La guerra de las galaxias: un sueño colectivo

 

«La guerra de la Galaxias es un sueño colectivo. Georges Lucas renovó el mito, escribió algo nuevo». Esto es lo que sostiene el escritor Eduardo Martínez Rico, autor de La guerra de las galaxias: el mito renovado (2017), en una entrevista con ocasión del estreno las navidades de 2019 del  episodio IX, «El ascenso de Skywalker».

la guerra de las galaxias, un sueño colectivo, Eduardo Martinez Rico
Eduardo Martínez Rico es doctor en Filología Hispánica, escritor y periodista. En la actualidad escribe el blog “Cuaderno de campo” en la revista digital “Zenda”. Se dedica tanto a la narrativa como al ensayo. En “La Guerra de las galaxias. El mito renovado” (2017), un viaje a la cultura popular y la infancia, combina ambos estilos literarios.

Entrevista a Eduardo Martínez Rico

 


«La guerra de las galaxias es algo muy afectivo, muy nuestro. Algo íntimo. En la guerra de las galaxias nos encontramos a nosotros mismos, engrandecidos. El mito es un alimento de la persona».

 


«La Guerra de las Galaxias: el mito renovado» se actualiza conforme avanza la saga galáctica. Se editó por primera vez en 2008. La ultima edición es de 2017. Un ensayo profusamente ilustrado con imágenes, viñetas, carteles, portadas de libros, que forman parte de la cultura popular.

 

En esta nota te ofrezco un extracto de la entrevista mantenida con Eduardo Martínez Rico. La entrevista completa puedes escucharla y descargarla en formato podcast. Unos 30 minutos de duración.

La guerra de las galaxias: un sueño colectivo

 

COMUNICACIÓN VITAE (CV): Quizás nunca antes un episodio de La guerra de las galaxias había despertado tanta polémica con el IX. ¿Qué te ha parecido a ti?

EDUARDO MARTÍNEZ RICO (EMR): A mí me ha gustado. Me parece un cierre brillante. Yo siempre pienso cuando hay polémica con un episodio de La guerra de las galaxias, que somos millones de espectadores en el mundo opinando. Y no lo seguimos de una manera indiferente, sino que es algo muy afectivo, muy nuestro.

CV: ¿Cuál es el pegamento que une a tres generaciones de espectadores en todo el mundo, de todas las culturas?

EMR: La clave está en la documentación tan personal que hizo Lucas. Leyó el Héroe de las mil caras de Joseph Campbell y varios libros de este mitólogo. La guerra de las galaxias no habla de un mito concreto. Es difícil localizar los mitos que cuenta La guerra de las galaxias. Lo que tiene es una función mitológica. La guerra de las galaxias es muy onírica, es como un sueño colectivo. Decía Campbell que ˝el mito es un sueño colectivo y el sueño, un mito personal». Lucas se documentó y escribió algo nuevo.


«La guerra de las galaxias es una evolución natural de esas novelas y películas de aventuras que nos han fascinado. Han Solo es un pirata que se casa con la princesa».

 


CV: En tu blog de Zenda escribes que La guerra de las galaxias cuenta cosas complicadas de manera muy sencilla. ¿Qué has querido decir?

EMR: Es una característica de Lucas. Se ve cuando contesta entrevistas. Es pausado y su lenguaje sencillo. Y así son sus películas. Creo que eso se debe a que asimiló tanto y tan bien toda la información que obtuvo y que responde a su propia inquietud. Necesitaba saber quien era él y que es lo que nos pasa cuando leemos una novela o cuando vemos una película. Los diálogos son sencillos, la fuerza está en las imágenes, el sonido y los efectos especiales.

«El lenguaje sencillo es el lenguaje de los grandes maestros».

 

CV: Dices también que La guerra de las galaxias es una metáfora de nuestra época.

EMR: En realidad lo dice mi coach y amiga, Carmen Giménez— Cuenca. Fui a ver el episodio 9 con ella. Lo que yo pienso es que estas películas son un gran arquetipo histórico. Lucas creó un modelo que resume un momento momento histórico en la vida del hombre. Lucas pone el microscopio para enseñarnos como se produce eso, en cómo un solo hombre puede ser decisivo para que se produzca un gran cambio histórico. Anakin Skywalker pasa del bien al mal por amor y con ese paso ayuda a pasar de la república al imperio. Esto ha pasado con Julio César o Napoleón, y seguirá pasando.

Audio completo de la entrevista

 

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Fracaso y miedo, según Natalia Gómez del Pozuelo

 

Fracaso es una palabra maldita. No lo es menos el término error. Fracaso y error están ligados al miedo. Y este es el asunto del que trata el libro Hipolina Quitamiedos (Ediciones Urano, 2019), una novela gráfica de Natalia Gómez del Pozuelo, ilustrada por la dibujante y diseñadora gráfica Evaduna.

fracaso, Natalia Gomez del Pozuelo
Natalia Gómez del Pozuelo es conferenciante y formadora especializada en comunicación y en ayudar a los profesionales a perder el miedo a hablar en público.

Entrevista a Natalia Gómez del Pozuelo

‘Hipolina Quitamiedos’ es una novela gráfica y también, en la parte inferior,  un breve ensayo sobre el miedo. Puede leerse como un tebeo, como un ensayo; primero el uno y luego el otro, o viceversa. O ambos a la vez.

 


«Desde pequeños nos amenazaban con el fuego eterno o con el hombre del saco si hacíamos las cosas según alguien calificaba como ‘mal’. Por ello, fallar es un miedo que nos ha introducido la educación de forma muy profunda».

— NATALIA GÓMEZ DEL POZUELO


El miedo es una emoción humana desde que la humanidad existe. En Twitter existe la etiqueta #miedos. Natalia Gómez del Pozuelo la utiliza en sus tuits con frecuencia. Del miedo, precisamente, habla su último libro. Pero también del fracaso y del error, que con el miedo, forman un circulo vicioso.

Curiosamente, en esa red social —donde más del 56% de los mensaje son de autobombo—, nadie quiere hablar de fracaso. Una palabra, a todas luces, maldita. Nadie quiere fracasar. Nadie reconoce haberlo hecho. Es una mancha, una huella indeleble, un sambenito que nadie desea portar.

Fracaso, miedo y error

 

COMUNICACIÓN VITAE (CV): ¿Ha cambiado en España la percepción que tenemos sobre el fracaso?

Natalia Gómez del Pozuelo (NGdP): Yo creo que, aunque se escucha mucho hablar a profesionales de Estados Unidos sobre la importancia y la necesidad de fracasar, en España seguimos tendiendo a ocultarlo o a disfrazarlo. Sigue siendo uno de los miedos más extendidos en el entorno laboral.

Desde pequeños nos amenazaban con el fuego eterno o con el hombre del saco si hacíamos las cosas según alguien calificaba como “mal“, por ello fallar es un miedo que nos ha introducido la educación de forma muy profunda.

Si uno ve a un niño aprendiendo a andar, se da cuenta de que el dominar cualquier habilidad pasa por: intentarlo, caerse, levantarse, afinar la técnica y volver a intentarlo.


«Nadie puede pasar de gatear a correr una maratón sin fracasos y nuevos intentos».

 


 

En las empresas, convendría tener en cuenta que caerse es inherente al aprendizaje y que es importante que las personas empiecen aprendiendo en áreas en las que les resulta más fácil y luego ir paulatinamente ampliando el conocimiento.

Una cultura que culpabiliza los errores o que produce inseguridad laboral, un jefe poco previsible, tecnologías para las que uno está poco preparado, entre muchas otras, son las mejores fábricas de miedo

CV: Por su experiencia en el contacto con otras mujeres, a través de Womenalia, ¿considera que el miedo al fracaso echa para atrás a muchas mujeres a la hora de emprender?

NGdP: La brecha de género entre emprendedores y emprendedoras disminuye cada vez más, según el Informe Mundial GEM 2018/19 (Global Entrepreneurship Monitor). En España, por cada diez hombres que emprenden hay nueve mujeres que inician un negocio, superando la media de Europa, que es de seis mujeres por cada diez hombres.

Un dato interesante es que los negocios emprendidos por mujeres tienen una mayor tasa de supervivencia. Yo creo que las mujeres cada vez se atreven más, aunque siguen teniendo dificultades a la hora de lograr financiación.

CV: ¿Existe una manera diferente de entender y gestionar el miedo por los hombres y por las mujeres, en el seno de una empresa?

NGdP: Según el GEM  las mujeres tienen mayor miedo al fracaso y, según mi experiencia entrenando a cientos de mujeres a hablar en público, eso tiene que ver con un alto grado de perfeccionismo y a un cierto autosabotaje mental.

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El comisario Brunetti, tu mejor amigo veneciano

El comisario veneciano Guido Brunetti es un personaje que transita por las enrevesadas calles de Venecia y habita en la mente de millones de lectores en todo el mundo. Eso lo convierte en el mejor amigo veneciano, alguien con quien caminar por esta enrevesada ciudad.

El comisario Brunetti iba a protagonizar una única novela, Muerte en la Fenice. Se publicó a principio de los 90 (en España aparecería en 1996). Sin siquiera sospecharlo, Donna Leon, profesora estadounidense de literatura residente en Venecia desde 1981 —y muy aficionada a la ópera—, acababa de alumbrar un mito. Estas son la primeras líneas de la novela:

El tercer aviso, que anunciaba que iba a continuar la ópera, sonó discretamente en los salones de descanso y los bares del teatro La Fenice (…) De pronto, se ahuecaron los pesados pliegues del telón y (…) apareció Amadeo Farsini, el gerente del teatro con aire cohibido. (Cap.1)

 

el comisario brunetti, el amigo veneciano, telón de La Fenice
Telón del teatro La Fenice. Foto: cortesía de La Fenice.

El director de la orquesta ha sido asesinado. Y el comisario Brunetti hace su aparición en escena:

Como era Venecia, la policía llegó en barco, y la luz azul parpadeaba en el techo de la cabina. La embarcación atracó en el pequeño canal que discurría detrás del teatro y de ella desembarcaron cuatro hombres, tres con uniforme azul y uno de paisano (…) Guido Brunetti, ‘commissario’ de policía de la ciudad, fue el primero en entrar. (Cap. 2)

Comisario Brunetti, el amigo veneciano

 

Para los lectores apasionados, la vida de los personajes de novela es auténtica. Después de casi 30 años y otras tantas novelas —una por año—, Brunetti vive. Vive en las páginas de cada libro y en la mente de los lectores. Como viven  y sus dos  hijos, a los que hemos visto crecer, y su esposa, Paola (acaso el alter ego de Donna Leon). Una relación marital —en mi opinión— en exceso acaramelada. En esto se diferencia de otros comisarios de novela —sobre todo los nórdicos— que viven tormentosas relaciones de pareja y no se entienden con sus hijos.

El comisario Brunetti se mueve a diario entre «rebaños que turistas» apretujados que visitan esta ciudad de 60.000 habitantes. Está enamorado de Venecia —y por eso le duele— . No lamenta la invasión de los turistas, sólo le disgusta que Venecia pierda su singularidad, que desaparezcan las tiendas donde Paola compraba botones o queso parmesano. O que desaparezca la librería favorita del comisario, en la que compra sus libros de historia, de los que es lector incansable.  O que el bar donde toma su espresso se convierta en una tienda más de máscaras o de cristal de Murano.

Libro en mano, lectores europeos y americanos, buscan el café donde el detective se detiene a tomar un ombra. Intentan localizar su apartamento o la floristería donde compra flores para su mujer. Pero no es fácil. Venecia es una ciudad grabada en la memoria de sus habitantes. Los planos apenas sirven. Esta angostura la hace, sin embargo, más cotilla.

El río de las habladurías va más rápido que el agua de los canales.—Proverbio veneciano.

Pero los lectores acababan perdiéndose. Es (casi) inevitable.

PASEOS POR VENECIA CON GUIDO BRUNETTI, Toni Sepeda (prólogo de Donna Leon). Seix Barral, 2008, 326 páginas.

Paseos por Venecia con Toni Sepeda

 

Toni Sepeda, amiga de Donna Leon y profesora de universidad, guía desde 2004 a quienes deseen conocer la Venecia del comisario. Estos recorridos emocionales, plasmados ahora en el libro Paseos por Venecia con Guido Brunetti, siguen los pasos del comisario en sus investigaciones criminales. «El viajero necesita algún amigo que le oriente por el dédalo de calli, campi y canali de la antigua Reina de los Mares», me cuenta Toni Sepeda, con la que me encuentro delante de la puerta de La Fenice, el coqueto teatro veneciano.

Fachada del Teatro La Fenice. Foto, cortesía de La Fenice.

Haremos  los dos primeros paseos que describe el libro (Paseo 1: Conociendo a Brunetti. Paseo 2: Rialto y los sentidos), fundidos en uno solo.

Sepeda me lleva hasta escenarios poco habituales en los libros de Donna Leon, que, sin embargo, me sorprenden muy gratamente. Los aledaños del puente de Rialto —a pocos metros de donde se forman colas con el único fin de fotografiarse—, donde te mueves con tranquilidad  y puedes tomarte en Naranzaria, un prosecco —riquísimo vino espumoso italiano— con toda la tranquilidad del mundo. Y deambular entre los puestos de productos tradicionales, como Da Piero,  donde Paola compra el queso parmesano, situados alrededor de esta plaza.

Para comer me sugiere otro lugar mágico: el tranquilo y señorial barrio de Canareggio (Paseo 12: El barrio más bonito del mundo), con pequeñas trattorie con media docena de mesas junto al canal. Allí está una pequeña, pero preciosa iglesia gótica, la Madonna dell´Orto, decorada con pinturas de Tintoretto, que está allí enterrado, como vecino del barrio que era.

Y cuando se va me aconseja el paseo vespertino. Cruzando il Ponte dell´ Academia, se llega a Dorsoduro (Paseo 7: Ricos y pobres), habitado por milaneses, franceses y alemanes. Es el barrio de los artistas. Junto al Río San Tovaso afloran tabernas y restaurantes de comida casera como la Antica Locanda Montin.

Venecia, la belleza y unas tapas

 

Los venecianos viven rodeados de un espléndido patrimonio milenario. Se recrean en esa belleza, se reconfortan con ella. «Una belleza que solo el hombre puede crear», escribe Donna Leon en Mientras dormían.

Artistas y artesanos la han cuidado durante siglos. La ciudad es, por esta razón, un paraíso para los amantes de los objetos hechos artesanalmente, si es que han logrado sobrevivir. Sobre todo en el triángulo que forman Piazza San Marco, Palazzo Franchetti, inmediatamente antes del Puente de la Academia, y el mercado de Rialto.

Delicados objetos para escritorio en papel de agua, trabajos en papel maché y agendas (Il Prato,…), cuadernos y lacres (Il papiro). Bellísimos sombreros de fieltro y cachemir, y zapatos venecianos de terciopelo, confeccionados a mano en Serena Vianello, una pequeña tienda, donde , además— me cuenta Toni Sepeda—, los gondoleros reparan los tapizados de sus góndolas. Gafas hechas a mano, únicas, en Ottica MicroMega.

comisario bruetti, el amigo veneciano, barra del Do Mori
La surtida barra de Do Mori, una de las más populares tascas venecianas A la derecha, abajo, una frasca de ‘ombra’, vino de la casa.

Son paseos, en fin, de una duración de entre una y dos horas, que pueden entrelazarse o reanudarse al día siguiente. Cada paseo contiene los fragmentos de las novelas donde aparece mencionado el barrio, el comercio, la questura, el palazzo, etc.

Las rutas contienen, además, sugerencias sobre sitios tradicionales que no han sucumbido (aún) a la vorágine multinacional, en los que rara vez repara el viajero, y en los que se escucha hablar veneciano. Es el caso del tradicional Do Mori, un típica tasca (bacaro), donde degustar multitud de cicchetti ( tapas). Está situado en una calle estrecha, en la que hay más tascas, al estilo de lo que ocurre en algunas ciudades y barrios españoles.

Viajar es, en estos tiempos de pandemia,  un sueño. La literatura viene a suplir el cansancio mental que nos ha impedido viajar desde hace un año. Si Venecia es uno de tus destinos soñados, me permito sugerirte las novelas del comisario Brunetti.

 

 

 

 

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