La revolución de las canas, el nuevo desafío

 

La revolución de las canas es un texto que bebe, fundamentalmente, de otro libro, el superventas La vida de cien años (Versus, 2017). Los autores, sin embargo, bajan a tierra algunas de las conclusiones de ese libro y lo complementan. Ofrecen, además,  una visión acerca de los desafíos que plantea a la sociedad — y a la española, en particular— un nuevo fenómeno: la longevidad.

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La revolución de las canas: siete de cada diez jubilados españoles «se sienten jóvenes para hacer todo tipo de actividades y aprender cosas nuevas». Los 60 son los nuevos 40.

 

LA REVOLUCIÓN DE LAS CANAS. Ageingnomics, o las oportunidades de una economía del envejecimiento. Antonio Huertas, Iñaki Ortega. Editorial Gestión 2000, 2018. 249 páginas

 

El curioso caso de Benjamin Button

 

«Es una lástima que el mejor tramo de nuestra vida esté al principio y no al final». Francis Scott Fitzgerald quiso demostrar «esta tesis» de Mark Twain. Hizo un «experimento»: escribió El curioso caso de Benjamin Button (1922), la historia de un hombre que nace como «un anciano que aparentaba unos setenta años» y muere siendo un bebé, que «cuando tenía hambre lloraba».

Fitzgerald se quejaba, en una carta a su editor, de las dificultades que tuvo para vender este cuento, en el que planteaba «convertir lo imposible en verosímil». ¿Hubiera tenido hoy los mismos problemas para la publicación del relato? Con toda seguridad, no. La razón está en un fenómeno impensable en aquellos años: la longevidad.

En España, en la época en la que se publicó el cuento de Scott Fitzgerald —los años veinte del siglo pasado—, no se superaban los 40 años de vida. Solo uno de cada cien habitantes, llegaba a los 65 años. Hoy, el 95% por ciento de los españoles supera los 65 años.

La longevidad es la base sobre la que se cimenta el libro La revolución de las canas, escrito a dúo por Antonio Huertas, Presidente de MAPFRE, e Iñaki Ortega, Director de Deusto Business School. Este es, en primer lugar, uno de los atractivos del libro, la colaboración entre empresa privada y Universidad.

La revolución de las canas: los 60 son los nuevos 40

 

Se entiende por longevidad el fenómeno en el que la gran mayoría de los seres humanos alcanzan edades avanzadas con buena salud. No seremos viejos más tiempo, sino jóvenes más años: los 60 son los nuevos 40.

La longevidad es un desafío para nuestra sociedad y por ello su estudio es abordado de un modo multidisciplinar en este libro: economía, biología, demografía. Huertas y Ortega consideran que la revolución de las canas traerá un cambio radical porque permitirá que millones de personas sigan trabajando, sigan creando, sigan consumiendo.

Por esta razón, los vocablos emprendimiento y sénior, ya no resultan tan incompatibles como lo eran hasta no hace mucho tiempo.

La longevidad permitirá que nazcan nuevas industrias para servir a los canosos, y que nuevos emprendedores encuentren oportunidades donde nadie pensó que podía haberlas.

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El 90% de las empresas reconocen no tener un plan de actuación para sus trabajadores séniores, según el informe de People Matters, mencionado por Antonio Huertas e Iñaki Ortega. Foto, exposición «Toulouse Lautrec y el espíritu de Montmartre». CaixaForum Madrid, 2019.

Nuevos trabajos en una nueva economía. Ageingnomics

 

Quizás no tanto por oposición al anglicismo millennial, sino como una operación de marketing, semejante a la de la creación del término millennial, los autores han acuñado otro neologismo, Ageingnomics.

Este término, concebido para hacer más visibles a los canosos, surge de la unión de la palabras, en inglés, envejecimiento (ageing) y economía (economics). Antonio Huertas e Iñaki Ortega quieren con la introducción de este concepto, «ofrecer una visión constructiva y abierta de las oportunidades económicas en torno al envejecimiento demográfico».

Fruto del trabajo conjunto de MAPFRE y Deusto Business School, en La revolución de las canas se ofrece, por un lado, un estudio de los efectos económicos, tanto positivos como negativos (ingresos, gastos de salud, pensiones, consumo y ahorro).

Y por otro, una investigación sobre los nuevos nichos de actividad económica ligados a los canosos. A saber:

    • Ocio y turismo, salud (fundamentalmente, los ligados a la creciente dependencia)
    • Vivienda, educación, finanzas y seguros,
    • Tecnología y consumo de bienes y servicios (las personas entre 56 y 65 años gastan más que cualquier otra generación).

Este libro quiere ser por tanto una llamada de atención a ciudadanos y empresas, y a las diferentes administraciones.

La revolución de las canas y la longevidad

 

Antonio Huerta e Iñaki Ortega han bebido, fundamentalmente, del superventas La vida de cien años ( Versus, 2017 ), Premio Know Square Libro de Empresa 2017. La revolución de las canas ha sido seleccionado como uno de diez mejores libros de Empresa de 2018, según Know Square.

La revolución de las canas es, en síntesis, el esbozo de una nueva visión —optimista, constructiva y, en algunos momentos, quizá voluntarista— acerca de las oportunidades y desafíos de una economía del envejecimiento.

La longevidad de la población abre nuevas posibilidades a los séniores. Permitirá que millones de personas de entre cincuenta y setenta años, sigan trabajando, ahorrando, creando y consumiendo, y que nazcan nuevas industrias en torno a ellos.

Los autores resumen muy gráficamente el fenómeno de la longevidad en esta sentencia: «Los niños que hoy juegan en los parques infantiles vivirán por encima de los cien años».

¿Capítulo final o vuelta al principio?

 

En El curioso caso de Benjamin Button, ¿el final es el principio, o es al revés? En el último capítulo de este relato, el protagonista —«el pequeño Benjamin»—, inmerso ya en su imparable conversión en bebé, coincide con su nieto en un parvulario. No puede ser más premonitorio —¿o quizá revelador?— este encuentro entre abuelo y nieto, ambos de la misma edad, con el que Scott Fitzgerald nos conduce al desenlace del cuento.

Y si no os creéis lo premonitorio del relato de Fitzgerald, permitidme este dato de un estudio de Euromonitor: «Ya se venden en el mundo más pañales para adultos que para niños».

 

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Esta reseña fue publicada en la revista Emprendedores, en su número de diciembre de 2019. Descarga aquí el archivo.   

 

Todo cuenta, o cómo explorar nuestra identidad

 

Todo cuenta es un libro que tiene truco. Leyendo el título de izquierda a derecha, «Todo cuenta», es una afirmación. Pero si lo leemos en sentido contrario: «Cuenta todo», sin dejar de ser una afirmación, tiene algo de sugerencia.  Es una invitación a contar. Y entonces la cosa cambia.

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El truco de un ilusionista está en hacer que fijemos nuestra atención en lo que quiere que la fijemos (Todo cuenta), para que pueda sorprendernos cuando saque el conejo de la chistera (Cuenta todo). Que sepamos esto, no merma nuestra capacidad de asombro. Aunque la pregunta que nos hagamos siempre sea «¿cómo lo ha hecho?».

Así nos relatamos, así nos sentimos. Nos pasamos el día contando(nos) historias, ¿por qué no contar(nos) historias mejores? MEJOR es la palabra mágica. De esto es de lo que, en realidad, habla este libro, de cómo cultivar nuestra identidad narrativa, de cómo narrarnos mejor. O sea, el truco.

TODO CUENTA, Diana Orero, Letrame Editorial, 2019. 287 páginas.

 

La necesidad de contar

 

El 11-S el psiquiatra Luis Rojas Marcos era responsable del servicio público de sanidad de Nueva York. Tras varios días visitando hospitales, atendiendo a los heridos y hablando con familiares de las víctimas del atentado, cuenta el psiquiatra sevillano que un médico amigo suyo le preguntó: «Luis, ¿y tú como estás?» Nadie me había hecho esa pregunta—confiesa Rojas Marcos—. Fue entonces cuando me di cuenta de que tenía que contar lo que había vivido en aquellos días terribles.


En este libro hablo mucho de mí misma, porque he aprendido mucho de mí misma, como muestra de que todo el mundo puede aprender mucho de sí mismo

— DIANA ORERO


Pero en esto de contar ocurre como se dice en La venganza de Don Mendo,  respecto al juego de las Siete y media: «o te pasas o no llegas».

El escritor Lorenzo Silva considera que hay que acercarse a quien atesora historias.  «Lo que más necesita es compartirlas. Es una necesidad irresistible. Lo que no sabe es con quién». Y Diana Orero ha encontrado con quién: los lectores de Todo cuenta.

Como depósito de historias que somos, la autora nos cuenta historias de sus amigos, de su trabajo,  de sus pasiones, y de su familia; especialmente de su padre y de su madre, a la que perdió cuando tenía catorce años. Resulta conmovedora la manera en que Diana Orero tiene de contarse esta pérdida, que muy bien puede ser el epítome del libro.

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«Una historia es una barca. Me gustan las barcas porque flotan (no importa lo fuerte que sea la tormenta). Y porque te llevan. Las barcas (las historias) nos (con)mueven». —Diana Orero.

Todo cuenta. La identidad narrativa

 

Estructuralmente, Todo cuenta está dividido en Tres Actos y una Bienvenida, a modo de introito. Esta Bienvenida está dedicada a las palabras, porque antes de hablar de las historias hay que hablar de las palabras (la autora se confiesa, «coleccionista de palabras»), que son la materia prima de la que están hechas.

Los Tres Actos se corresponden con los tres grandes tipos de historias que conforman nuestra identidad. A saber:

    1. Las historias que nos contamos sobre el mundo.
    2. Las que nos contamos sobre los demás.
    3. Historias que nos contamos sobre nosotros mismos.

Si bien estos tres tipos de historias están pasadas por el filtro mágico, que es la palabra MEJOR.

El Primer Acto se convierte así en historias para relacionarnos mejor con nosotros mismos. El Segundo, en historias para relacionarnos mejor con los demás. Y, finalmente, el Tercero en historias para relacionarnos mejor con el mundo y lo que nos pasa

Y es aquí donde la autora saca al campo a su jugador estrella, el psicólogo Don McAdams, experto en identidad narrativa, que tiene como misión llevar el peso del equipo de la base teórica de Todo cuenta.


Importa mucho más la historia que te cuentas sobre lo que pasa, que lo que te pasa.

— DAN MCADAMS


 

Acompañan a Mc Adams en el equipo titular de las referencias de Diana Orero,  Byron Katie, autora del conmovedor Amar lo que es; Joseph Campbell, el mitólogo por excelencia;  y el rutilante Yuval Noah Harari, un fenómeno mundial gracias a un libro imprescindible, Sapiens.

Como un susurro

 

Todo cuenta es el segundo libro de Diana Orero. En él pueden apreciarse dos cosas que se atisbaban ya en el primero, ligadas al estilo en el que divulgan los anglosajones.

Por un lado, el estilo de escritura de Diana Orero. Muy muy personal.  Igual que su tono, la piedra filosofal de un libro. Consigue algo muy deseable en todo texto (divulgativo o no):  acercarse lo más posible  a «escribir como hablamos».

Es la suya una escritura en vaqueros y camiseta, alejada del traje sastre al que nos suelen tener acostumbrados multitud de autores de este tipo de literatura.

De otro, la necesidad de contar. En su anterior libro, Inspiritismo (Alienta, 2012), quedaba claro que la manera de comunicar de Diana Orero era contando historias, bien  personales bien de otros.

En este libro da un paso más: es la historia de cómo alguien se ha construido desde niña. Y es esto último es lo que da a Todo cuenta el tono íntimo de un susurro.

Y siempre, siempre, podemos intentar contarnos una historia mejor.

—DIANA ORERO

David Antón: «A contar historias se aprende»

 

A contar historias se aprende. Puede entrenarse. Nuestra identidad está construida con una estructura narrativa. La ficción lo que nos permite es compartir aquello que es más propio de nosotros y que forma parte de nuestra experiencia interna. Un exceso de emoción puede desvirtuar una historia.

Estas son algunas de las afirmaciones que hace el psicólogo David Antón, autor de Storytelling. Cuánto cuenta contar en coaching (Editorial Universitaria Ramón Areces, 2018), en esta entrevista.

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David Antón es psicólogo clínico. Imparte clases en la Universidad Pontificia de Comillas y en el Centro Universitario Cardenal Cisneros de Alcalá de Henares, y formación para profesionales sobre cómo comunicar, utilizando el storytelling.

David Antón se crió rodeado de libros y de personas que leían mucho. «O claudicaba o moría». Y claudicó.  Su abuela solía contar historias mientras cenaban. Nunca las contaba igual. El núcleo era el mismo, pero las posibilidades cambiaban. «Cada historia era cada vez un mapa diferente en mi cabeza. Eso me enseñó flexibilidad, mirar la vida desde diferentes perspectivas».


La emoción es la puerta de entrada para que una historia nos interese.

—DAVID ANTÓN


Si lo prefieres, puedes escuchar la entrevista completa (27:11 minutos). 

Contar historias y perspectiva

 

COMUNICACIÓN VITAE (CV): ¿Cómo influyen en nosotros las historias que nos contamos?

DAVID ANTÓN (DA): Son fundamentales. Nuestra identidad está construida con una estructura narrativa. Tiene que ver con cómo nosotros nos damos sentido a nosotros mismos y con cómo tomamos decisiones para ser congruentes con aquello que nos caracteriza.

En el relato de los episodios de nuestra vida que consideramos que son lo propio de nosotros, se configura una forma de entendernos.

 

CV: Es decir, al contar historias nos hacemos víctimas o protagonistas de ellas.

DA: Si nuestra narrativa es rica o compleja o adaptativa, nos va a ser más operativa. Pero si tenemos una narrativa en la que no solo nosotros hemos escrito nuestra vida, sino que hay otros que nos la escriben (quienes nos han criado y educado) y las etiquetas culturales o los contextos en los que nos hemos movido (escuela, trabajo), podemos encontrar en nuestra narrativa cosas como «soy un perdedor» o «yo no soy capaz». Esto condiciona nuestra manera de entender el mundo, qué decisiones tomamos o cómo nos sentimos.

CV: En la consulta de un psicólogo  son habituales este tipo de historias.

DA: Si escuchas una historia limitante, tienes la oportunidad de ofrecer que se vean las cosas de manera menos limitadora. No es cuestión de que se le escribas, sino de que le plantees otras posibilidades. En psicoterapia ayudamos a las personas a que vean que su historia no es una única historia posible. Les ayudamos a ver posibles ramificaciones, posibles finales diferentes. Otras veces proporcionamos historias que puedan inspirar para que escriban las suyas. Eso sí, dejando siempre la libertad para que cada persona decida.

CV: ¿Es recomendable entonces contar historias en diarios o historias de ficción sobre sucesos que nos han ocurrido?

DA: Para contar una historia se necesita pasar a la posición de narrador respecto a nuestras experiencias. Eso, como mínimo, nos da la oportunidad de darnos cuenta de que hay que elegir desde que perspectiva hay que contarla. Nos permite, por tanto, pararnos a pensar sobre lo que hemos hecho, tomar perspectiva, darnos otra manera de entendernos, de encontrar significado. Y eso nos da muchas pistas sobre nuestras intenciones.

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«Mi madre nos leía Don Juan Tenorio o La Ilíada. Allí estaban los guerreros peleándose. Y luego me inventaba mis propias historias. A mis amigos les gustaban. En algún momento se unieron las que me contaron y las que yo contaba». —David Antón.

Vida y ficción

 

CV: ¿Podemos vivir sin ficción?

DA: No. La ficción lo que nos permite es compartir aquello que es más propio de nosotros y que forma parte de nuestra experiencia interna. No es que nosotros nos contemos historias, que sí, sino que contar historias es la manera que tenemos de poner sobre la mesa todo aquello que vivimos dentro de nosotros.

CV: ¿Qué historias nos gustan?

DA: No es casualidad que las historias nos interesen. Nos interesan en el grado y forma en que se asemejan a la manera en que nos contamos las historias internamente. Por eso, no cualquier historia sirve. Las historias que no tienen la misma estructura que las que nosotros nos contamos a nosotros mismos son historias que no nos llegan, es porque no tienen sentido para nosotros y por eso no nos emocionan.

CV: ¿Son las emociones el motor que mueve una historia?

DA: Digamos que la emoción es la puerta de entrada para que una historia nos interese. Pero luego la historia ha de tener para nosotros un significado, ser un aprendizaje. Entonces nos es nutritiva.

Pero un exceso de emoción puede desvirtuar una historia.

 

David Anton en un taller de contar historias
«A menudo la gente tiene inseguridad: ‘Yo no sé contar historias’,  ‘No se me ocurre nada’, ‘No soy creativa’. Eso no es cierto, estamos contando historias todo el tiempo». —David Antón.

Comunicación y contar las historias: la empatía

 

CV: ¿Qué mecanismos se ponen en marcha en nuestro cerebro cuando escuchamos y/o contamos una historia?

DA: El que cuenta la historia, a menudo, lo que necesita es vivir esa historia para poder contarla. Cuanto más la viva, es más probable que la historia le llegue a quien la escuche. Es importante que la reviva, para que en quien la escuche, se active esa parte del cerebro que nos permite empatizar, que se activen las neuronas espejo. Este proceso nos permite reconstruir dentro de nosotros aquello que nos están contando.

CV: ¿Es eso lo que la convierte una historia cualquiera en una historia memorable?

DA: Cuando, por ejemplo, leemos un libro, hay un momento en el que, si estamos muy absortos, es como si las líneas desaparecieran y se estuviera metiendo la historia en nuestras cabezas. Y cuando alguien está contando una historia, y nos la está contando bien, implicándose y trasmitiendo toda esa experiencia, entonces es cuando empezamos a vivirla también nosotros. En ese momento se activan las neuronas espejo, que permiten que nos los representemos y participemos de la historia como si fuera una experiencia propia y no una información ajena a nosotros. Cuanto más la consideremos como propia, más aprendizaje. Cuanto menos ajena, menos memorable.

CV: Pero, ¿cómo contarlas? El libro que ha motivado esta charla, Storytelling. Cuánto cuenta contar en coaching, ofrece plantillas muy útiles para aprender a contar historias.

DA:  Es verdad que hay poca información sobre cómo contarlas, o la que hay es muy incompleta. La cuestión era dar a las personas un método, una estructura que les permite automatizar.

Hay que perder el miedo. Aprender a contar historias puede aprenderse y entrenarse.

 

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Reseña del libro Storytelling. Cuánto cuenta contar en coaching.

Audio completo de la entrevista a David Antón.


Foto de cabecera: Escultura de Alicia Martín, invitada a exponer su obra en la Fundación Lázaro Galdiano de Madrid. Diálogo de una artista contemporánea con la colección de museo.