Fracaso y miedo, según Natalia Gómez del Pozuelo

 

Fracaso es una palabra maldita. No lo es menos el término error. Fracaso y error están ligados al miedo. Y este es el asunto del que trata el libro Hipolina Quitamiedos (Ediciones Urano, 2019), una novela gráfica de Natalia Gómez del Pozuelo, ilustrada por la dibujante y diseñadora gráfica Evaduna.

fracaso, Natalia Gomez del Pozuelo
Natalia Gómez del Pozuelo es conferenciante y formadora especializada en comunicación y en ayudar a los profesionales a perder el miedo a hablar en público.

Entrevista a Natalia Gómez del Pozuelo

‘Hipolina Quitamiedos’ es una novela gráfica y también, en la parte inferior,  un breve ensayo sobre el miedo. Puede leerse como un tebeo, como un ensayo; primero el uno y luego el otro, o viceversa. O ambos a la vez.

 


«Desde pequeños nos amenazaban con el fuego eterno o con el hombre del saco si hacíamos las cosas según alguien calificaba como ‘mal’. Por ello, fallar es un miedo que nos ha introducido la educación de forma muy profunda».

— NATALIA GÓMEZ DEL POZUELO


El miedo es una emoción humana desde que la humanidad existe. En Twitter existe la etiqueta #miedos. Natalia Gómez del Pozuelo la utiliza en sus tuits con frecuencia. Del miedo, precisamente, habla su último libro. Pero también del fracaso y del error, que con el miedo, forman un circulo vicioso.

Curiosamente, en esa red social —donde más del 56% de los mensaje son de autobombo—, nadie quiere hablar de fracaso. Una palabra, a todas luces, maldita. Nadie quiere fracasar. Nadie reconoce haberlo hecho. Es una mancha, una huella indeleble, un sambenito que nadie desea portar.

Fracaso, miedo y error

 

COMUNICACIÓN VITAE (CV): ¿Ha cambiado en España la percepción que tenemos sobre el fracaso?

Natalia Gómez del Pozuelo (NGdP): Yo creo que, aunque se escucha mucho hablar a profesionales de Estados Unidos sobre la importancia y la necesidad de fracasar, en España seguimos tendiendo a ocultarlo o a disfrazarlo. Sigue siendo uno de los miedos más extendidos en el entorno laboral.

Desde pequeños nos amenazaban con el fuego eterno o con el hombre del saco si hacíamos las cosas según alguien calificaba como “mal“, por ello fallar es un miedo que nos ha introducido la educación de forma muy profunda.

Si uno ve a un niño aprendiendo a andar, se da cuenta de que el dominar cualquier habilidad pasa por: intentarlo, caerse, levantarse, afinar la técnica y volver a intentarlo.


«Nadie puede pasar de gatear a correr una maratón sin fracasos y nuevos intentos».

 


 

En las empresas, convendría tener en cuenta que caerse es inherente al aprendizaje y que es importante que las personas empiecen aprendiendo en áreas en las que les resulta más fácil y luego ir paulatinamente ampliando el conocimiento.

Una cultura que culpabiliza los errores o que produce inseguridad laboral, un jefe poco previsible, tecnologías para las que uno está poco preparado, entre muchas otras, son las mejores fábricas de miedo

CV: Por su experiencia en el contacto con otras mujeres, a través de Womenalia, ¿considera que el miedo al fracaso echa para atrás a muchas mujeres a la hora de emprender?

NGdP: La brecha de género entre emprendedores y emprendedoras disminuye cada vez más, según el Informe Mundial GEM 2018/19 (Global Entrepreneurship Monitor). En España, por cada diez hombres que emprenden hay nueve mujeres que inician un negocio, superando la media de Europa, que es de seis mujeres por cada diez hombres.

Un dato interesante es que los negocios emprendidos por mujeres tienen una mayor tasa de supervivencia. Yo creo que las mujeres cada vez se atreven más, aunque siguen teniendo dificultades a la hora de lograr financiación.

CV: ¿Existe una manera diferente de entender y gestionar el miedo por los hombres y por las mujeres, en el seno de una empresa?

NGdP: Según el GEM  las mujeres tienen mayor miedo al fracaso y, según mi experiencia entrenando a cientos de mujeres a hablar en público, eso tiene que ver con un alto grado de perfeccionismo y a un cierto autosabotaje mental.

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El comisario Brunetti, tu mejor amigo veneciano

El comisario veneciano Guido Brunetti es un personaje que transita por las enrevesadas calles de Venecia y habita en la mente de millones de lectores en todo el mundo. Eso lo convierte en el mejor amigo veneciano, alguien con quien caminar por esta enrevesada ciudad.

El comisario Brunetti iba a protagonizar una única novela, Muerte en la Fenice. Se publicó a principio de los 90 (en España aparecería en 1996). Sin siquiera sospecharlo, Donna Leon, profesora estadounidense de literatura residente en Venecia desde 1981 —y muy aficionada a la ópera—, acababa de alumbrar un mito. Estas son la primeras líneas de la novela:

El tercer aviso, que anunciaba que iba a continuar la ópera, sonó discretamente en los salones de descanso y los bares del teatro La Fenice (…) De pronto, se ahuecaron los pesados pliegues del telón y (…) apareció Amadeo Farsini, el gerente del teatro con aire cohibido. (Cap.1)

 

el comisario brunetti, el amigo veneciano, telón de La Fenice
Telón del teatro La Fenice. Foto: cortesía de La Fenice.

El director de la orquesta ha sido asesinado. Y el comisario Brunetti hace su aparición en escena:

Como era Venecia, la policía llegó en barco, y la luz azul parpadeaba en el techo de la cabina. La embarcación atracó en el pequeño canal que discurría detrás del teatro y de ella desembarcaron cuatro hombres, tres con uniforme azul y uno de paisano (…) Guido Brunetti, ‘commissario’ de policía de la ciudad, fue el primero en entrar. (Cap. 2)

Comisario Brunetti, el amigo veneciano

 

Para los lectores apasionados, la vida de los personajes de novela es auténtica. Después de casi 30 años y otras tantas novelas —una por año—, Brunetti vive. Vive en las páginas de cada libro y en la mente de los lectores. Como viven  y sus dos  hijos, a los que hemos visto crecer, y su esposa, Paola (acaso el alter ego de Donna Leon). Una relación marital —en mi opinión— en exceso acaramelada. En esto se diferencia de otros comisarios de novela —sobre todo los nórdicos— que viven tormentosas relaciones de pareja y no se entienden con sus hijos.

El comisario Brunetti se mueve a diario entre «rebaños que turistas» apretujados que visitan esta ciudad de 60.000 habitantes. Está enamorado de Venecia —y por eso le duele— . No lamenta la invasión de los turistas, sólo le disgusta que Venecia pierda su singularidad, que desaparezcan las tiendas donde Paola compraba botones o queso parmesano. O que desaparezca la librería favorita del comisario, en la que compra sus libros de historia, de los que es lector incansable.  O que el bar donde toma su espresso se convierta en una tienda más de máscaras o de cristal de Murano.

Libro en mano, lectores europeos y americanos, buscan el café donde el detective se detiene a tomar un ombra. Intentan localizar su apartamento o la floristería donde compra flores para su mujer. Pero no es fácil. Venecia es una ciudad grabada en la memoria de sus habitantes. Los planos apenas sirven. Esta angostura la hace, sin embargo, más cotilla.

El río de las habladurías va más rápido que el agua de los canales.—Proverbio veneciano.

Pero los lectores acababan perdiéndose. Es (casi) inevitable.

PASEOS POR VENECIA CON GUIDO BRUNETTI, Toni Sepeda (prólogo de Donna Leon). Seix Barral, 2008, 326 páginas.

Paseos por Venecia con Toni Sepeda

 

Toni Sepeda, amiga de Donna Leon y profesora de universidad, guía desde 2004 a quienes deseen conocer la Venecia del comisario. Estos recorridos emocionales, plasmados ahora en el libro Paseos por Venecia con Guido Brunetti, siguen los pasos del comisario en sus investigaciones criminales. «El viajero necesita algún amigo que le oriente por el dédalo de calli, campi y canali de la antigua Reina de los Mares», me cuenta Toni Sepeda, con la que me encuentro delante de la puerta de La Fenice, el coqueto teatro veneciano.

Fachada del Teatro La Fenice. Foto, cortesía de La Fenice.

Haremos  los dos primeros paseos que describe el libro (Paseo 1: Conociendo a Brunetti. Paseo 2: Rialto y los sentidos), fundidos en uno solo.

Sepeda me lleva hasta escenarios poco habituales en los libros de Donna Leon, que, sin embargo, me sorprenden muy gratamente. Los aledaños del puente de Rialto —a pocos metros de donde se forman colas con el único fin de fotografiarse—, donde te mueves con tranquilidad  y puedes tomarte en Naranzaria, un prosecco —riquísimo vino espumoso italiano— con toda la tranquilidad del mundo. Y deambular entre los puestos de productos tradicionales, como Da Piero,  donde Paola compra el queso parmesano, situados alrededor de esta plaza.

Para comer me sugiere otro lugar mágico: el tranquilo y señorial barrio de Canareggio (Paseo 12: El barrio más bonito del mundo), con pequeñas trattorie con media docena de mesas junto al canal. Allí está una pequeña, pero preciosa iglesia gótica, la Madonna dell´Orto, decorada con pinturas de Tintoretto, que está allí enterrado, como vecino del barrio que era.

Y cuando se va me aconseja el paseo vespertino. Cruzando il Ponte dell´ Academia, se llega a Dorsoduro (Paseo 7: Ricos y pobres), habitado por milaneses, franceses y alemanes. Es el barrio de los artistas. Junto al Río San Tovaso afloran tabernas y restaurantes de comida casera como la Antica Locanda Montin.

Venecia, la belleza y unas tapas

 

Los venecianos viven rodeados de un espléndido patrimonio milenario. Se recrean en esa belleza, se reconfortan con ella. «Una belleza que solo el hombre puede crear», escribe Donna Leon en Mientras dormían.

Artistas y artesanos la han cuidado durante siglos. La ciudad es, por esta razón, un paraíso para los amantes de los objetos hechos artesanalmente, si es que han logrado sobrevivir. Sobre todo en el triángulo que forman Piazza San Marco, Palazzo Franchetti, inmediatamente antes del Puente de la Academia, y el mercado de Rialto.

Delicados objetos para escritorio en papel de agua, trabajos en papel maché y agendas (Il Prato,…), cuadernos y lacres (Il papiro). Bellísimos sombreros de fieltro y cachemir, y zapatos venecianos de terciopelo, confeccionados a mano en Serena Vianello, una pequeña tienda, donde , además— me cuenta Toni Sepeda—, los gondoleros reparan los tapizados de sus góndolas. Gafas hechas a mano, únicas, en Ottica MicroMega.

comisario bruetti, el amigo veneciano, barra del Do Mori
La surtida barra de Do Mori, una de las más populares tascas venecianas A la derecha, abajo, una frasca de ‘ombra’, vino de la casa.

Son paseos, en fin, de una duración de entre una y dos horas, que pueden entrelazarse o reanudarse al día siguiente. Cada paseo contiene los fragmentos de las novelas donde aparece mencionado el barrio, el comercio, la questura, el palazzo, etc.

Las rutas contienen, además, sugerencias sobre sitios tradicionales que no han sucumbido (aún) a la vorágine multinacional, en los que rara vez repara el viajero, y en los que se escucha hablar veneciano. Es el caso del tradicional Do Mori, un típica tasca (bacaro), donde degustar multitud de cicchetti ( tapas). Está situado en una calle estrecha, en la que hay más tascas, al estilo de lo que ocurre en algunas ciudades y barrios españoles.

Viajar es, en estos tiempos de pandemia,  un sueño. La literatura viene a suplir el cansancio mental que nos ha impedido viajar desde hace un año. Si Venecia es uno de tus destinos soñados, me permito sugerirte las novelas del comisario Brunetti.

 

 

 

 

Natalia Gómez del Pozuelo, o la risa versus el miedo

 

Vivimos tiempos difíciles para los profesionales, con cambios y amenazas permanentes. En este contexto,  Natalia Gómez del Pozuelo  ha escrito  Hipolina Quitamiedos, para que «el lector pueda observar sus temores con distancia para así conocerlos y evitar que le paralicen».

natalia gomez del pozuelo, sala Komo
«Los miedos pueden servir como palanca de crecimiento, tanto profesional como personal». —Natalia Gómez del Pozuelo

Entrevista a Natalia Gómez del Pozuelo

Natalia Gómez del Pozuelo, conferenciante y formadora especializada en comunicación y en ayudar a los profesionales a perder el miedo a hablar en público, acaba de publicar una novela gráfica, Hipolina Quitamiedos.


«Es un libro pequeñito pero matón, ya que es fácil y ameno, pero tiene bastante profundidad».


Fábricas de miedo

 

COMUNICACIÓN VITAE (CV): Habitualmente, utiliza las historias como forma de expresar sus ideas. Ahora ha dado un paso más. ¿Cómo ha sido el proceso creativo? ¿Cómo se ha sentido?

NATALIA GÓMEZ del POZUELO (NGdP): Es cierto. El último ensayo que escribí, hace ya cinco años, El código del garbanzo trataba sobre lo femenino y lo masculino y era novelado. En Hipolina Quitamiedos he utilizado, como vehículo, una novela gráfica en combinación con un breve ensayo.

En la parte de arriba de las páginas hay una historia muy entretenida, en la que Max, un ingeniero, comete un error informático y produce una pequeña catástrofe que afecta a toda la empresa.  Abajo, se explican los motivos técnicos y científicos de las reacciones de los personajes.

Ha sido un proceso creativo muy interesante. Afortunadamente, se ha producido una relación muy positiva entre la creatividad de la ilustradora Evaduna y la mía: sus ideas sacaban chispas nuevas en las mías y viceversa. Muy enriquecedor. Damos las gracias al editor por dejar vía libre a la expresión de esa creatividad.

CV: El miedo es una de las emociones básicas ¿Es la más contagiosa en una empresa?

NGdP:Todas las emociones son contagiosas, el miedo, la seguridad, la alegría, la tristeza. Como dice Paul Ekman, la emoción es expresada mediante un sistema de señas universales e involuntarias.

El mecanismo biológico de este contagio tiene mucho que ver con la dopamina y la oxitocina. La emoción se activa con lo que recibe del exterior y tiene su efecto en el cuerpo.

Las alteraciones de ánimo tienen efecto colectivo.

 

CV: ¿Cuáles son los mejores aliados del miedo en una empresa?

NGdP: Una cultura que culpabiliza los errores o que produce inseguridad laboral, un jefe poco previsible, tecnologías para las que uno está poco preparado, entre muchas otras, son las mejores fábricas de miedo.

natalia gomez del pozuelo, charla TED
«Lo que más miedo produce, tiene que ver con la pérdida del empleo, ya que lo asociamos a la supervivencia y a nuestra necesidad de disponer de recursos». —Natalia Gómez del Pozuelo

Trabajar en un campo de minas

 

CV: ¿Hay hoy un miedo añadido dentro de la empresa, como consecuencia del vertiginoso cambio tecnológico en que vivimos?

NGdP: En el libro abordo los miedos que producen las nuevas tecnologías desde diferentes ángulos: por un lado, nos guste o no, cada vez vamos a tener un mayor trato con bots, aparatos, objetos… Por eso he elegido como protagonista a Hipolina, una Asistente Virtual tipo Siri o Alexa con un toque más gamberro.

Además, hablo de otros miedos que producen las nuevas tecnologías: la sobredosis de información, la imposibilidad de responder a todo, el miedo a la automatización y a que el puesto de trabajo deje de existir, las fake news o fake vídeos, el hecho de que un error informático pueda causar un cataclismo, que es precisamente lo que sucede en el libro, el que los “malos” estén a un clic de distancia… Todo ello hace que el profesional actual sienta que trabaja en un campo de minas.

Pero, insisto, el miedo nos puede paralizar o lo podemos utilizar como palanca, para ello, recomiendo que los lectores disfruten con Hipolina Quitamiedos.

La risa, un alivio

 

CV: ¿Es el humor un antídoto contra el miedo?

NGdP: Sin duda. Según Alison Beard, la risa alivia el estrés, aumenta el compromiso y el bienestar, estimula la creatividad, la colaboración, la precisión analítica y la productividad.  Otra profesora de Harvard, Alison Wood Brooks, demostró que las personas que hacen reír a los demás son percibidas como más seguras y más competentes.


Reírse de uno mismo y no tomarse muy en serio, ayuda a tolerar el miedo y a aceptarlo con menor resistencia.— Natalia Gómez del Pozuelo


 

CV: ¿Qué otros remedios hay?

NGdP: Hipolina da unas pautas que se pueden seguir en los momentos de tensión. Lo primero y más importante es…

«Respirar»: hacer dos o tres respiraciones abdominales para evitar que el cerebro siga enviando adrenalina y cortisol por el torrente sanguíneo y así frenar la espiral del miedo. Luego… «Observar» lo que produce en el cuerpo la tensión, conocerla. ¿Dónde hay contracción? ¿En qué parte del cuerpo actúa? ¿Qué está impidiendo que uno haga?

«Levantarse» cuando uno se ha caído. A lo largo de la carrera profesional, uno se cae como parte del proceso de aprendizaje, es lo natural, al igual que levantarse. No hay más que pensar en un niño que aprende a andar y en cómo lo hace. «Afinar» el procedimiento para dejar de caerse. Volviendo al ejemplo, el niño, de manera inconsciente, modifica el centro de gravedad para evitar la caída. Lo mismo sucede en la profesión: si uno se cae, levantarse es importante, pero mejorar el proceso también.

Y, para terminar, apoyarse en los propios «Valores»: la integridad.  Es decir, actuar según los propios valores, es un gran antídoto contra el miedo.

El verdadero VALOR no es la ausencia de miedo sino mantenerse en la acción a pesar de él.

 

 

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