Simplemente un caballo, gestión del liderazgo

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SIMPLE-MENTE UN CABALLO.  Marta Prieto Asirón.  Editorial Kolima (Management), 2013.

El cambio es un proceso que solo puede construirse a partir de una nueva forma de pensamiento y la recuperación de capacidades infra-utilizadas que todos tenemos: creatividad, intuición o el manejo de las emociones. Marta Prieto Asirón

UN MODELO DE LIDERAZGO

Es creciente el interés que el trabajo con caballos está teniendo en el coaching. He podido constatar este hecho en Expocoaching 2014, donde he coincidido con varios compañeros coaches que se ayudan de estos equinos, para lograr la transformación de las personas y de los equipos. 

Los caballos son nobles animales que han alentado nuestras fantasías infantiles. También ayudan a las personas a encontrar su camino. O nos sirven de inspiración.

Este es el caso de Marta Prieto Asirón, consultora y formadora de directivos, quien ha publicado Simple-Mente un caballo, en el que plantea un modelo de liderazgo utilizando lo que ha aprendido de los caballos.

Estos animales son, como nosotros los humanos, gregarios, necesitan del afecto y tienen un gran cerebro emocional. Desde estas tres semejanzas, la autora ofrece una mirada diferente del management del siglo XXI. No es el modelo enunciado, un planteamiento puramente teórico. Ella ha vivido en sus propias carnes el proceso de transformación que postula. Además, es conocedora tanto del mundo de los caballos como del mundo de la empresa.

Como consultora se aventura a afirmar que:

en la mayoría de los casos, el cambio se vive con resistencia, pesimismo y falta de interés

Por esta razón, en Simple-Mente un caballo se reflexiona sobre el cambio. Este sólo puede construirse, a juicio de la autora, con una nueva forma de pensamiento. Hay que desarrollar la creatividad,  la intuición y el manejo de la emociones. A esto se añade que el miedo ha crecido y existen nuevos entornos colaborativos que obligan, en consecuencia,  a redefinir el concepto de liderazgo. Esta reticencia a adaptarse a los nuevos tiempos provoca “profundos conflictos y desequilibrios”, que afectan no sólo a las organizaciones, sino también a los individuos. A los directivos y al resto de los trabajadores. Es por esto que el camino propuesto sirve igualmente de ayuda para nuestro crecimiento personal.

MIRAR COMO UN CABALLO

Si queremos ver el mundo como un caballo, hemos de plantearnos qué pueden enseñarnos estos seres casi tan antiguos como el hombre. Marta Prieto,  fiel seguidora del pensador Peter Ducker, pensador de referencia en el mundo del management, ofrece respuestas a esta pregunta. Nueve respuestas que se corresponden con otros tantos capítulos.  El libro escrito está con lenguaje sencillo y directo, salpicado de anécdotas personales. Además, está plagado de preguntas dirigidas al lector.

Conocernos mejor y dominar nuestro carácter, se corresponde con el capítulo Caballos y Confianza. Este capítulo es –quizá- el más importante del libro. S, in confianza, no puede realizarse no ya un cambio, sino cualquier otra acción. Es como aprender a montar, si consigues que el caballo confíe en ti, el animal hará lo que sea por ti. Es decir, es la ausencia de miedo.

Cambiar nuestra perspectiva sobre el mundo y ser más creativos nos remite al capítulo Pensar como un caballo. El Arquetipo del caballo nos sirve para impulsar nuestra inspiración y fantasear. La redefinición de nuestros propósitos personales y de nuestros valores son abordados en el capítulo Caballo e Influencia. La doma y el aprendizaje creativo. Un capítulo para aprender a crear entornos de aprendizaje creativos alternativos, y más eficientes.

Afinar nuestra intuición y las habilidades de comunicación no verbal es estudiado en El mundo invisible de los caballos. Hay un rico lenguaje no verbal en estos cuadrúpedos. Igualmente, se expresan con un particular código de gestos y señales. Estas habilidades pueden servirnos para desarrollar la empatía, la escucha activa y el entrenamiento en la observación del lenguaje gestual.

Las relaciones de la manada recuerdan la importancia de la interdependencia en un mundo que presenta signos cada vez más evidentes de individualismo. Caballos y liderazgo nos invita a revisar nuestro modelo de liderazgo. Finalmente, como no hay cambio sin plan de acción, el capítulo titulado El jinete y el caballo orienta acerca de la preparación de la estrategia.  Una invitación a un cambio personal.

LOS CABALLOS, UN SÍMBOLO

La autora apela a una metáfora mítica, a nuestra naturaleza de centauros: seres mitad racionales, mitad emocionales. Los caballos como arquetipos, nos invitan a bucear en lo mejor que llevamos dentro (sensibilidad, belleza, inteligencia, energía, armonía, elegancia). Los caballos nos remiten a valores universales: nobleza, libertad, trascendencia y espiritualidad.

 

 

Yo soy mi relato

Una reflexión sobre la manera de comunicar en la nueva realidad que se ha abierto en la Sociedad de la Información, la Era de la Atención. Cuarta Parte: CONSTRUIR NUESTRO PROPIO RELATO. 

 

Los seres humanos tenemos propensión a consumir y apropiarnos de historias con las que nos sentimos identificados.

Si no escribimos nuestras propias historias, otros lo harán por nosotros. Así lo expresaba el pensador francés Christian Salmon, autor de Storytelling: la máquina de fabricar historias y formatear las mentes. Este libro contiene un controvertido prólogo de Miguel Roig, Director Creativo Ejecutivo de la agencia publicitaria Saatchi& Saatchi (aquí puedes leerlo).

En la presentación que hizo en España de su obra, Salmon decía en El País: «Yo creo que estamos en un nuevo modo de opresión, no solamente política, sino una opresión simbólica que impide a la gente construir su propia vida, pensar y contar su propia experiencia.»

Los expertos en mercadotecnia lo saben muy bien, la percepción es más importante que la realidad. La percepción es la confrontación de quién creo que soy frente a cómo me ven los demás. Que coincidan ambas depende solo de cada unos de nosotros. Depende de cómo hayamos definido nuestra Identidad -la base de nuestra Marca Personal-, para que seamos vistos como deseamos que nos vean.

El heterodoxo y provocador filósofo contemporáneo, Mark Rowlands afirma que «el alma de lo seres humanos se revela en la historias que cuentan sobre sí mismos. Los seres humanos somos animales crédulos: porque nos creemos las historias que contamos sobre nosotros mismos.»

La aventura de cada uno de nosotros, de cada empresa, es construir nuestro propio relato, darle un sello personal y propio. Dependerá de cómo nos contemos a nosotros mismos y cómo contemos nuestra realidad, para que nuestro relato sea inspirador, que ayude a superar nuestras expectativas o las de otros, y que nos ayude a ser más felices.

Referencias:

El filósofo y el lobo, Mark Rowlands, Seix Barral. 2009, págs. 13-14

Vivimos en la gran mentira, El País, 19/10/2008 http://elpais.com/diario/2008/10/19/domingo/1224388354_850215.html (consultado el 18.04.2014).

 

Nunca estoy solo con mi soledad

La escritora valenciana, María García- Lliberós, me comentó en la presentación de uno de sus libros, que una de las fuentes de inspiración de sus novelas eran «las conversaciones que escucho en el autobús». No estoy tan seguro de que esta novelista pueda hoy utilizar esa fuente de inspiraración.

Me permito emitir dos juicios:

  • En primer lugar, cada vez son menores la conversaciones entre la personas que van sentadas juntas en el autobús.
  • Y por otro lado, cada vez son mayores las conversaciones que se mantiene por internet o por teléfono móvil en los autobuses, y en los trenes. 

Este segundo juicio parece fundado. Si así no fuera, ¿por qué Renfe ha colocado un vagón silencioso en sus trenes de alta velocidad en los que está prohibido hablar por el teléfono móvil?

Vivimos en esta paradoja. En un mundo en el que han aumentado vertiginosamente los dispositivos para estar comunicados, el contacto personal ha disminuido. Cantaba  El último de la fila, que «cuando la pobreza entra por la puerta, el amor salta por la ventana». Me atrevo a decir que, cuando la tecnología entra por la puerta, la atención hacia los que nos rodean salta por la ventana.

El psicólogo de la Universidad de Harvard, Daniel Goleman, llamó a esto «autismo social». Fue a mediados de los años 90 del siglo pasado. La tecnología de la que se disponía en aquellos años era un juego de niños comparada con la que hoy hay disponible en el mercado.

Poco después de las explosiones en los trenes en marzo de 2011, leí que muchos de los pasajeros se libraron de sufrir lesiones en el oído gracias a que iban protegidos por auriculares. La metáfora del caparazón de Goleman es absolutamente acertada.

La banda sonora de nuestra vida

Suelo viajar en transporte público. Ave y metro, y autobús. El metro tiene la ventaja de poder ver a las personas de frente. En el autobús, además, puedes ver como pasa la vida al otro lado del cristal. El pequeño – y temporal– mundo de un vagón de tren o de un autobús, está habitado por distintos micromundos. Uno por cada pasajero.  Cada vez es más frecuente ver a tus compañeros de viaje con los auriculares acoplados en la oreja.

Parece necesario ponerle banda sonora a nuestra diaria película.

– No sabes estar solo– me decía mi padre, cuando volvía del colegio y conectaba el equipo de música de mi cuarto.

– ¡Papá, qué cosas dices!– era mi invariable respuesta.

Pasado el tiempo, me he dado cuenta de que mi padre tenía razón. Bien sea con el equipo de música de entonces, o con los inevitables auriculares ahora, seguimos poniendo banda sonora a nuestros días.

Los auriculares crean un caparazón que provocan aislamiento social. Aunque si me pongo en la piel de quien los lleva, puedo imaginar que está en sintonía con su cantante favorito.  O que su corazón late al mismo ritmo que la batería de la canción que suena en su télefono.


Con nuestra soledad a cuestas

¿Qué hacemos si estamos solos un minuto? Echamos mano del teléfono, casi automáticamente. Es muy frecuente ver en esos viajes en los transportes públicos a personas mirando casi compulsivamente sus móviles. Y apagándolos, porque no hay mensaje alguno.

Escribo esta entrada en plenas vacaciones de Semana Santa. Ha aumentado, dicen las crónicas, el turismo interior. Muchas personas se desplazarán hasta una casa rural o a un pueblo perdido en la montaña. ¿Cuántos de los que se desplazan no habrán mostrado su disgusto porque la casa rural no disponga de televisor, o no haya cobertura en el pueblo elegido?

Nos cuesta sentirnos solos. Esa soledad nos coloca frente al espejo. Nos confronta con lo que no queremos. Y sentimos entonces la imperiosa necesidad de llenarla de contenidos.  Todos necesitamos afecto, es cierto. Pero, al final, siempre estamos solos. Nuestra decisiones las tomamos en soledad. Necesitamos la soledad. Hay otra, impuesta, la soledad no deseada. Esta nos destroza la autoestima y nos provoca, además, mucho dolor. Es una soledad aterradora.

Yo he sentido ambas. He aprendido a disfrutar de una y sufrido con la otra. Comenzó siendo una soledad no deseada, impuesta por mi timidez de adolescente. Traté de llenarla con libros y canciones.

Non, Je ne suis jamais seul avec ma solitude (No, yo nunca estoy solo con mi soledad). Georges Moustaki

El estribillo de esta canción, de Georges Moustaki, Ma solitude (Mi soledad), vino en mi auxilio para hacerme entender aquel estado en el que estaba sumido. Aquellos versos cambiaron para siempre mi relación con la soledad.

 

SI QUIERES SABER MÁS:

La biografía del silencio. Pablo D´Ors. Siruela, 2016

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