invitación a explorar el mundo real».

Para cada una de ellas ofrece los principios científicos sobre los que se sustentan y ofrece ideas para que las apliquemos en nuestra vida. Muy especialmente en el entorno laboral y el escolar. Por extensión, los planteamientos ofrecidos, bien pueden aplicarse igualmente al aprendizaje y la formación.

Exprime tus neuronas no solo da ideas, también rompe con otras ya instaladas en el imaginario colectivo. Una de las más extendidas es— tal vez— la que habla de poder hacer dos cosas a la vez.

No existe la multitarea. La ejecución simultánea de varias tareas, es en un mito.

JOHN MEDINA

Exprime tus neuronas. 12 reglas básicas

 

El ejercicio estimula la capacidad del cerebro

El ejercicio tiene un doble efecto. Uno, el cerebro reciba más oxígeno y más sangre portadora de glucosa para proporcionar energía. Dos, se estimula la proteína que hace que las neuronas se conecten.

El cerebro humano también ha evolucionado 

No disponemos de un solo cerebro, sino de tres.  El primero fue el reptiliano, luego vino cerebro mamífero donde está la amígdala, la responsable de las emociones, y lo completamos con el córtex, la superficie del cerebro, eléctricamente conectado con el anterior.

Repetir para recordar 

En el proceso de memorización, el cerebro “trocea” la información. En los primeros segundos del aprendizaje,  lo aprendido es mejor para ser recordado. Cuanto más se detalle, mayor probabilidad de ser recordado. Si reproducimos el ambiente en el cual introdujimos un aprendizaje por primer vez, mejor lo recordaremos.

Cada cerebro cuenta con un «cableado» diferente

Lo que hacemos y aprendemos en la vida cambia físicamente el aspecto de nuestro cerebro. No hay dos cerebros humanos que almacenen la misma información, de la misma manera, en el mismo lugar. El cerebro renueva su cableado de acuerdo con las experiencias que vivimos.

No prestamos atención a las cosas aburridas

El foco del cerebro solo puede concentrarse en una cosa. Lo que el cerebro hace es una secuencia de conceptos, de uno en uno. Pasados diez minutos, desconectamos. Para atraer de nuevo la atención hay que crear sucesos ricos en emociones, como contar una historia. Despertar las emociones ayuda al cerebro a aprender.

contar historias, exprime tus neuronas

Acordarse de repetir 

Los recuerdos que sobreviven se fortalecen con el tiempo. Sin embargo, nuestro cerebro nos da solo una visión aproximada de la realidad. Mezcla los nuevos acontecimientos con los recuerdos pasados, los almacena juntos, como si fueran uno solo.

Dormir bien para pensar bien

La mejor reivindicación de nuestra siesta. La pérdida de sueño daña la atención, la función ejecutiva de nuestro cerebro, la memoria de trabajo, el humor, las habilidades el razonamiento e incluso la motricidad.

Estimular más sentidos

Absorbemos información de un suceso a través de los sentidos, que se traducen en señales eléctricas. Los olores tienen, particularmente, un gran poder para recuperar recuerdos porque se dirige a la amígdala, el gran supervisor de nuestras emociones.

La visión triunfa sobre los demás sentidos

La vista es nuestro sentido dominante, aunque vemos solo lo que el cerebro nos dice que veamos. Aprendemos y recordamos mejor por medio de imágenes, no de palabras escritas o habladas.

homer simpson, exprime tus neuronas
«La investigación en que se apoya cada uno de mis puntos, debe aparecer primero en una publicación contrastada por otro científicos y ser reproducida luego con éxito. Muchos de los estudios han sido repetidos docenas de veces». —John Medina
Un cerebro estresado no aprende igual

El peor estrés se caracteriza por el sentimiento de pérdida o ausencia de control, por la sensación de que somos impotentes. El cortisol que se segrega durante un periodo de estrés paraliza nuestra capacidad de aprender y recordar. El estrés emocional presenta graves efectos en toda la sociedad y en la productividad en el trabajo.

El cerebro de hombres y mujeres es diferente

Y lo es estructural y bioquímicamente diferente. La mujeres son genéticamente más complejas. Hombres y mujeres responden de manera diferente al estrés agudo, mientras que las mujeres recuerdan los detalles emocionales, los hombres captan la esencia.

Por naturaleza, somos grandes exploradores

Se trata de la importancia de la curiosidad y la de no perder la capacidad de asombro. Algunas de las partes de nuestro cerebro son tan maleables como las de un bebé, para así poder crear neuronas y aprender toda la vida.


El cerebro es algo asombroso.

JOHN  MEDINA


 

Conocer por qué nos aburrimos en clase. O por qué a las tres de la tarde nos entra sueño. Descubrir la razón por la que un hecho nos impactó más que otro. O por qué tomamos una determinada decisión.  Estas son solo algunas de las cuestiones a las que, basándose en estudios científicos, da respuesta John Medina. 

En conclusión, Exprime tus neuronas es un libro del que se puede extraer un vitaminado zumo.

 

 

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